Llega el verano llega el calor y a todos nos apetece beber agua fresca para combatir las altas temperaturas. La mejor forma de lograrlo en poco tiempo es usar el congelador para tener el agua fría en el menor tiempo posible pero ojo, porque podemos llevarnos algún susto.
Y es que, aunque efectivamente, introducir una botella con agua o cualquier otro líquido para que se enfríe rápidamente o se congele, es algo que funciona, al hacerlo, no podemos despistarnos, puesto que es lo contrario, podemos tener un importante problema.
Y es la ciencia, la que responde a esta cuestión. Introducir una botella de agua, ya sea de cristal o no, en el congelador, puede provocar situaciones complicadas, por lo que conviene hacerlo tomando ciertas precauciones.
No se trata sólo de la formación de hielo que haga imposible pegar un sólo trago de la botella, sino que al congelar una botella con agua, pueden ocurrir varios fenómenos y cambios físicos.
Lo más importante es que podemos encontrarnos con una botella rota, un peligro mayor si es cristal, pues podemos tener que limpiar el congelador de pequeños trozos que queden esparcidos.
El motivo no es otros que la expansión del agua. El agua se expande al congelarse, aumentando su volumen en aproximadamente un 9%. Si la botella no está diseñada para soportar esta expansión, puede agrietarse o romperse debido a la presión ejercida por el agua congelada.
Si la botella está hecha de material frágil o no es adecuada para congelar, la expansión del agua congelada puede causar la ruptura de la botella, lo que resulta en un derrame del agua congelada y posiblemente fragmentos de vidrio. En el caso de una botella de plástico, el resultado puede ser que esta aparezca también reventada o que se deforme. Esto normalmente pasa si llenamos la botella a tope, no dejando lugar para que el agua pueda llegar a expandirse cuando se congela.
La forma adecuada de enfriar botellas de agua en el congelador es no llenándolas hasta su máximo, de forma que dejemos una pequeña parte para que el agua puede expandirse.
Podemos buscar botellas diseñadas a tal fin, hechas con unos materiales más resistentes que permiten aguantar la congelación. Las botellas de vidrio y plástico no son aconsejables.
Además, cuando introduzcas una botella de agua o cualquier otro líquido para congelar o para tenerla fresquita en el congelador, puedes ponerte una alarma o un aviso de forma que pasado un tiempo prudencial puedes comprobar el grado de enfriamiento o congelación para evitar posibles problemas.
Imagen portada | CorsadoArt en Pixabay
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