Yoshiyuki Kaku tenía algo de lo que carecían sus compañeros de trabajo. Al igual que a ellos, le apasionaba la tecnología, una circunstancia que le condujo irremediablemente a estudiar física primero, y a trabajar en uno de los departamentos dedicados a los semiconductores más importantes de Sony después. Sin embargo, su auténtica pasión era la música clásica; de hecho, cuando era más joven había disfrutado de lo lindo realizando muchas grabaciones.
Kaku no tardó en darse cuenta de que haber conseguido un empleo en una de las compañías más avanzadas de Japón podría representar para él la oportunidad de dedicarse a lo que más le gustaba: diseñar cajas acústicas. Habían transcurrido demasiados años desde que Sony puso a punto algunos de sus mejores altavoces concebidos para satisfacer a los melómanos y audiófilos más exigentes, como los venerados APM-6, los monitores SS-AL5 MKII o las casi imposibles de conseguir columnas SS-M9ED, que los ingenieros de la firma habían diseñado en colaboración con Dan Anagnos, de Polk Audio, para impulsar el lanzamiento del SACD.
El valor de la persistencia
Tras meses de insistencia, Kaku convenció a sus jefes de que su rendimiento sería mucho mayor si le permitían trasladarse al departamento de diseño de cajas acústicas. Por fin tenía su sueño al alcance de la mano. Sony le proporcionaría los recursos que necesitaba para poner a punto los altavoces que tenía en mente, y, además, podría dedicarse a ello a jornada completa.
Los recintos de madera aportaban al sonido un equilibrio tímbrico muy atractivo, pero debían ser muy rígidos y acústicamente inertes para evitar que el sonido sufriese al más mínimo atisbo de «coloración». Después de meses de pruebas, Kaku escogió una madera utilizada habitualmente por los fabricantes de instrumentos musicales: la de arce. Pero no se trataba de una madera cualquiera. Los fríos inviernos de Hokkaido conferían a la madera de los arces de esta isla una densidad única, por lo que su recinto debía estar construido con esta materia prima.
El minucioso diseño del recinto permitió a Kaku controlar con mucha eficacia las reflexiones de las ondas sonoras en el interior de sus cajas acústicas, minimizar la aparición de ondas estacionarias y, prácticamente, anular cualquier vibración por mínima que fuese. Además, tenía muy claro que los componentes del filtro divisor de frecuencias serían los mejores disponibles. Y, en lo que concierne a los altavoces, los diseñaría con la ayuda de los expertos de la compañía danesa Scan-Speak, sin duda los responsables de algunos de los mejores altavoces disponibles en el mercado mundial.
El nacimiento de las SS-AR1
El esfuerzo de Yoshiyuki Kaku y sus colaboradores permitió a Sony lanzar, en 2011, las cajas acústicas SS-AR1. Tuve la enorme suerte de escucharlas en las oficinas de la compañía nipona en Tokio a principios de 2012, y, sin lugar a dudas, son las mejores que Sony ha comercializado hasta la fecha. Y, también, como reflejan las críticas publicadas por revistas especializadas como Stereophile o The Absolute Sound, unas de las cajas acústicas más atractivas del mercado mundial.
Su precio es muy elevado, de hecho, «oficialmente» en la página web de Sony España podemos adquirir cada una de ellas por 13.999 euros. Pero quien tenga la fortuna de poder comprar estas cajas acústicas podrá estar seguro de haber alcanzado el cénit de una afición absolutamente embriagadora.
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