Desde 1997 hasta buena parte de la primera década de los 2000, los televisores de plasma conquistaron la gama alta por buen tiempo. Era la tecnología más codiciada cuando el usuario quería optar por un panel con la mejor calidad de imagen durante ese tiempo. Sin embargo, tal y como ya comentábamos en nuestro artículo sobre estos televisores, el LCD iba poco a poco comiéndole la tostada, ya que su tecnología iba evolucionando a pasos agigantados.
Una de las ventajas más notorias del LCD era también su menor consumo eléctrico, generando así menos calor y aumentando su vida útil. LG quiso seguir apostando fuerte por los televisores de plasma, aunque el fabricante tenía que resolver el problema del consumo y otros aspectos si no querían abandonar la tecnología. Así es como en 2012 nacieron los paneles PLED.
PLED, un plasma vitaminado exclusivo de LG
PLED viene del acrónimo en inglés Pixel Light Emitting Display. Según la compañía, esta tecnología traía lo mejor del plasma y lo mejor de los televisores LED, combinando ambas tecnologías para intentar ofrecer una mayor calidad de imagen, reduciendo además drásticamente el consumo eléctrico a valores del panel LCD en la época.
Al uso, un panel PLED es como un panel de plasma vitaminado. Es por ello que viene bien recordar cómo funcionan los paneles de plasma para explicar sus diferencias. Y es que la pantalla de un televisor de plasma está formada por dos capas de cristal entre las cuales hay pequeñas celdas con gas Xenón y Neón que, al excitarse mediante un impulso eléctrico se convierten en plasma, haciendo que la cobertura interna de fósforo de la celda brille.
Lo que hace el panel PLED frente al plasma es reducir esas celdas, haciendo que cada subpixel se encuentre en una celda independiente. Esto hace que los gases se encuentren a una concentración mucho mayor. Las celdas contienen también una capa más densa de fósforo.
Esta concentración implica que hace falta mucha menos energía eléctrica para generar el plasma dentro de cada celda. De esta manera llegan las primeras ventajas del PLED: Su consumo eléctrico es menor que el del plasma convencional y se acerca bastante a lo que consumen los televisores LCD.
Al consumir menos, también genera menos calor y su desgaste es menor. Puesto a máxima potencia, un televisor de plasma dura en torno a las 50.000 horas antes de comenzar a degradarse. Esta cifra se suele prorratear respecto a lo que sería un consumo doméstico normal. La cifra resultante es la de unas 100.000 horas, que es el dato que todos conocemos.
En el caso del PLED, la mayor concentración de Xenón y fósforo eleva su vida útil hasta las 80.000 horas de uso extremo (como en el panel de un aeropuerto, por ejemplo) o 160.000 en un hogar.
Otra de las ventajas que el PLED sigue manteniendo de los televisores plasma son sus LEDs autoemisivos. De esta forma, cada pixel puede apagarse y encenderse sin tener que estar sujetos a la retroiluminación de un panel de diodos LEDs en la parte trasera del televisor. Esta tecnología es similar al OLED, aunque no se tratan de diodos LEDs orgánicos.
Esta ventaja hace que el PLED y el plasma tengan mejor contraste que un panel LED. Sin embargo, el PLED también tiene una ventaja frente al plasma: su pantalla es completamente mate, reduciendo el reflejo que pueda generar cualquier punto de luz en el entorno. Y es que por la propia naturaleza de los paneles de plasma, su cristal debe de ser siempre brillante. A veces se reducía este brillo con capas antirreflejos, pero esto hacía disminuir el brillo que emanaba del panel.
PLED también comparte las ventajas de los paneles LED
Si bien tenemos claro que el PLED es como una especie de 'super plasma', esta tecnología también recoge características de los televisores LED, como el procesado electrónico de la imagen, siendo este el mismo que el de un panel LED. Esto elimina la sensación de movimiento 'borroso' de los televisores de plasma en imágenes de alta velocidad, ya que tal y como la tecnología LED, los PLED también tienen tres procesadores de imagen que intercalan fotogramas.
A pesar de la reducción en consumo, las pantallas PLED seguían consumiendo algo más que los paneles LCD. Además, comparten el mismo problema que las pantallas de plasma: el efecto 'quemado' cuando se reproducen durante mucho tiempo imágenes estáticas.
El OLED iba asomando por la esquina
Aunque fue un gran avance frente a los paneles de plasma, la tecnología no llegó a cuajar del todo. Además, se presentaron en un contexto en el que el OLED iba tomando cada vez más forma (aunque todavía seguían siendo muy caros de producir) y los paneles LCD-LED eran mucho más baratos de producir. Además, con estas tecnologías se eliminaban por completo el uso de elementos como el fósforo y los gases, dependiendo cada vez más de un tratamiento electrónico y digital.
De hecho, si a LG le preguntabas en ese momento qué paneles iban a ser el futuro, la compañía solía responder rápidamente con OLED. Y efectivamente, a día de hoy es la tecnología en la que más ha apostado LG en los últimos años.
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