Las impresoras 3D van ocupando poco a poco un hueco importante en todo tipo de aplicaciones domésticas y profesionales. Ahora también lo harán en el mundo del arte de la mano de Prixel, una nueva compañía rusa que quiere acercar las reproducciones de calidad a los usuarios domésticos.
¿Cómo lo hacen? Pues se van a los principales museos del mundo y fotografían los cuadros más famosos desde diferentes ángulos, captando los más mínimos detalles de los trazos realizados por los artistas.
Más tarde, pasan toda esa información por un software informático y generan un modelo en tres dimensiones que imprimen en una impresora 3D con unos fotopolímeros especiales.
El resultado es una copia, una reproducción del original casi indistinguible para los profanos que se realiza con entre seis y veinte capas de material de impresión.
¿El precio? Pues dependiendo del tamaño del cuadro y el detalle de la impresión hay cuadros desde 50 dólares hasta más de 400. Eso sí, de momento si se quiere comprar fuera de Rusa hay que concertar una cita telefónica.
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