Con unas medidas de abrigo básicas y conociendo las características de nuestra vivienda podremos mejorar el confort dentro casa los días más fríos
Vuelve la temporada de frío, las temperaturas exteriores se desploman y toca poner en marcha todas las medidas que podamos para estar más confortables el tiempo que pasemos en casa.
Básicamente hay dos alternativas posibles: calentar el aire de las habitaciones usando algún sistema de calefacción para estar dentro a una temperatura adecuada, o si queremos ahorrar energía podemos calentarnos solo a nosotros mismos de forma que el resto de la casa permanecerá relativamente fría. ¿Cómo podemos conseguirlo?
Ropa adecuada para el frío
Puede parecer obvio, pero cuando llega el frío el remedio más sencillo para mitigarlo incluso dentro de casa es utilizar ropa adecuada y colocada de forma inteligente.
La recomendación general pasa no por prendas de abrigo con tejidos grandes y pesados que aíslen mucho, sino por llevar múltiples capas de ropa ligeras capaces de crear un espacio intermedio de aire caliente que nos aisle del frío.
Mención especial merece la cabeza. Aunque las estimaciones más precisas al respecto de las pérdidas de calor sugieren que no es la cabeza el lugar por donde más energía perdemos, la temperatura de la cabeza parece tener un papel importante en la sensación de frío percibida. Y abrigarnos con un sencillo gorro ligero puede hacer que nos sintamos más confortables dentro de casa si no queremos poner la calefacción, especialmente si no contamos con una buena mata de pelo que nos proteja.
Por supuesto, otro punto importante para no perder calor son los pies. Usar calcetines adecuados y especialmente gruesos preparados para aislarnos del frío resulta esencial, sobre todo si tenemos suelos de cerámicos que son menos confortables que los de madera.
Y por supuesto no podemos olvidarnos de las mantas, elemento imprescindible para mantener el calor mientras estamos sentados o tumbados en el sofá. También podemos optar por los modelos de mantas eléctricas, que con un consumo de electricidad muy bajo, generalmente de entre 40-100 vatios, nos darán calor localizado sin tener que poner en marcha la calefacción.
Si somos solo uno o dos habitantes en casa son una gran opción para estar calentitos con un consumo energético muy bajo y que apenas notaremos en la factura a final de mes.
Hacer vida en las habitaciones más cálidas
Clasificar y comprender bien los tipos de habitaciones que tenemos en casa en función de sus capacidades térmicas es imprescindible. El motivo es que no todas las estancias de la casa van a necesitar el mismo aporte energético ni van a ofrecer las mismas temperaturas.
Por ejemplo, en una vivienda típica suele ser habitual contar con un pequeño cuarto de estar, dormitorios de distintos tamaños y un salón más grande, cada uno de ellos con diferentes niveles de exposición al frío, orientación a la luz solar y por tanto temperaturas que pueden llegar a diferir entre 1 y 5 grados.
Lo ideal es conocer estas diferencias y hacer una especie de mapa térmico generalista de la casa para, con esta información tomar decisiones en lo que respecta a dónde conviene pasar más tiempo en cada horario del día. Por ejemplo, puede que por la mañana tengamos una habitación donde está todo el rato dando el sol y se mantiene mucho más caliente que el resto. En ella es donde nos interesará estar esas horas para ahorrar calefacción.
Otro factor importante es el tamaño de las estancias. Cuanto más pequeña sea la habitación en la que te encuentres, más rápido calentarás el aire a tu alrededor y más cálido te sentirás. Conviene cerrar todas las puertas de la casa y "mudarnos" a la habitación más pequeña que resultará más acogedora.
Aislar zonas que no usamos, ventanas y puertas
Si en nuestra casa hay habitaciones o zonas que no usamos habitualmente, como por ejemplo una para invitados, un trastero, un despacho, un segundo cuarto de baño al que no entramos, etc., lo ideal es mantenerlas cerradas y aisladas del resto de la vivienda.
El motivo es que así no desperdiciaremos energía en calentar el volumen de aire que en ellas se contiene y con nuestras actividades cotidianas como ver la tele, cocinar, etc. podremos mantener una temperatura mínima en el resto de la vivienda suponiendo que esté bien asilada del exterior.
Este es un segundo punto muy importante a tener en cuenta, ya que aislar el interior de la vivienda lo mejor que podamos es esencial. Toda casa va a tender a perder calor en mayor o menor medida, aunque hay algunas acciones básicas que podemos realizar para mejorar la retención de aire caliente dentro de ella.
Un ejemplo es cerrar las persianas y contraventanas por las noches, en el caso de que las tengamos. Las persianas por muy básicas que sean nos ofrecen una capa de aislamiento extra, incluso aunque nuestros cristales sean sencillos. Otra recomendación frecuente es el uso de burletes tanto en puertas como en ventanas y aquellos espacios donde haya rendijas que den directamente al exterior de la vivienda.
Adecuar nuestra alimentación al frío
También puede parecer un consejo obvio, pero con la llegada del frío es conveniente adaptar nuestros hábitos alimenticios para mantener una temperatura corporal más elevada.
Tomar comidas calientes como sopas, caldos, platos de cuchara es muy útil, pero también lo son las bebidas calientes como infusiones, leche, café, etc. que nos permitirán incrementar de forma rápida nuestra sensación de calor.
Además, el cocinar platos más elaborados usando los fogones de gas o eléctricos y electrodomésticos como el horno nos permitirán aportar unos grados extra al aire de la cocina, con lo que mejoraremos así la sensación térmica.
Imagen portada | Alora Griffiths
En Xataka Smart Home | La temperatura mínima en casa para tener buena salud y la ideal para no derrochar calefacción durante el invierno
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