A la hora de montar un sistema de cine en casa, ya sea mediante un conjunto de receptor más altavoces, con una barra de sonido o directamente desde el propio televisor inteligente, hay una pieza fundamental que nos permite mejorar la calidad global del sonido a bajas frecuencias.
Es el subwoofer o altavoz para graves, un dispositivo de enormes proporciones que muchas veces viene de serie con nuestros equipos, pero que también podemos comprar aparte para lograr una respuesta sonora más contundente. ¿Qué es, para qué sirve, qué tipos hay y cuáles son sus características principales? A continuación vamos a repasarlo.
Qué es un subwoofer y para qué sirve
El subwoofer es el altavoz de bajas frecuencias de un sistema de sonido, ya sea de cine en casa o de música en estéreo, y tiene dos misiones básicas: reproducir sin distorsión frecuencias a las que el resto de altavoces no son capaces de llegar y reproducir el sonido almacenado en las pistas de audio ".1" de los formatos multicanal.
Este ".1" es también conocido como canal de efectos de bajas frecuencias o LFE y en él se incluyen sonidos de sub-graves cuyo objetivo es hacer vibrar al espectador en efectos como explosiones y disparos. Pero también recrean un ambiente sonoro más realista reproduciendo tonos de muy baja frecuencia producidos por motores, estancias cerradas, sonido ambiental, etc.
Las primeras pistas de audio que integraban este canal LFE lo usaban de forma esporádica y sólo para resaltar ciertos momentos clave de la acción. Sin embargo, ahora mismo la mayoría de las películas lo usan de forma casi continuada no sólo para reforzar algunos sonidos, sino más bien para recrear una escena sonora inmersiva.
Además el subwoofer se encarga de "proteger" al resto de altavoces del conjunto de cine en casa reproduciendo las frecuencias más complicadas que los dañarían si tratásemos de reproducirlas a volúmenes elevados.
Trabajar a este tipo de bajas frecuencias por debajo de 100 Hz hace que los altavoces tengan que esforzarse mucho, lo que provoca que puedan fácilmente salir de la zona lineal de funcionamiento, dependiendo de sus características y de cómo esté construida la caja, favoreciendo así la posible rotura del altavoz o reduciendo su vida útil si le exigimos altas presiones sonoras.
Por ello contar con un buen subwoofer nos permite proteger al resto de drivers del conjunto redirigiendo las frecuencias problemáticas hacia él, que está mucho mejor preparado para soportarlas.
Tipos de subwoofers
Existen fundamentalmente dos tipos de subwoofers en función del tipo de amplificación que necesiten: los pasivos y los activos. Los primeros no tienen elementos activos de amplificación que les doten de la potencia suficiente como para producir sonido. Son, por así decirlo, un transductor (altavoz) metido en una caja, algo similar al resto de bafles frontales, centrales y de efectos, pero enfocado a la reproducción exclusiva de bajas frecuencias.
Los pasivos necesitarán de un amplificador externo que les proporcione la potencia eléctrica necesaria para mover su membrana y producir el sonido. No tienen controles de volumen ni de fase o frecuencia, funciones que tendremos que variar desde el receptor A/V o desde el amplificador que usemos para alimentarlos.
Por su parte, los subwoofers activos cuentan con una etapa de amplificación integrada generalmente en la propia caja acústica. Suelen ser los más frecuentes de encontrar en el mercado, ya que incorporan todo lo necesario para ponerlos a funcionar desde el primer minuto, con sólo conectarlos a la toma eléctrica y al receptor, televisor o barra de sonido por un cable RCA o de forma inalámbrica.
Además suelen incorporar funciones extra como control de volumen, control de fase, gestión de la frecuencia de corte, realce de ciertas frecuencias graves, incluso sistemas de encendido y apagado automático, mando a distancia o comunicación inalámbrica con el receptor.
Con respecto al formato de diseño de su caja acústica, lo habitual en el mercado es encontrar subwoofers de caja sellada o de tipo bass-reflex (los que tienen un tubo, ranura para salida de aire o una membrana extra pasiva), estos últimos permiten bajar más en frecuencia, pero tienen la contrapartida de introducir un retardo de grupo en el sonido final que en ocasiones puede llegar a ser molesto dando la sensación de un sonido más blando, con menos pegada, o incluso dificultar la ubicación de la caja en la sala.
