La terminología de carácter técnico que utilizan los fabricantes de tecnología para describir el rendimiento y las características de sus productos a menudo resulta frustrante. La mayor parte de esos parámetros son ininteligibles para muchos usuarios, que se ven obligados a decidir entre un producto u otro conformándose con las descripciones más asequibles y prescindiendo de los detalles técnicos.
El mundo de los componentes de sonido y cine en casa es especialmente críptico debido a que recurre a parámetros manejados habitualmente en el sector profesional, como relación señal/ruido, respuesta en frecuencia o impedancia, entre muchos otros. El problema es que, aunque suelen sonar a los aficionados a este mundillo, muchos de ellos no conocen su significado con claridad, lo que puede llegar a dificultar la comparación de las prestaciones de varios productos.
Las especificaciones no lo son todo, pero ayudan
Invertir en tecnología no suele ser sencillo. El abanico de productos que tenemos a nuestra disposición es muy amplio, pero, afortunadamente, hoy en día no tenemos por qué conformarnos únicamente con lo que dicen los fabricantes. Internet pone a nuestro alcance la opinión de los expertos de publicaciones especializadas, y también numerosos foros en los que podemos intercambiar impresiones con otros usuarios.
Aun así, si somos capaces de desentrañar el significado de los parámetros técnicos que suelen ofrecernos los fabricantes, mucho mejor. Nuestro criterio estará más afinado, y la posibilidad de que acertemos en nuestra elección será mayor. En un solo post no podemos abordar la explicación de todos los parámetros con los que podemos tropezarnos cuando vamos a comprar tecnología, así que en esta ocasión nos ceñiremos a los más usados en el mundo del audio con la esperanza de que os resulten de utilidad. Vamos allá.
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Respuesta en frecuencia. Grosso modo, nos indica el rango de frecuencias con los que un determinado componente de audio es capaz de trabajar. De forma rigurosa, cuando se aplica a una caja acústica expresa la relación que existe entre la frecuencia de un altavoz y la presión sonora. Este parámetro varía en función del diámetro del diafragma del altavoz, de su suspensión y también del material utilizado en la construcción del cono.
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Distorsión armónica total (THD). Este parámetro cuantifica las diferencias existentes entre la señal introducida en un componente de sonido y la señal que obtenemos en su salida. Esta forma de distorsión es inevitable en mayor o menor cuantía, pero, afortunadamente, no siempre repercute negativamente en la calidad del sonido, aunque, por supuesto, es preferible mantenerla bajo control. Lo interesante es que las modificaciones que introduce en la señal de entrada (armónicos) suelen ser difíciles de detectar.
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Distorsión por intermodulación. Esta forma de distorsión, al igual que la armónica total, «inyecta» modificaciones en la señal de entrada que se suministra a un componente de audio. Sin embargo, en este caso no tiene su origen en la introducción de armónicos, sino en las perturbaciones provocadas por los elementos electrónicos del dispositivo cuando se suman dos o más señales de frecuencias diferentes en un circuito no lineal. Sus efectos son desagradables y reducen la calidad del sonido, por lo que es preferible que sea lo más baja posible.
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Impedancia. En el ámbito de los altavoces y los auriculares, nos indica cómo se comportan ante el paso de la corriente eléctrica, y depende de la forma en que se han construido y de los materiales que se han utilizado. El valor de la impedancia que nos suelen ofrecer los fabricantes suele estar medido a una frecuencia de 1 kHz. La impedancia varía con la frecuencia, y es muy importante respetar la impedancia del amplificador y los altavoces comprobando previamente que el primero está capacitado para trabajar con las variaciones de la impedancia impuestas por la caja acústica.
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Relación señal/ruido. Nos indica qué «distancia» existe entre la señal que contiene la información musical y el ruido parásito que generan los componentes electrónicos de los dispositivos de audio. Se expresa en decibelios (dB), y cuanto mayor sea, mejor calidad de sonido obtendremos.
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Sensibilidad. Aplicada a una caja acústica, nos indica el nivel de presión sonora que podemos obtener a un metro de distancia de su eje horizontal cuando le suministramos una potencia de un vatio. Una caja acústica muy sensible necesitará menos potencia que otra menos sensible para obtener un nivel de presión sonora determinado. La sensibilidad se mide en decibelios (dB).
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Ángulo de dispersión. Revela el área del espacio que rodea a una caja acústica dentro de la cual se produce la transmisión útil de la señal sonora del altavoz. Este parámetro condiciona claramente la posición que deberán adoptar las cajas acústicas dentro de la habitación en la que vamos a utilizarlas.
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Potencia entregada. Podemos definirla como la cantidad de energía que es capaz de suministrar un amplificador para excitar los transductores de una caja acústica. El número de canales del amplificador nos indica cuántos altavoces podemos «atacar». Una etapa monofónica trabaja con una única caja acústica, una estereofónica con dos y una multicanal suele trabajar con tres, cinco, siete y hasta nueve altavoces en las aplicaciones domésticas. La potencia se mide en vatios.
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Potencia admitida. Nos indica la cantidad de energía procedente del amplificador que una caja acústica es capaz de soportar en régimen continuo (el valor máximo o «de pico» es mayor). Si excedemos el valor máximo indicado por el fabricante de la caja acústica, podríamos dañar alguno de los altavoces, aunque es preferible utilizar un amplificador con una potencia holgada y baja distorsión que uno con una potencia ajustada pero que trabaje en régimen de sobrecarga.
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