Aprovecha un residuo de la caña de azúcar que se combina con bacterias
Además, disminuye la emisión de gases a la atmósfera para fabricar hormigón
El cemento es uno de los materiales más empleados en la construcción. Llevamos empleado cemento desde tiempos inmemoriales pero la evolución no se corresponde con tantos años de uso. Algo que ahora quieren cambiar estos investigadores.
Un grupo de investigadores de la Universidad Kohn Kaen y la Universidad Tecnológica de Suranaree en Tailandia han dado un nuevo impulso al uso de una especie de biocemento que tiene una curiosa propiedad: puede repararse solo.
Adiós a las grietas en paredes
Se trata de dar un nuevo impulso a un material que lleva acompañando el ser humano desde hace tiempos inmemoriales. Una de las vías está en el desarrollo y aprovechamiento del biocemento. Lo habían ensayado investigadores de la Universidad Técnica de Delft, en Países Bajos con lo que llamaron biohormigón, un material capaz de regenerar edificios desgastados.
Ahora desde la Universidad Kohn Kaen y la Universidad Tecnológica de Suranaree en Tailandia han descubierto que un residuo generado durante la clarificación de la caña de azúcar, también se puede aprovechar para este fin. A este ingrediente lo han llamado IBFC y se combina con una serie de bacterias para lograr las propiedades milagrosas: es capaz de reparar grietas y desgaste en el hormigón.
El cemento con IBFC es un 10% más ligero que el cemento tradicional. Lo interesante es que este presenta propiedades cicatrizantes debido a la menor resistencia a la compresión del IBFC.
Para las pruebas usaron cemento convencional con IBFC al que añadieron la bacteria Lysinibacillus . Se trataba de intentar reparar grietas de 0,4 a 0,8 milímetros de ancho. Además, lo bueno de este sistema es que se puede aprovechar el cemento que ya se está usando al añadir el subproducto de la caña de azúcar y la bacteria Lysinibacillus.
En la imagen aparecen dos columnas. En la de la izquierda aparece cemento convencional (P) y otras muestras de cemento convencional a las que se les añade un determinado porcentaje de reposición de IBFC (20, 30 o 40%). En la muestra A no se observa recuperación pero sí que se observa mejoría en las las muestras a las que se ha añadido IBFC.
Por si parte, en la columna de la derecha también tenemos los diferentes porcentajes de IBFC sobre el cemento y a todos ellos además de IBFC se han añadido bacterias. En este caso a los 15 días la tasa de curación es del 86% y a los 30 días, se logra una tasa de recuperación del 100% .
Con este sistema se logra además disminuir la emisión a la atmósfera de una importante cantidad de CO2, una de las sustancias responsables del efecto invernadero.
Y es que con un consumo de más de 4.000 millones de toneladas de cemento en 2021, está previsto que crezca a un ritmo anual del 5% hasta 2027. Además, junto con la producción de nuevo cemento hay que tener en cuenta el coste de reparar el hormigón, algo que se estima tiene un coste de unos 2.500 millones de dólares en 2021 y un crecimiento de hasta los 3.580 millones de cara a 2026.
Eso por no hablar del aprovechamiento del material de desecho de otros procesos o encontrar un sustituto viable, pero más respetuoso con el medio ambiente. Y es que hay que tener en cuenta que el estudio señala que sólo en 2014 se generaron más de tres millones de kilos de residuos procedentes de la clarificación de la caña de azúcar.
Vía | BG.IGN
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