Qué buscar en un buen subwoofer para cine en casa
A la hora de escoger nuestro subwoofer ideal hay varios factores que conviene tener en cuenta más allá del tamaño, colores y formas para que al llevarlo a casa tengamos un resultado satisfactorio.
Respuesta en frecuencia
Un buen subwoofer, más allá de su aspecto estético, debería ser capaz de reproducir teóricamente todas las frecuencias hasta casi cero hercios, sin distorsión y con una presión acústica suficiente. En la práctica no es posible llegar a esta frecuencia, pero los mejores modelos comerciales sí se acercan a unos 20-25 Hz sin distorsión o con una distorsión no perceptible.
Esto no quiere decir que un subwoofer con una respuesta que no llegue a 25 Hz sea malo, es más, en la mayoría de instalaciones domésticas puede que el resultado sea más satisfactorio que uno de gama completa, ya que este último tenderá a producir vibraciones indeseadas en objetos y elementos decorativos de la habitación.
En general, un buen subwoofer para cine en casa debería ser capaz de bajar de forma pasiva (sin contar con la acústica de la sala) y sin problemas de distorsión hasta frecuencias de unos 40-45 Hz con caídas de unos 3-6 dB y llegar a unos 20 Hz con caídas máximas de entre 9-12 dB.
Tamaño del driver
Para lograr los anteriores requisitos de respuesta en frecuencia, que normalmente nos darán los fabricantes en las especificaciones, tendremos que tener un driver de gran tamaño si queremos que el subwoofer ofrezca un buen volumen sin distorsión.
En general, como mínimo necesitaremos que cuenten con una membrana de por lo menos 8 pulgadas, siendo recomendable uno de 10, 12 e incluso de 15 pulgadas si podemos permitirnos instalarlo en la habitación. Los modelos más pequeños que podemos encontrar en el mercado suelen ser de unas 6,5 pulgadas. No es que sean malos, pero no serán capaces de bajar tanto en frecuencia a volúmenes elevados.
En las tiendas también encontraremos modelos que vienen con varios drivers situados en direcciones opuestas. Esto les permite ofrecer más potencia al tiempo que reducen las vibraciones en la caja acústica, logrando un sonido con menos coloración.
Potencia de amplificación
¿Cuánta potencia necesitaré? La respuesta depende del resultado final que queramos conseguir. Sobre todo porque las pistas de audio en el cine tienen un rango dinámico bastante elevado a nivel del canal LFE que hace que en el caso ideal sea necesaria mucha, mucha potencia para poder ofrecer la presión acústica que demanda la banda sonora.
Sin embargo, como en la mayoría de los casos no tenemos una sala dedicada ni unos oídos inmunes a los altos volúmenes, lo normal es rebajar las expectativas de presión sonora del subwoofer hasta niveles con los que nos vayamos a sentir cómodos en las cerca de dos horas que suelen durar las películas.
En Internet podréis ver casos de gente que instala en casa subwoofers con centenares, incluso miles de vatios de potencia, configurando sus equipos domésticos para tener presiones sonoras de más de 115 o incluso 120 dB. Esto es en general exagerado y además puede ser perjudicial para nuestros oídos escuchar volúmenes tan elevados de forma frecuente.
En general, para una sala de tamaño medio de unos 20 metros cuadrados, con unos 150-300 vatios RMS debería ser suficiente para nuestro subwoofer, aunque por supuesto esto dependerá de múltiples factores internos y externos.
Entre los primeros tendremos lógicamente la sensibilidad del altavoz, algo que no podremos variar y en función de la cual obtendremos para una misma potencia una mayor o menor presión sonora (a mayor sensibilidad mayor presión sonora para la misma potencia de excitación).
Y entre los factores externos tendremos que considerar cómo es la sala y cómo está asilada acústicamente, la posición del subwoofer y sobre todo cómo son el resto de altavoces de nuestro home cinema. Es decir, si el resto de bafles de los otros canales son capaces de bajar bien en frecuencia podrán encargarse de los graves que les correspondan.
Si por el contrario los demás canales están formados por altavoces pequeños que no pueden bajar en frecuencia, como es el caso típico de las barras de sonido o de los kits de cine en casa, entonces necesitaremos contar con un subwoofer más potente que se ocupe de cubrir su rango de frecuencias.
Imagen portada | Klipsch
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