La Alta Fidelidad es una afición extremadamente subjetiva. No existe una estética sonora que guste a todos los aficionados, sino una infinidad de opciones de rasgos definidos que se amoldan más o menos bien a la idea que cada uno de nosotros tiene acerca de cómo debe ser restituida la música en la intimidad de nuestro hogar.
Los responsables del sonido de un equipo son, por un lado, las características acústicas de la habitación en la que está instalado, y, por otro, los componentes del propio equipo. Un audiófilo al que le gustan las emociones fuertes probablemente elegirá una etapa con una gran entrega de corriente capaz de soportar impertérrita los contrastes dinámicos más agresivos. Sin embargo, otro al que le atrae la calidez preferirá, quizás, las electrónicas a válvulas o en clase A. Es evidente que todas las opciones son igualmente respetables. No obstante, pongamos el dedo en la llaga.
¿Clase A o A/B? ¿Mejor D? ¿U otra?
Esta es una de las discusiones más manidas por los fans del sonido absoluto. Al margen de las preferencias que tenga cada audiófilo (yo, por supuesto, tengo las mías), lo cierto es que existen diferencias muy notables no ya en el sonido, que habitualmente se dan, sino, también, en otros ámbitos objetivos.
Las etapas que trabajan en clase A pura, o, en su defecto, en clase A/B con un bias muy elevado, consumen mucha energía eléctrica y tienen una eficiencia muy baja, por lo que disipan mucha de esa energía en forma de calor. Además, son muy pesadas y voluminosas. Pero también tienen algunas ventajas objetivas. La más importante de todas ellas, como demuestra Nelson Pass en este interesantísimo artículo, es que la distorsión de los amplificadores que la utilizan es sensiblemente menor en todo el rango de entregas de potencia. De hecho, esta afirmación es estrictamente cierta: la distorsión y la corriente bias son inversamente proporcionales.
Los amplificadores que trabajan en clase A/B suelen entregar unos pocos vatios en clase A, normalmente no muchos, aunque este valor depende de cómo esté ajustada la corriente bias, y su régimen de trabajo restante se realiza en clase B. Por esta razón, consumen mucho menos que las etapas de clase A pura, se calientan menos y también suelen ser menos voluminosos debido a que no exigen la presencia de disipadores tan grandes como los que requieren los amplificadores que operan en clase A. ¿Cuál es la pega en ese caso? Sencillamente, como su bias es menor, su distorsión es mayor. Cuantificar en qué medida puede percibirse esta distorsión depende de cada aficionado.
El último tipo de amplificadores en los que merece la pena que reparemos son los de clase D, también conocidos como «digitales», aunque, sinceramente, a mí no me gusta mucho esta denominación. Son pequeños, relativamente ligeros, muy eficientes (por lo que transforman en entrega de potencia buena parte de la energía que reciben) y se calientan poco. La distorsión de los primeros modelos era muy superior a la de los diseños en clase A o A/B, pero actualmente hay en el mercado propuestas que suenan realmente bien, lo que ha provocado que fabricantes consagrados como Rotel, NAD, e, incluso, Burmester o Classé, entre otros, se hayan adentrado en este mercado.
¿Válvulas o transistores?
Si un melómano de la primera mitad del siglo XX viajase en el tiempo hasta nuestros días y viese el equipo de música de algunos audiófilos, probablemente no se encontraría desubicado. Al contrario, se sentiría como en casa al comprobar que se siguen utilizando válvulas de vacío en muchos componentes de Alta Fidelidad. Es evidente que las válvulas ya no son necesarias; la tecnología de los transistores ha mejorado tanto que hay cientos de productos de todo tipo que suenan de maravilla, y en su interior solo podemos encontrar dispositivos de estado sólido.
Aun así, muchos audiófilos siguen prefiriendo los aparatos que recurren a las válvulas porque, habitualmente, perciben una calidez y una densidad que no creen encontrar en los dispositivos de estado sólido. Probablemente también debe existir una cierta atracción romántica, porque no se puede negar que algunos amplificadores a válvulas son realmente preciosos.
En cualquier caso, nos interesa mucho vuestra opinión. ¿Qué pensáis acerca de todo lo que hemos expuesto en este post? ¿Habéis tenido la ocasión de escuchar electrónicas en clase A pura? ¿Y con válvulas de vacío? Animaos y decidnos qué opináis.
Más información | «Abandonando la clase A», Nelson Pass En Xataka Smart Home | Pass Labs ha aplicado la tecnología de sus amplificadores de referencia absoluta a las nuevas series XA.8 y X.8
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