A la hora de comprar un nuevo televisor inteligente solemos querer hacernos con las características tecnológicas más punteras, algo que los fabricantes dejan para las gamas más altas, donde incorporan resoluciones imposibles, luminosidad impactante, todo tipo de funcionalidades, el mejor contraste y procesamiento de imagen, etc.
Pero tener todo esto implica dos costes económicos importantes. El primero lo pagamos en el momento de comprar la tele, con un precio superior al de los modelos de gama baja. Al segundo le vamos haciendo frente poco a poco, sin enterarnos, con el uso diario, ya que los televisores prémium gastan mucha más electricidad que los de gama baja.
Dependiendo de los modelos en concreto y de las tecnologías implementadas en los paneles, esta cantidad de vatios extra puede llegar a ser considerable y hacernos pagar bastante más en la factura de la luz cada mes.
Es una situación que no suele reflejarse de forma directa en las nuevas etiquetas de eficiencia energética, o por lo menos no en el indicador principal con grandes letras y colores. Pero sí aparece bien marcado en el secundario que hace referencia al consumo con máximos niveles de brillo.
Más prestaciones implican más consumo eléctrico
Si nos fijamos en las calificaciones presentes en estas etiquetas para la mayoría de modelos, podemos observar cómo curiosamente en general los televisores modernos obtienen unos valores muy bajos de eficiencia energética, al contrario que otros equipos del hogar como lavadoras, frigoríficos, etc.
De hecho basta ir a cualquier tienda online, hacer una búsqueda o clasificación por "eficiencia energética" y podemos observar cómo la mayoría de teles ofrecen una certificación "F" o "G", situándose los modelos de gamas más altas en esta última categoría. Y solo unos pocos televisores de pequeña diagonal y gamas bajas obtienen la calificación "E".
Para comprobar los datos de forma más concreta solo tenemos que ir a las especificaciones de cada marca, en sus páginas web para un modelo concreto, y ver en la etiqueta de eficiencia energética los valores de consumo en SDR/HDR en kWh por cada 1000 horas, que traducimos fácilmente a vatios/hora.
El primer término (SDR) hacer referencia a un consumo "estándar" para un uso intermedio con los valores de brillo y luminosidad en el rango medio, mientras que el segundo (HDR) se refiere a valores "máximos" cuando usamos las funciones de alto rango dinámico de la tele con la luminosidad al máximo.
Podemos empezar tomando como ejemplo uno de los modelos de gama alta más recientes como la nueva Samsung QN95B Neo QLED, un televisor de este 2022 que está empezando a llegar a las tiendas ahora, con tecnología LCD-miniLED y puntos cuánticos. En este caso el consumo eléctrico para la versión de 55 pulgadas es de 93/193 vatios, unos valores típicos en esta gama alta de teles.
Si bajamos en prestaciones en la línea del mismo fabricante y nos alejamos de los modelos tope de gama QLED nos encontramos con modelos básicos LCD como el Samsung ue55au7105, también de 55 pulgadas y que es gama media-baja. En este caso el consumo eléctrico es de 101/130 vatios. Como vemos sube ligeramente en SDR pero baja mucho en HDR, con una diferencia de 63 vatios, lo que supone un 48% más de gasto eléctrico en el modelo más avanzado.
Si cambiamos de fabricante, podemos tomar como ejemplo dos modelos LCD de LG. El primero es el LG 55UQ70006LB, un modelo LCD-LED 4K de gama media-baja con un consumo de 102/130 vatios. Si lo comparamos con otro LCD de alta gama podemos elegir el LG 55NANO966PA, uno de los más punteros del fabricante con tecnología 8K NanoCell y un consumo eléctrico de 130/189 vatios.
En este caso pasar del modelo de gama media-baja al más prémium supone un incremento del consumo en SDR del 27,45%, valor que asciende hasta el 45,4% en el caso del HDR.
En el caso de la tecnología OLED también se pueden apreciar diferencias similares. Por ejemplo tomando como referencia dos modelos de reciente hornada como el LG OLED55B2, gama de entrada a OLED del fabricante y el LG OLED55G2, modelo más puntero de esta temporada, observamos unos consumos de 84/151 y 81/166 vatios respectivamente.
Parecen solo ligeras diferencias en el consumo en favor de la tele más básica, pero esto es a pesar de que la G2 utiliza un panel EVO un 20% más eficiente que su hermana menor, gastando aún así más electricidad en HDR.
Estos son los motivos del mayor gasto eléctrico
Muy bien, parece claro entonces que los televisores de gama alta consumen más electricidad que los más baratos, pero ¿cuáles son los motivos?
Pues el primero y más obvio es la potencia luminosa. Los fabricantes dejan para sus gamas altas los paneles más brillantes con los que ofrecer un alto rango diámico o HDR más realista. Pero este exceso de luz necesita más electricidad que al final se refleja en el consumo y en la factura de la luz cada mes. Es algo que notaremos en menor medida si solo usamos la tele para ver contenidos en SDR, como por ejemplo la TDT, canales de cable de nuestra operadora o similares.
Cómo se controla esta intensidad luminosa tiene también una repercusión en el gasto eléctrico. Así, los modelos más básicos que no montan complejos sistemas de gestión FALD o en matriz por zonas suelen evitarse un gasto eléctrico al que sí tienen que hacer frente los de gamas más altas.
Los televisores prémium montan además sistemas de procesamiento y tratamiento de la imagen más avanzados, CPUs más potentes de última generación con capacidades de inteligencia artificial impensables hace años para analizar cada fotograma y realizar infinidad de ajustes en tiempo real. Todo esto tiene un coste en el consumo de energía.
También al subir en resolución notamos un mayor consumo eléctrico dado que es necesaria mas potencia de procesamiento y para controlar cada uno de los píxeles extra. Esto contribuye a que las teles 8K gasten en general más que los modelos 4K.
Y el sistema de sonido que incorpore la tele también juega un papel fundamental en el gasto eléctrico. No es lo mismo un modelo básico con sonido estéreo de 5 o 10 vatios por canal que uno con barra de sonido integrada o conjunto de altavoces para cine en casa con una potencia nominal de 40 o 60 vatios en total.
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