La temperatura ideal en casa durante Navidad para no derrochar calefacción: esto es lo que dice la ciencia

Seleccionar una temperatura adecuada en el termostato es esencial para no derrochar calefacción pero sin renunciar a estar bien confortables

Llega la Navidad en plena época de frío invierno y en la mayoría de hogares toca revisar nuestros sistemas de calefacción y encenderlos para estar lo más confortables posible en las reuniones con familiares y amigos.

Sin embargo, con el precio de la energía todavía por las nubes, tanto el de la electricidad como el de los combustibles, conviene ser lo más eficientes posible y ahorrar cada vatio eléctrico, de gas y cada gramo de leña o pellets que echemos a nuestras estufas.

Para ello uno de los factores más importantes es saber elegir correctamente qué temperatura debemos seleccionar en nuestros termostatos o, si no tenemos termostato porque por ejemplo usamos una estufa, poder controlar cuál es la temperatura de la sala para no pasarnos gastando combustible.

La temperatura ideal en casa: esto es lo que dice la ciencia

Muy bien, entonces, ¿cuál es la temperatura ideal que conviene poner en el termostato para lograr un ambiente confortable sin gastar una fortuna en electricidad o combustible para la caldera?

La respuesta no es única, ya que aunque la ciencia responde con una serie de cifras teóricamente "ideales", la realidad es que al final la temperatura ideal dentro de casa dependerá de múltiples factores, como quién vive en ella, nuestras percepciones térmicas, la edad de los  habitantes, la humedad ambiental, el tiempo que vamos a pasar en su  interior, etc. No obstante, hay una serie de valores que podemos tomar como referencia para a partir de ahí comenzar a jugar con el termostato.

Según un estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) y teniendo en cuenta criterios normalizados de ergonomía del ambiente térmico, la  temperatura de confort en un ambiente cerrado como es una vivienda y de actividad "pasiva", es decir, cuando no estamos realizando ninguna actividad física, se sitúa en invierno entre los 21°C y los 23°C para el horario diurno y entre 15°C y 17°C en horario nocturno.

Si sobrepasamos estos 23 grados el aire estará más reseco, aumentará la incomodidad dentro de casa y dispararemos el consumo energético en cuanto vayan bajando las temperaturas exteriores, sobre todo si nuestra vivienda no cuenta con un buen aislamiento. ¿Cuánto? Pues entre un 7% y 10% por cada grado de más que pongamos en el termostato.

La temperatura ideal en casa: factores adicionales

Como señalábamos al principio, no existe una "temperatura perfecta" general que podamos aplicar y ya está, puesto que hay una serie de factores que influyen en nuestra percepción del frío y en nuestras necesidades dentro de casa. Entre ellas podemos destacar las siguientes:

Tipo de habitación donde estamos

La temperatura ideal dependerá del tipo de habitación en la que la encendamos la calefacción. Por ejemplo, no es lo mismo un cuarto de baño donde queremos momentáneamente un ambiente más cálido para no pasar frío al salir de la ducha durante unos minutos que un dormitorio donde solo entramos a dormir por la noche o el salón donde  estaremos muchas horas a lo largo del día.

En habitaciones como el baño para periodos cortos de tiempo podemos tener la calefacción al mínimo o desconectada y usar un calefactor eléctrico portátil de acción rápida que nos permitirá alcanzar esas calorías extra en un espacio corto de tiempo sin tener que esperar a que el baño esté permanentemente a esa temperatura más elevada, puesto que la mayor parte del día no vamos a aprovecharlo.

En estancias como la cocina tendremos además la ayuda de los fogones, que van a incrementar la temperatura media mientras cocinamos y donde en general pasaremos poco tiempo y tenemos además equipos de refrigeración que funcionarán mejor con temperaturas bajas o moderadas, como frigoríficos y congeladores. Por ello no suele ser muy recomendable subir el termostato en esta estancia, sino más bien ponerlo en un nivel inferior, como por ejemplo entre 19-20 °C.

Como vemos, lo recomendable es contar con sistemas de calefacción que podamos controlar de forma independiente en cada habitación, o si tenemos un termostato unificado para toda la casa, que esté instalado en una zona céntrica y de uso medio donde vayamos a pasar la mayor parte del tiempo, como por ejemplo un salón.

Sensación térmica y nivel de humedad ambiental

Otro factor que interviene en el confort de la vivienda y que puede influir en cuánto gastamos en calefacción es la llamada sensación térmica, término que hace referencia a la capacidad de las personas para percibir ante una misma temperatura externa objetiva distintas sensaciones de frío o calor.

Y uno de los culpables de que esta sensación térmica varíe dentro de casa es el porcentaje de humedad relativa o relación entre la presión parcial del vapor de agua y la presión de vapor de equilibrio del agua a una temperatura dada. Por encima de valores del 50% de humedad relativa en el hogar suele aumentar la  sensación de calor y al contrario, con valores inferiores solemos tener la sensación de que hace más frío y tenderemos a subir la calefacción gastando más.

El IDAE recomienda una humedad relativa de un 40%-50% para dentro de casa y, en caso de que queramos variar este porcentaje sin recurrir a subir  la calefacción o aire acondicionado, podemos optar por utilizar algún humidificador o deshumidificador que nos permitirá modificar la cantidad de agua presente en el aire de la vivienda.

Estado de salud y actividad de los habitantes

Las cifras antes recomendadas son valores dados para personas medias de edad media con buena salud.  Sin embargo, hay situaciones en las que probablemente tendremos que variar el termostato para lograr mejorar el confort dentro de casa.

Por ejemplo, según las directrices de la OMS sobre vivienda y salud que están accesibles directamente desde esta página web, el organismo establece que cada vez existen más evidencias de que las temperaturas frías en espacios interiores tienen consecuencias negativas para la salud humana, ya que el aire frío inflama los pulmones e inhibe la circulación.

Es el caso de viviendas donde hay niños pequeños, especialmente bebés, pero también ancianos y personas enfermas o con movilidad reducida que por su situación física no puedan realizar actividad física a lo largo del día, teniendo un metabolismo más lento.

¿Qué temperatura se considera demasiado fría para el interior de los hogares en personas de edad adulta y sanas? Pues la OMS establece que para países con climas templados o de frío moderado (como España), la barrera se sitúa en los 18 ºC para tener un ambiente seguro y equilibrado. Así, según podemos leer en el estudio:

No existe un riesgo demostrable para la salud de las personas  sedentarias sanas cuya vivienda tiene una temperatura del aire de entre  18 y 24 °C.

La Organización señala además que para los grupos de habitantes más vulnerables, incluidas las personas mayores, los niños y las personas con enfermedades crónicas, puede ser necesaria una temperatura mínima interior superior a 18 °C. ¿Cuántos grados más? Pues no lo especifican, pero hay otros estudios que recomiendan que la temperatura del hogar para bebés y personas vulnerables debe situarse entre los 22-24°C por el día y los 18-20°C por la noche.

Imagen portada | Arthur Lambillotte

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