Normalmente, cuando pensamos en una casa preparada para que sea eficiente en términos de consumo energético, lo primero que se nos viene a la cabeza es el uso de sistemas de climatización que consuman poco y ofrezcan una buena relación potencia precio. Es lo normal pensar en tecnología para obtener para obtener una vivienda eficiente energéticamente, pero más allá de este pensamiento unitario, hay otros caminos.
Y es que eso es lo que permiten lograr las llamadas casas pasivas. Se trata de construcciones que gracias a su diseño y aún arquitectura bioclimática, pueden pasar a ser viviendas con una alta eficiencia energética, sin que requieran de grandes complicaciones o instalaciones de todo tipo de sistema de climatización.
El estándar Passivhaus
Antes de seguir, comentar que una casa pasiva es un tipo de edificación que se lleva a cabo siguiendo el estándar Passivhaus, un concepto constructivo que surge en Alemania en los años 90 y que permite obtener una certificación con el mismo nombre. Este tipo de construcciones tienen en común el que su diseño y construcción han seguido los principios básicos del estándar Passivhaus. Este estándar persigue que las casas tengan unas necesidades bajas de calefacción y refrigeración y un bajo consumo de energía con independencia que sea invierno o verano.
El estándar Passivhaus surge de la mano de Bo Adamson, profesor de la Lund University de Suecia, y el físico Wolfgang Feist, del Instituto de Vivienda y Medio Ambiente de la República Federal Alemana. La adopción de este estándar implica un ahorro del 70% en consumo energético frente a las viviendas convencionales.
La importancia de los detalles
El secreto de una casa pasiva está en aprovechar las condiciones climáticas de su entorno y de la misma forma beneficiarse de su ubicación para ofrecer una habitabilidad adecuada a sus residentes y de paso minimizar el impacto medioambiental con un consumo energético bajo a la hora de obtener los valores adecuados para que resulte agradable vivir en ella. Hablamos de luz, temperatura, humedad, calidad del aire... En resumen podríamos decir que se trata de aprovechar las innovaciones tecnológicas en el diseño y construcción.
Y es que una casa pasiva se fundamenta en una serie de puntos clave que son los que determinan si estamos ante una vivienda de este tipo. Así es importante valorar aspectos como la localización, la condición climática, la función de la casa o incluso el diseño exterior de la misma. Podríamos decir que una casa pasiva persigue lograr el equilibrio perfecto gracias a cinco puntos esenciales:
- Aislamiento térmico
- Evitar puentes térmicos. Puertas y ventanas de altas prestaciones
- Orientación
- Hermeticidad
- Ventilación con recuperación de calor
Normalmente, si piensas en tener una casa pasiva tendrás en mente el que esta sea amiga del medioambiente. Junto con tener hábitos de vida saludables en los que el reciclaje es fundamental, deberás tener en cuenta aspectos como la ubicación de la casa o el uso que quieres darle para luego optar por los materiales adecuados. Y en este sentido, tendrás que tener en cuenta que el desembolso inicial será más alto a cambio de una rentabilidad a largo plazo, ya que disminuirá el consumo de energía y se favorecerá el autoconsumo.
Por ejemplo, la ubicación geográfica determina la orientación de la vivienda para obtener los recursos que ofrece la madre naturaleza. Si por ejemplo resido en una zona fría, es interesante orientar la casa al sur para que pueda captar la mayor cantidad de luz solar posible que me permita no usar la iluminación y de paso caldear la casa.
Otro ejemplo viene por la llamada condición climática. Se trata de usar estudios y estadísticas a lo largo del tiempo, así como modelos de predicción, para calcular la zonas del sol, la cantidad de precipitaciones, las temperaturas máximas o mínimas... a la hora de establecer la ubicación del hogar y construirlo en consecuencia. De la misma forma podemos establecer el número de habitaciones que nos harán falta y para qué sirve cada una para buscarle el mejor punto en la casa. Si por ejemplo tenemos una estancia para trabajar, es interesante que tenga luz solar para no depender de luminarias y de paso servirá para climatizar en tiempos de frío.
