A la hora de calentar nuestras viviendas en invierno, una de las opciones que tenemos a nuestra disposición son los clásicos radiadores eléctricos de toda la vida, unos equipos baratos de adquirir y fáciles de usar que permiten su uso en múltiples estancias de la casa.
Sin embargo, tienen un inconveniente y es que su consumo energético es muy elevado si lo comparamos con otras alternativas como las calderas de gas o las más modernas y eficientes bombas de calor.
De ahí que en los últimos años, con el precio de la electricidad tan elevado hayan sido una opción cada vez menos recomendable si no queríamos que nuestra factura eléctrica se disparase.
Cambiar radiadores eléctricos por bomba de calor: ventajas e inconvenientes
En mi casa hemos tenido toda la vida radiadores eléctricos en las habitaciones más alejados del salón, donde hay una estufa de leña tradicional pero que en los días más fríos del invierno no tiene la suficiente potencia como para calentar las zonas más lejanas de la casa.
Ningún problema, ya que en caso necesario solo había que encender uno o dos radiadores en dichas zonas y ya está, problema solucionado. O por lo menos hasta hace unos años cuando el coste de la electricidad era mucho más reducido, ya que encenderlos unas horas cada día no suponía un importe tan desorbitado como ahora en la factura.
Por este motivo nos decidimos a instalar un sistema de aire acondicionado con bomba de calor mucho más eficiente que los radiadores, que además sirviese en verano para climatizar y estar fresquitos en casa.
En concreto, el aire acondicionado fijo que instalamos fue de la marca Mitsubishi Electric, y más concretamente los modelos MSZ-AP35VG y MSZ-AP25VG, ambos muy similares en cuanto a tecnología pero con especificaciones ligeramente diferentes, ya que el primero ofrece una potencia de 3.010 frigorías hora frente a las 2.150 frigorías hora de su hermano menor. ¿Qué diferencias he notado con respecto a los radiadores clásicos?
Para empezar, lo primero que notamos es que la factura eléctrica es mucho más reducida. Para tener una capacidad de calor similar entre ambos equipos teníamos que poner el radiador en cada habitación casi al máximo, lo que implicaba un consumo de alrededor de 2.000 vatios hora mientras empieza a calentar y luego de unos 1.000-1.200 vatios en las siguientes horas.
El aire acondicionado con bomba de calor de la habitación, por su parte, tiene un consumo máximo de 700 vatios hora cuando lo enciendes y hasta que calienta la sala, luego baja a menos de 300 vatios gracias a su sistema inverter. Es decir, hemos pasado de unos 1.200 vatios hora de media a cerca de 300 vatios, cuatro veces menos, lo que nos permite usarlo sin estar tan preocupados por el coste a final de mes.
Mayor capacidad calorífica en el aire acondicionado. Sobre todo en el modelo de más potencia, comparado con los radiadores que teníamos, uno de resistencia simple y otro de aceite, la capacidad para generar calor y poner a tono la habitación es muy superior.
En poco más de 30 minutos ya alcanzamos una temperatura agradable en el salón si queremos prescindir de la estufa, mientras que con los radiadores podemos tardar más del doble en los días más fríos y húmedos.
Mejor reparto del calor en la habitación. Con el aire acondicionado podemos redirigir el chorro de aire hacia donde queramos, izquierda, derecha, arriba o abajo, para enfocarnos allí donde queramos más calor, algo que con los radiadores no podíamos hacer.
También nos libramos de tener que andar con los cables todo el día por medio en la habitación y cuando acaba la temporada de frío no tenemos que estar guardando los radiadores en el trastero. Sin embargo, no todo es positivo y también he encontrado algunos inconvenientes.
El precio de su adquisición: sin duda el mayor inconveniente al pasarnos a un aire acondicionado fue el precio, ya que cada aparato tiene un coste que rondó los 750-800 euros frente a los menos de 50-60 euros de los radiadores.
Una instalación más costosa y compleja: derivada del punto anterior tenemos el asunto de la instalación, ya que mientras que el radiador te lo llevas a casa y lo puedes instalar tú mismo, con los aires acondicionados necesitarás que venga un técnico o incluso pedir permiso a la comunidad de propietarios. Esto supondrá un coste que dependiendo de la zona y del instalador sale por entre 150-200 euros adicionales por cada aparato, suponiendo que todo vaya bien y no haya costes añadidos porque sea necesaria una tubería más larga, hacer rozas, repintar, etc.
Mantenimiento más complicado: por estar a una altura elevada, si no estás en perfecta forma física vas a necesitar que te echen una mano a la hora de poder limpiar o sustituir los filtros.
Mayor nivel de ruido: los aires acondicionados, por muy silenciosos que sean hacen ruido ya que funcionan mediante un ventilador que debe girar. En general no es molesto sobre todo si estás haciendo otras cosas, como ver la tele o similar, pero el ruido está ahí y se nota sobre todo por las noches. Por su parte, los radiadores eléctricos son completamente silenciosos con la excepción de los modelos que tienen un ventilador integrado.
Imagen portada | Elaboración propia
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