A la hora de conocer el comportamiento de un nuevo electrodoméstico, las etiquetas de eficiencia energética son uno de los indicadores más inmediatos que nos permite saber tanto el futuro gasto eléctrico y de agua del equipo como los niveles de ruido o las capacidades reales del mismo.
Es un sistema gráfico que permite observar de un simple vistazo las características más relevantes de nuestra futura adquisición, pero no siempre estas etiquetas resultan intuitivas, sobre todo desde que el año pasado comenzaran a implantarse los nuevos diseños propuestos por la Unión Europea.
Los cambios han originado un pequeño caos entre los consumidores que ahora vamos a la tienda sin saber muy bien qué quieren decir los nuevos valores y si tienen relación con los anteriores, o si es que ahora los electrodomésticos son peores dada su diferente asignación de letras. ¿Qué es lo que ha cambiado y cómo podemos interpretarlo?
Un nuevo etiquetado desde 2021
En los últimos años la aparente facilidad de lectura de las etiquetas de eficiencia energética originales había quedado un poco relegada por la progresiva adición de signos "+" tras el valor "A", el más habitual en los electrodomésticos modernos, que había ido dificultando la comprensión e interpretación del mensaje, ya que los consumidores no sabíamos muy bien qué significaba que un equipo tuviese un solo signo "+", dos o tres.
Por ello los responsables de este sistema de certificación se decidieron a renovarlo parcialmente a partir de 2021 con una nueva escala y nuevo formato de valoración de los consumos que hace que las cifras mostradas en las etiquetas antiguas ya no coincidan con las nuevas, aunque se trate del mismo electrodoméstico.
Así, desde marzo de 2021 se implantaron las nuevas etiquetas para lavavajillas, lavadoras, lavasecadoras, frigoríficos, pantallas y monitores en el territorio comercial de la Unión Europea, a partir de septiembre de 2021 se hizo lo propio para lámparas y bombillas y este 2022 en equipos de aire acondicionado y secadoras.
Sin embargo, uno de los problemas al que nos enfrentamos los usuarios es que no todas las tiendas han realizado esta transición como sería de esperar y en muchas ocasiones nos encontramos con etiquetados duplicados para algunos productos pero no para otros y que resultan algo confusos.
¿Serán estas etiquetas ya las definitivas? Pues no. Las nuevas etiquetas seguirán el ritmo de las mejoras tecnológicas en eficiencia energética y se revisarán cuando el 30% de los productos reciban la máxima clasificación (A) o cuando el 50 % esté en las franjas A y B. Es decir, que en uno años podremos estar como ahora, con un nuevo modelo de etiqueta que volverá a causar confusión.
Adiós a los "+" en la escala y nuevos códigos QR
La etiqueta original hasta 2021 diferenciaba siete clases o niveles de consumo que identificaba con las letras de la A a la G añadiendo a los equipos calificados con "A" esos signos "+" que indicaban mejoras adicionales en la eficiencia.
Las nuevas etiquetas se olvidan de una vez de los "+" y vuelven de nuevo a una escala simple de letras con colores entre la "A" en verde que representa a los más eficientes, y la "G" en rojo que representará a los dispositivos menos eficientes.
Desaparecen por tanto las clases "A+", "A++" y "A+++", que fueron creadas para abarcar y poder describir a los productos más eficientes y que ahora serán sustituidas por valores de "D", "C" y "B" respectivamente. Esto no significa que la calificación del electrodoméstico haya empeorado, sino que el nuevo etiquetado es más estricto y por el momento se deja la categoría "A" vacía a la espera de nuevos productos más eficientes que los actuales que llegarán en los próximos años.
Es decir, un electrodoméstico que antes podía tener una calificación "A+" ahora cuenta con una "D", pero esto no quiere decir que se haya incrementado su gasto eléctrico, simplemente que se ha cambiado la forma con la que calificamos su rendimiento.
Dependiendo del electrodoméstico, las nuevas etiquetas energéticas no solo informan del consumo eléctrico, sino que también aportan datos sobre el agua utilizada por ciclo de lavado, la capacidad de almacenamiento o el ruido, entre otros.
Las etiquetas incorporan también en su esquina superior derecha un pequeño código QR que podremos consultar desde un terminal móvil para conocer información adicional sobre el producto en cuestión antes de su compra.
Más confusión todavía: un nuevo sistema de cálculo
Muy bien, el que hayan cambiado las letras no parece muy complicado y es algo sencillo de entender. Sin embargo, uno de los principales problemas con las etiquetas que ahora tenemos en las tiendas es que se han redefinido los límites de consumo para poder entrar dentro de una clase energética y se ha modificado el sistema de cálculo para los consumos de agua y electricidad, por lo que no hay una correspondencia directa entre las etiquetas antiguas y las nuevas.
¿Qué quiere decir esto? Pues que podemos ver que un mismo producto, como por ejemplo la misma lavadora, en las etiquetas antiguas tenía un gasto eléctrico anual concreto y ahora con las nuevas tiene otro diferente. ¿Cómo puede ser esto? Pues porque se ha variado el tiempo o los ciclos de trabajo del equipo.
Antes se contabilizaba al consumo anual considerando un uso promedio de 220 ciclos al año, sin tener en cuenta otros factores. Ahora se ha cambiado de criterio y se considera el gasto normalizado en un total de 100 ciclos (ya no es anual) para los programas ECO de bajo consumo. Es decir, en el caso del consumo eléctrico de nuestra lavadora, ahora tenemos que los valores considerados son para kWh/100 ciclos mientras que antes eran kWh/año.
Como vemos, las cifras siguen siendo confusas y poco útiles para el consumidor que lo que busca es conocer cuánto gastará la lavadora o el lavavajillas en cada uso, no en 100 usos que es lo que las etiquetas consideran. Sí, la cuenta es sencilla ya que solo hay que dividir el valor que nos dan entre 100, pero aún así no es algo que esté al alcance de todo el mundo, sobre todo si no saben que tiene que hacerlo y si se encuentran además con el doble etiquetado (etiqueta antigua y nueva) al ir a la tienda.
Otra de las novedades de las etiquetas la encontramos en el sector de los televisores, que ahora incluyen además una referencia al consumo medio energético tanto mientras están funcionando en rango dinámico convencional (SDR) como mientras lo hacen en alto rango dinámico o HDR.
Esta diferenciación tiene cierto sentido, ya que la variación en el consumo eléctrico es directamente proporcional al número de nits de la pantalla y puede llegar a ser notable, sobre todo en los modelos LCD más luminosos y dependiendo por supuesto del modo de configuración en el que tengamos puesta la pantalla. Pero una vez más vuelve a generar más complejidad al interpretar los valores.