De igual importancia es el evitar puentes térmicos, que son puntos en la estructura de una edificación a través de los cuales se produce un intercambio de temperaturas, de forma que por ellos se pierde calor y penetra frío. Evitarlos es importante para conseguir una casa pasiva. Un aspecto en el que cobran importancia puertas y ventanas, habituales puentes térmicos. Se puede impedir esta condición usando triple acristalamiento, bajas transmitancias y una correcta instalación de los cierres.
Y es que para tener una casa pasiva, podemos servirnos de una serie de recursos. Ya hemos visto como se pueden por ejemplo, aprovechar jardines verticales y plantas para mejorar el aislamiento térmico de baja transmitancia de la vivienda. De esta forma podemos lograr que las plantas hagan de barrera frente a los cambios de temperatura y que sirva de escudo a la fachada del edificio. El objetivo es que aísle la casa del exterior impidiendo que el calor escape en invierno y que este entre en verano.
Además, no podemos olvidar los materiales que se utilizan para la fachada. Las casas pasivas suelen optar en su edificación por el empleo de materiales ecológicos que no tengan gran impacto en lo que a recursos medioambientales se refiere. Madera, barro cocido, bloques de tierra estabilizada... Tanto los materiales como los elementos en forma de cierres, puertas y ventanas deben perseguir la hermeticidad, de forma que aseguren la estanqueidad de la vivienda, consiguiendo un efecto de hermeticidad que evite las pérdidas de calor.
Otro punto es aprovechar la ventilación con recuperación de calor y no tener que abrir las ventanas para ventilar. Es lo que se conoce como ventilación mecánica controlada, un sistema que permite ventilar recuperando entre el 80 y el 90% de la energía que está dentro del propio inmueble. Sin abrir las ventanas, el aire que entra a la vivienda se climatiza con el aire que sale de la misma, evitando la entrada y salida indeseada de calor. Es algo de vital importancia si por el clima, por alergias a pólenes o cualquier otra razón no puedes abrir las ventanas.
Para ventilar sin tener que abrir las ventanas se pueden emplear sistemas de VMC que obtienen aire del exterior y permiten la extracción y expulsión del aire viciado haciendo que el aire circule desde las zonas secas a las húmedas. Para ello tienes que contar con aberturas por las que salga este aire, una caja extractora central, un circuito con rejillas en las habitaciones y extractores conectados mediante tubos flexibles para facilitar el intercambio de aire.
La captación de la energía solar es un punto clave. Se trata de conocer los movimientos de sol y las horas en las que tendremos iluminación, proveniente del astro rey, para poder usarla y crear una temperatura estable y agradable, sin tener que emplear alternativas que consumen energía. Igual ocurre si hablamos de la energía eólica, que permite aprovechar el viento para en un momento determinado. Podemos aprovechar la instalación de placas solares para generación de energía eléctrica, sistemas de captación solar y acumulación que puede guardarse en una zona de la casa o usar un techo de acumulación, de forma que se aprovecha el calor del techo de la vivienda, protegiéndolo durante las horas más frías.
No podemos olvidar la masa térmica del edificio, también llamada efecto del volante térmico. Es una propiedad por la que un edificio permite almacenar calor, proporcionando "inercia" contra fluctuaciones de temperatura. Si por ejemplo, las temperaturas exteriores están fluctuando durante el día, una masa térmica grande dentro de la porción aislada de una casa absorberá la energía térmica cuándo el entorno tenga temperaturas más altas que la masa y devolverá energía térmica cuándo el entorno esté más frío. De esta forma minimizará el impacto de los cambios de temperatura.
Por lo tanto, una casa pasiva viene a ser una vivienda capaz de generar más energía que la que consume. Una casa que no emplea por ejemplo, sistemas de climatización y que opta por lograr la temperatura de confort con sistemas alternativos que consumen poca energía, normalmente utilizando solamente energías renovables.
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