La impedancia es, probablemente, uno de los términos de cuantos describen el comportamiento de nuestras cajas acústicas más crípticos para los usuarios. Otros conceptos, como la distorsión, la respuesta en frecuencia o la relación señal/ruido son algo más fáciles de intuir, pero la impedancia suele atragantársele a muchas personas.
Y es importante saber qué significa si queremos que nuestros altavoces rindan como es debido, y también que nuestro amplificador dé la talla y nos ofrezca muchos años de servicio sin darnos problemas.
En el ámbito de los altavoces y los auriculares, la impedancia nos indica cómo se comportan, o qué oposición presentan, ante el paso de la corriente eléctrica. Este parámetro varía con la frecuencia, lo que significa que la impedancia de una caja acústica no permanece constante todo el tiempo, sino que varía durante la reproducción de la música a medida que evoluciona la frecuencia.
El valor nominal de la impedancia que nos dan los fabricantes de altavoces de consumo suele estar medido a una frecuencia de 1 kHz y tener un valor de 4, 6 u 8 ohmios.
La impedancia importa, y mucho
Lo que realmente debemos tener en cuenta es que nuestro amplificador debe ser capaz de trabajar con las variaciones de impedancia presentadas por las cajas acústicas. Cuando la impedancia cae, el amplificador debe ser capaz de entregar más corriente y suministrar a los altavoces más potencia.
De lo contrario el nivel de presión sonora fluctuará y el sonido se deteriorará. En el peor de los casos, si el amplificador no es capaz de lidiar con las variaciones de impedancia, podría trabajar en régimen de sobrecarga, lo que acortaría su vida útil y, además, podría dañar alguno de los altavoces de las cajas (el más sensible es el tweeter).
Afortunadamente, un amplificador de calidad, dotado de una buena fuente de alimentación, puede «atacar» cualquier caja, tenga la impedancia nominal que tenga, y soportará sin problemas las caídas abruptas de este parámetro. Lo que podemos hacer los usuarios es mirar bien las especificaciones antes de elegir el amplificador ideal para nuestras cajas, sobre todo si son «difíciles» y presentan variaciones intensas de impedancia.
El amplificador ideal debe ser capaz de incrementar drásticamente la entrega de corriente y duplicar la potencia cuando la impedancia cae a la mitad, aunque hay diseños que no cumplen esta condición «a rajatabla» y, aun así, su rendimiento es muy bueno.
En resumen, lo aconsejable es que no os conforméis con conocer únicamente la impedancia nominal de vuestras cajas, sino también cómo se comportan en régimen dinámico, y elijáis el amplificador adecuado. Vuestro equipo sonará mejor, y además evitaréis averías.
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