Puede que si estás buscando un sistema de calefacción para usar en casa, cuando hayas acudido al comercio de turno o hayas buscado en la tienda online, te hayas topado con un tipo de dispositivo que se anuncia como radiador de calor azul.
Eso de calor azul puede sonar vagamente a las estufas de llama azul que funcionan con gas butanos, pero no tienen nada que ver con estas. Los radiadores de calor azul vienen a ser como los radiadores eléctricos de toda la vida en apariencia, pero esconden una importante diferencia.
Son radiadores de aceite
Los radiadores de calor azul son en realidad radiadores de aceite. Son dispositivos de calefacción que utilizan un aceite térmico como medio para transferir y retener calor en lugar del agua que sirve para calentar el ambiente con los radiadores convencionales.
Y aunque se les llama "radiadores de aceite", en realidad no queman ni consumen el aceite. En lugar de eso, el aceite circula a través de los conductos internos del radiador, absorbe calor de la resistencia eléctrica que calienta el aceite y luego libera gradualmente ese calor en el ambiente circundante.
En el interior de este tipo de radiador de aceite, hay un elemento calefactor que calienta el aceite. Este elemento suele ser una resistencia eléctrica y el aceite térmico sirve como un medio para transferir y retener el calor. Una vez que el aceite se calienta, este se transfiere a las láminas de metal que son las que vemos y mantiene el calor durante un período de tiempo más largo en comparación con algunos otros tipos de radiadores.
Pros y contras
Y es verdad que tienen ciertas ventajas como por ejemplo que no producen olores derivados de consumir gases o dejan residuos, son más seguros que una estufa de gas y además, una vez apagados conservan el calor durante algunas horas.
Como en otro tipo de sistemas de calefacción, la mayoría de los radiadores de aceite están equipados con termostatos y controles de temperatura, lo que permite a los usuarios ajustar la cantidad de calor que se produce. Además, la instalación es barata y fácil de llevar a cabo y sencilla de mantener. Pero más allá de esto, hay que tener en cuenta la parte negativa.
Este tipo de radiadores basan su funcionamiento en el llamado efecto Joule, un fenómeno físico descubierto por el físico británico James Prescott Joule en la década de 1840 que ocurre cuando la corriente eléctrica atraviesa un conductor y experimenta una resistencia, lo que provoca la generación de calor.
Esto significa que cuanto mayor sea la corriente eléctrica que fluye a través de un conductor y cuanto mayor sea su resistencia eléctrica, mayor será la cantidad de calor producido.
Sin embargo, se trata de dispositivos con una escasa eficiencia energética o al menos no mayor que la que ofrecen otras estufas o radiadores. Al igual que en muchos otros dispositivos para climatizar, cada vatio de potencia eléctrica usada se transforma en calor generado. Dan bastante calor, es cierto, pero requieren mucha energía para lograrlo. Si por ejemplo queremos lograr 2.000 W de calor, vamos a necesitar consumir 2.000 W de energía.
Hay que tener en cuenta, viendo esto, que un radiador de calor azul de los que nos venden como más eficientes, no lo son tanto. El consumo de energía para producir calor (con el funcionamiento de la resistencia) es el mismo que el de otras estufas y radiadores y queda muy lejos de la eficiencia que logra una bomba de calor.
Mientas que el rendimiento de un radiador de calor azul es del 100%, una bomba de calor de las que se pueden encontrar en la actualidad ofrecen un rendimiento del 360%. Dicho de otra forma, para generar el mismo calor, el radiador eléctrico de calor azul gastará 3,6 veces más electricidad que la bomba de calor.
Por lo tanto, podríamos concluir que los radiadores de calor azul no suponen un avance, si hablamos de eficiencia, respecto a las estufas eléctricas que todos conocemos.
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