Cuando vi estos preciosos altavoces ultrafinos obra del estudiante de diseño Hannes Harms lo primero que me vino a la mente fue: ¿Sonarán bien? Con mis pocos conocimientos de física y acústica sobre la mesa, la respuesta es no.
Existe una distancia mínima para que una caja de resonancia pueda amplificar el sonido que produce la membrana con una calidad aceptable. De hecho, este es el mayor problema de las televisiones modernas, cada día más planas; su profundidad se mide ya en milímetros, lo que conlleva un sonido paupérrimo. No es de extrañar que hayan proliferado los sistemas de sonido externos.
Como concepto, no obstante, es loable. Un altavoz de bella factura y generosas dimensiones (similares a las de un folio), que podemos llevar con nosotros en la funda del portátil y luego plegar para que se sostenga de pie. Su acabado en acero perforado y tratado al chorro de arena le confiere un aspecto profesional y atractivo.
Si sonara decentemente, sería el primero en hacer cola para comprarlo, aunque mucho me temo que la física se impone a mis deseos y los de este diseñador, al que le deseo toda la suerte del mundo, a ver si consigue lo que se propone.
Vía | Minimalissimo
Más información | Hannes Harms
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