Lo que la historia de las teles planas nos dice sobre el futuro de las Smart TV gigantes: (casi) todos tendremos una en casa

Las 28" típicas de hace unas décadas quedaron muy atrás y ahora tener una tele de 55-65" nos parece algo normal

Los televisores son una de las piezas tecnológicas más deseadas y comunes en la mayoría de hogares. Un sistema de entretenimiento familiar que tras un periodo inicial de relativa escasa evolución ha cambiado en los últimos 20 años a pasos agigantados.

Esta evolución ha ido produciéndose en varios ámbitos diferentes, como el diseño, las prestaciones en calidad de imagen, la resolución, la eficiencia energética, las capacidades de procesamiento y funcionalidades integradas, etc. Pero la más llamativa visualmente ha sido el tamaño.

Cada vez hay teles más y más grandes que desafían el espacio de nuestros salones y nos acercan a la espectacularidad ofrecida por las salas de cine en la comodidad del hogar. Y lo más importante del asunto es que este crecimiento en diagonal está yendo parejo con una bajada relativa en los precios.

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Ponga una tele gigante en casa

Televisor CRT. Imagen: Daniel Christensen en Wikipedia

Hasta finales de los 90 y principios de los 2000 los televisores con tecnología de tubo de rayos catódicos o CRT dominaban el mercado, unos modelos muy cotizados todavía por los amantes de los videojuegos retro que se caracterizaban por ser muy voluminosos y ofrecer diagonales típicas de entre 21 y 32 pulgadas ya en los últimos años.

Y vivíamos tan felices con estos tamaños que ahora mismo parecen pequeñísimos. De hecho, en muchas casas los aficionados a este mundillo teníamos una tele de 28-29 pulgadas (los afortunados podían comprar un retroproyector algo más grande) y nos parecía que era un pantallón donde disfrutar de nuestras pelis favoritas. Hasta que comenzaron a llegar las primeras teles LCD y de plasma a comienzos de siglo.

Primero con unos precios estratosféricos y luego poco a poco haciéndose más asequibles para el gran público con tamaños que ya ascendían popularizando las 42-43 pulgadas para el común de los mortales o hasta 50 pulgadas si contabas con buen presupuesto.

Televisor de plasma. Imagen: Wikipedia

Las teles de plasma desaparecieron en la primera década del 2000 y fueron reemplazadas completamente por los modelos LCD-LED y poco después por la incipiente tecnología OLED, que han ido creciendo en tamaño haciendo que la base para las gamas medias sean ya las 55 pulgadas.

De hecho, hay modelos de teles nuevas que no se fabrican con tamaños inferiores a las 55 pulgadas y la tendencia está haciendo que poco a poco las 65 pulgadas no resulten tan enormes y desproporcionadas como podían parecer hace 10 años para salones pequeños.

Son el objeto de deseo para muchos usuarios con presupuesto medios que por primera vez en la historia de este electrodoméstico pueden acceder a este e incluso tamaños superiores.

Pero el crecimiento en diagonal no se queda ahí, y las 75 y más pulgadas ya se van abriendo paso en el mercado con precios cada vez más atractivos y es de esperar que en pocos años se conviertan en la referencia de un sector que aumenta de diagonal al tiempo que las viviendas bajan o mantienen su tamaño.

Problemas para tener una tele gigante en casa

Las Smart TV gigantes son espectaculares cuando las ves en las exposiciones de las tiendas y queremos llevarnos una a casa para disfrutar al máximo. Pero aunque tengas una habitación lo suficientemente grande como para instalarla y presupuesto para comprarla, no todo son ventajas.

La realidad es que las Smart TV actuales presentan una serie de problemas o desventajas en las que muchas veces no pensamos hasta tenerlas en casa. Pero destacan sobre todo dos: las dificultades para instalarlas y las distancias de visionado.

Las dimensiones físicas del televisor, su tamaño y peso son cuestiones a considerar, ya que no es solo que la tele quepa o no en el hueco del mueble o en la pared donde tenemos pensado instalarla, sino que quizá nos cueste hasta llevarla a casa.

Para empezar, puede que los accesos a la vivienda no estén preparados para tales dimensiones, teniendo problemas a la hora de pasar los paquetes por puertas de ascensores, por las escaleras si son muy angostas y sinuosas o incluso dentro ya de la propia casa al girar la pantalla por los pasillos hasta llegar al salón.

Imagen: Charlesdeluvio

De hecho, no es de extrañar que en algunos casos sea necesario recurrir a rutas alternativas para meter una tele de gran formato dentro de casa, como por ejemplo usar azoteas, balcones, ventanas y similares. Aunque esto conviene consultarlo previamente con la tienda o incluso buscar nosotros la ayuda necesaria, puesto que no todos los servicios de reparto pueden o están dispuestos a hacer el esfuerzo.

Y además tenemos la cuestión del peso, que puede seguir siendo una dificultad añadida en según que casos. Por ejemplo, con 55 pulgadas hablamos en general de pesos que no sobrepasan los 25 kilos, más que soportables por casi cualquier mueble del mercado aunque sea de aglomerado barato y por cualquier pared, incluso las de pladur si tenemos las debidas precauciones.

Pero a partir de ahí el peso se dispara con cada pulgada y no es de extrañar que los modelos que rondan las 100 pulgadas estén alrededor de los 60-70 kilos más peanas, soportes para colgarlas y embalajes pueden subir a más de 90 kilos.

Imagen: LG C3

Además tenemos la cuestión de las distancias de visualización recomendadas, que no todas las viviendas cumplen. Así, la regla generalmente aceptada para uso doméstico de un televisor es que la distancia mínima de visionado para contenidos y usos generalistas sea de tres veces la altura del televisor o 1,6 veces la diagonal de una pantalla 16:9.

Es decir, las cada vez más populares 65 pulgadas requerirían que nos sentásemos a unos 2,5 metros de distancia, equivalente a un ángulo de visión de 30º. Unas cifras con  las que disfrutar de la pantalla con cualquier tipo de contenido y durante tiempos prolongados sin fatigarnos.

Sin embargo, con pantallas cada vez más grandes y la consolidación de la resolución 4K en teles y proyectores ha hecho que los creadores de contenidos modifiquen la forma de hacer cine y series y que para una tele de 77 pulgadas actual se esté recomendando sentarse a 1,48 m de distancia.

Con la implantación masiva de resoluciones superiores, como las 8K que actualmente solo están disponibles en algunos modelos de alta gama, tendremos menos limitaciones aún, ya que por muy cerca que nos sentemos será difícil ver la estructura de los píxeles y podremos acomodar teles más grandes en espacios más pequeños.

Imagen portada | TCL

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