Muchas veces encendemos la calefacción sin plantearnos qué temperatura es más adecuada y que podemos variarla a voluntad en diferentes momentos del día
Llega otra vez la temporada de frío y toca volver a encender nuestros sistemas de calefacción para estar bien calentitos en casa, lo que sin duda supondrá un incremento en el gasto familiar a final de mes con independencia de que nuestro equipo sea más o menos eficiente y funcione con electricidad, leña, gasóleo o pellets.
Dependiendo de dónde vivamos, si el frío es muy intenso y duradero este gasto puede llegar a ser considerable, por lo que optimizar el uso de la calefacción es una buena opción si no queremos gastar una fortuna. ¿Cómo podemos hacerlo?
En anteriores artículos hemos visto algunos consejos generales y variados para bajar el gasto energético en casa durante el invierno. Hoy vamos a centrarnos en optimizar el uso de un elemento que la mayoría de nosotros tenemos en casa pero al que no solemos prestar mucha atención: el termostato de la calefacción.
Elegir la temperatura adecuada en cada instante del día
El termostato es un elemento clave a la hora de estar confortables y ahorrar energía, ya que controla cuánto va a funcionar nuestra calefacción y por tanto cuánto va a gastar.
Puede estar integrado en el equipo de calefacción, como un radiador eléctrico con la clásica rueda de temperatura o en la bomba de calor de un aire acondicionado, pero también estar instalado directamente en la pared de la vivienda para controlar la calefacción central. ¿Cómo conviene manejarlo?
El primer consejo y el más importante para mantener los gastos de calefacción a raya es seleccionar en nuestros equipos una temperatura óptima que permita tener una buena sensación de confort, pero de forma eficiente, algo que queda reflejado en este estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía).
Así, teniendo en cuenta criterios normalizados de ergonomía del ambiente térmico, la temperatura de confort en un ambiente cerrado como es una vivienda y de actividad "pasiva", es decir, cuando no estamos realizando ninguna actividad física, se sitúa en invierno entre los 21°C y los 23°C para el horario diurno y entre 15°C y 17°C en horario nocturno.
Si seleccionamos valores superiores a estos 23 grados en nuestros sistemas de calefacción, el aire estará más reseco y aumentará la incomodidad dentro de casa, disparándose además el consumo energético y con ello el gasto a final de mes. Los cálculos al respecto nos cuentan cómo para cada grado que elevamos la temperatura con respecto al valor óptimo, el consumo de energía se incrementa entre el 5-10%, dependiendo de la vivienda y el sistema de calefacción.
Muy bien, pues seleccionamos un valor óptimo de la temperatura, como por ejemplo 22 grados y ya está ¿no? Pues no. Esto es solo el punto de partida si queremos ahorrar lo máximo posible.
Otro aspecto muy importante a tener en cuenta sobre todo si utilizamos un sistema de calefacción eléctrico, ya sean por ejemplo radiadores o bombas de calor, es ajustar el mayor consumo de los equipos a las horas cuándo la electricidad es más barata.
Muchas veces por comodidad encendemos la calefacción, pero la mantenemos de forma constante todo el día o incluso por la noche. Sin embargo, con la llegada de los tramos horarios en la factura de la luz, podemos jugar con el gasto eléctrico subiendo la temperatura dos o tres grados grados en las horas más baratas, así como apagando algún equipo y bajando la temperatura en los tramos más caros.
Estas variaciones podemos hacerlas de forma manual o, si no queremos estar pendientes, aprovechar los temporizadores y programadores que incluyen muchos equipos de calefacción.
Y, ¿qué sucede si nuestro equipo no cuenta con un termostato donde se marquen los grados, sino directamente la clásica rueda de potencia? Esto es muy habitual en los radiadores eléctricos, donde no se suelen indicar grados sino varias marcas a lo largo de un potenciómetro.
En estos casos lo que podemos hacer para averiguar si tenemos la sala a la temperatura ideal es usar un termómetro externo situado en la zona donde vayamos a estar sentados y variar la potencia de los equipos de calefacción hasta que dicho termómetro marque la temperatura deseada, por ejemplo esos 22 grados.
Combinar equipos eléctricos con sistemas de combustión
Dando un paso más en el consejo anterior podemos además aprovechar la variabilidad de los precios de la luz (suponiendo que tengamos una tarifa PVPC) para elevar el termostato con los equipos eléctricos cuando nos resulte más interesante y pasarnos a combustibles fósiles cuando la luz suba de precio.
Hay días donde la electricidad suele estar mucho más económica, como por ejemplo los fines de semana, donde la diferencia de precio por cada kilovatio hora consumido puede llegar a ser menos de la mitad, incluso a veces hasta tres o cuatro veces más barato con respecto al importe en horas punta.
Lo más eficiente en estos casos es aprovechar para encender y subir la temperatura dos o tres grados con respecto a la óptima conectando estos equipos eléctricos en las horas más baratas y apagarlos recurriendo a los sistemas de calefacción basados en gas, leña y pellets en las horas más caras cada día.
Otra opción y dado que por ejemplo en el caso de la las estufas de leña no se encienden inmediatamente, sino que tardan un rato en funcionar a plena potencia, pasa por comenzar la mañana calentando con este tipo de sistema de combustión y a partir de las 14:00-15:00 horas, cuando suele bajar el precio de la luz, dejamos de gastar leña y mantenemos el calor encendiendo los sistemas eléctricos para pasar la tarde-noche.
Imagen portada | Will
En Xataka Smart Home | Qué temperatura es recomendable tener en casa para estar bien calentitos y ahorrar en la factura a final de mes
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