Todos, incluso las personas menos familiarizadas con la alta fidelidad, conocemos los altavoces electrodinámicos, los de «toda la vida». Los electrostáticos son menos populares, pero también son bastante conocidos. Sin embargo, de los omnidireccionales apenas se habla fuera de los círculos audiófilos, y es algo entendible si tenemos en cuenta que si queremos una caja acústica de este tipo tenemos mucho menos donde elegir.
Uno de los fabricantes de altavoces que defiende con más vehemencia este tipo de propuestas es la compañía alemana MBL, propietaria de una tecnología bastante exclusiva a la que llaman Radialstrahler. Como podéis ver en la imágenes que ilustran este post, sus cajas acústicas tienen un aspecto muy distinto al de las que conocemos la mayoría de nosotros. Y su principio de funcionamiento también es diferente.
La característica más llamativa de los altavoces Radialstrahler es que carecen de recinto. En vez de confinar los transductores en una de las paredes de una cámara, esta tecnología les permite radiar con libertad y en todas direcciones. De hecho, proyectan el sonido en 360 grados. Esto es posible debido a que utilizan como superficie radiante una bobina móvil sobre la que actúa un imán, dos elementos que juntos forman un solo cuerpo con una forma similar a la de un balón de rugby. No es fácil entender cómo funcionan a partir de una descripción breve, así que os propongo que echéis un vistazo al vídeo que os dejo debajo de estas líneas.
Solo he tenido ocasión de escuchar estos altavoces de MBL una vez, durante una audición en una feria de alta fidelidad. Por esta razón, mis conclusiones no pueden tomarse como definitivas, pero puedo contaros qué me parecieron durante los 30 minutos que pude escucharlos. Por supuesto, como esperaba, ofrecen una escena sonora extraordinariamente amplia y muy bien definida. Su resolución me pareció equiparable a la de unas cajas electrodinámicas de referencia, y su dinámica, de las que quitan el hipo.
Me habría gustado escucharlos durante más tiempo para percibir si generan fatiga acústica durante una sesión más prolongada, y también comprobar cómo se defienden con rock y pop, y no solo con clásica y jazz. Aun así, me dejaron un «sabor de boca» muy bueno. Os seguiré contando cuando pueda afinar mis impresiones.
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