Aunque no es la opción más eficiente, ofrece ventajas extra que no te dan el resto de sistemas de calefacción
Con el precio de la electricidad disparado, el del gas y el gasoil por las nubes, los sistemas de calefacción tradicionales como las estufas de leña o incluso las más modernas de pellets han ido creciendo en popularidad en los últimos años.
De hecho, desde hace un par de temporadas consiguieron que muchos usuarios volvieran a utilizarlas en un intento por gastar menos en sus facturas energéticas, algo que este 2024 tiene algo menos de sentido puesto que los precios de la materia prima siguen estando muy elevados y ya no es tan chollo.
Sin embargo, tener una estufa tradicional de leña en casa sigue siendo una estupenda opción e incluso una alternativa que ofrece ventajas que ningún otro sistema puede darnos en unos tiempos de tanta incertidumbre como los actuales.
De ahí que para algunos usuarios, entre los que me incluyo, se hayan convertido en mucho más que un sistema de calefacción para casa. Son toda una alternativa para no depender tanto de los recursos externos y ser algo más autosuficientes en situaciones de emergencia.
Por qué tener una estufa de leña sigue siendo una gran idea
Para muchos usuarios las estufas de leña representan una alternativa más asequible a la hora de calentar sus viviendas, sobre todo si ya tienen el hogar adaptado a estos métodos de calefacción y lo único que han de hacer es comprar la materia prima combustible.
Pero es que las estufas tradicionales permiten además ofrecer una serie de ventajas que no pueden darnos otros sistemas de calefacción mucho más avanzados tecnológicamente hablando. Y sí, es cierto que tienen algunos inconvenientes, pero también que contar con una de ellas en casa sigue siendo esencial para muchos.
Para empezar, las estufas de leña son una calefacción todoterreno y "multicombustible". Es decir, podemos quemar en ella madera natural de distintos tipos, pero también madera comprimida tipo briquetas, carbón, papel, cartón y diferentes tipos de materiales en el caso de que fuese necesario.
Puede parecer una tontería a los más urbanitas, pero si vives en una región relativamente aislada o mal comunicada, poder usar casi cualquier cosa para alimentar el fuego y no depender de que llegue bien el gas o la electricidad puede suponer una gran diferencia. Y más aún si hay algún problema como tormentas, apagones, cortes de suministro, etc.
En mi caso vivimos en una zona relativamente cercana a una gran ciudad, pero en cuanto hay tormentas suele irse la luz y las estupendas y eficientes bombas de calor eléctricas ya no sirven para nada. Aquí es cuando las estufas salen al rescate.
Además, proporcionan una cantidad muy elevada de calorías comparadas incluso con otros sistemas más potentes como las calderas o las bombas de calor. Con modelos que típicamente van de los 6 kWh a más 14 kWh, dependiendo del tamaño y tipo de combustible que usemos, permiten calentar viviendas de tamaño medio-grande sobre todo si contamos con algún sistema que distribuya este calor por el resto de la casa, como un kit de ventilación.
Además y ahondando un poco en el primer punto, sirven también como un sistema de cocinado de emergencia (o aunque no haya emergencia por darnos el gusto de hacer la comida a la parrilla). Si te quedas sin luz ni gas las vitrocerámicas no van a servirte, mientras que basta con poner algún tipo de soporte, una sartén que no nos importe se estropee con el humo y ya tenemos placa de cocina improvisada. Incluso hay modelos que vienen con su propia parrilla y horno en el que podemos cocinar con total comodidad.
También son una gran opción para viviendas con jardín donde suele haber con frecuencia restos de poda abundantes, puesto que podemos aprovecharlos como combustible y ser más sostenibles al tiempo que ahorramos unos euros en la factura.
Incluso las estufas tienen una cierta utilidad en los meses calurosos de verano, puesto que si contamos con una chimenea con buen tiro es posible mejorar la ventilación de la vivienda sin abrir las ventanas. Permiten crear corrientes de aire naturales que extraen parte del calor de la habitación hacia el exterior (el aire caliente tiende a subir por el tiro) y logran así bajar la sensación de bochorno sin recurrir al aire acondicionado.
En resumen, aunque pueda parecer un sistema de calefacción obsoleto y digno de una época pasada, las estufas de leña siguen siendo más interesantes que nunca. Sobre todo si las podemos complementar con un sistema más moderno como la aerotermia y usar uno u otro en función de las circunstancias.
Imagen portada | PxHere
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