Con la llegada de los asistentes de voz a España hace un lustro, hay quien poco a poco ha ido haciendo de su casa un hogar más inteligente. Así, en el imaginario de la persona techie, una piensa en pedirle al asistente que su robot aspirador limpie el suelo del baño, que encienda las luces del salón o que ponga su lista de reproducción preferida desde su servicio de música en streaming. Luego la vida nos arrolla y nos demuestra que la teoría es una y la práctica, otra. A veces la culpa la tienen los asistentes de voz, los dispositivos conectados en cuestión y otra lo que menos te lo esperas: tu router.
Houston, tenemos un problema
Hace un año y unos meses me mudé de Pamplona a Madrid y desde entonces vengo sufriendo ciertos problemas a los que me costaba encontrarles explicación.
En mi casa tengo encendidos tres Echo: un Echo Show y un Echo en el salón y un Echo Flex en la cocina, dos de los cuales arrastro de mi casa anterior, donde funcionaban bien (Nota: tengo un Google Nest Mini desactivado para pruebas, que fue el primero que compré). Sin embargo, en mi piso de Madrid mis altavoces inteligentes me dan problemas.
A veces la incidencia está en que me pidan perdón y me digan que no pueden ayudarme con una orden trivial. En otras ocasiones son capaces de escuchar mi orden, pero cuando esta termina siguen escuchando un rato y a veces hasta se solapan respondiendo como si fueran dos loros. He probado bajando el tono de la orden para que sepan a quién me dirijo, pero eso es un apaño más que una solución real: antes eran capaces de saber con qué altavoz estaba hablando.
También está el problema de la latencia: tener que esperar varios segundos antes de escuchar una respuesta o que entre en acción y ejecute lo pedido, algo que en la práctica se traduce en que igual me cuesta menos sacar el móvil y hacerlo yo misma.
Estas incidencias que empañan mi experiencia en mi hogar moderadamente inteligente no solo atañen a mis altavoces. Así, mi Roomba i7+ aparece offline de vez en cuando, costándole unos cuantos segundos volver a aparecer activo. Cada vez que enciendo la tele y entro al menú de Android TV, le cuesta lo suyo conectarse al Wi-Fi y cargar contenidos. Aspirador y televisor están relativamente próximos entre sí, una en el pasillo al lado del salón y la otra en el salón.
Estaba un día en el sofá de la sala de estar navegando en Instagram desde mi móvil cuando, después de que no se cargaran las publicaciones y los reels aparecieran cortados, una vez más pasé del Wi-Fi a los datos para solucionarlo. Lo había hecho unas cuantas veces antes y sonó la flauta por casualidad: ¿no será que todos estos problemas con los dispositivos conectados del salón no son cosa de lo poco espabilada que es Alexa y lo asequible que es mi televisor y el router tiene algo que ver? Tener en mente la experiencia en mi hogar anterior me ayudó a empezar a hacer pruebas cambiando dispositivos de sitio y testeando su funcionamiento.
Para estos casos el teléfono actúa como el canario en la mina: si está conectado al Wi-Fi y tu acceso a contenido de internet es lento, mala señal (guiño guiño) para todo lo demás. En mi casa los problemas de conexión los sufrimos en el salón y en el baño, si bien en este último solo hay un calefactor conectado y una báscula inteligente.
Lo que he aprendido después de una mala experiencia con mi router
Antes de tomar medidas drásticas como comprar un router nuevo, hay otras soluciones más baratas y sencillas que pueden solucionar estos problemas.
Hay más dispositivos conectados de los que piensas
Normalmente lo de domotizar tu casa comienza con una sencilla e inocente bombilla, de allí pasa a un útil enchufe inteligente, que no te falte la conexión de tu smart TV para los servicios en streaming, la comodidad del robot aspirador y cuando te quieres dar cuenta tienes hasta la freidora de aire conectada.
Cuando elegí mi tarifa Wi-Fi recuerdo que dije "total, si solo trabajo yo en casa... un ordenador, un par de móviles y poco más". Ja: te invito a hacer recuento de todos los dispositivos conectados al Wi-Fi doméstico. Más fácil aún: compruébalo o bien entrando al router o desde el móvil con aplicaciones como Quién está en mi Wifi. Sorpresa: hay más de los que piensas. Primera lección: no subestimes tus necesidades de transferencia de datos.
Pequeños cambios en la ubicación del router pueden ser dramáticos
Como la mayoría de los mortales, tengo el router que me suministró la operadora cuando contraté sus servicios y me instaló donde le pareció bien al técnico. Mi casa es pequeña (unos 50 - 60 metros cuadrados) pero pese a ello, tengo problemas de cobertura en ciertas zonas. Segunda lección: antes de que llegue el técnico, estima cuáles son las mejores ubicaciones para el router en tu casa.
Es poco probable que te deje elegir mucho, pero al menos negocia: mis padres tenían el router en un dormitorio y la cobertura llegaba moderadamente bien y al cambiar de compañía les tiró el cable a otra habitación desde el patio (a ese patio da el dormitorio también) a un extremo de la casa y la cobertura empeoró muchísimo. Recuerda: no lo instales dentro de un mueble, ni en una habitación alejada del resto y evita objetos metálicos cerca.
Las bandas están para algo: utilízalas
El router de mi operadora (y la práctica totalidad de modelos, salvo que tengas alguno bastante veterano) dispone de banda dual, de 2,4 Gigahercios (GHz) y la de 5 Gigahercios (GHz). Grosso modo sus principales diferencias son la velocidad que ofrece cada una, los canales disponibles, el estándar que emplean y cómo se ven afectadas por las interferencias.
Así, la banda de 2.4 GHz es susceptible de sufrir más interferencias, dispone de menos canales (lo que repercute en la congestión) y ofrece velocidades de conexión inferiores. La banda de 5GHz ofrece un mejor rendimiento al ser menos utilizada, ser más rápida y tener más canales, pero su alcance es menor. ¿A qué banda conectamos cada dispositivo? Ojo porque para poder combinar la acción de ambas bandas es necesario que el dispositivo en cuestión sea compatible (algo que todavía no pasa en muchos robots aspiradores, por ejemplo). Dependerá de su localización y del uso.
- Si necesitamos cobertura y estabilidad, como es el caso de altavoces inteligentes, sensores, alarmas, electrodomésticos, etc., la recomendación es apostar por la de 2.4 Ghz.
- Si necesitamos velocidad, por ejemplo para la TV, el ordenador, una consola... la red ideal es la de 5 GHz. Eso sí, si optamos por esta banda es conveniente que estos dispositivos estén lo más cercano posible al router (algo que en mi caso no sucede)
Si todo lo demás falla, cambia de router
Aunque hay soluciones como un PLC o repetidores que pueden solucionar el problema, si tu idea es tener un hogar inteligente conectado, es buena idea cambiar el router de tu operadora por otro. Es curioso cómo invertimos en gadgets conectados y a veces nos olvidamos de la parte que junta todo y cuyo papel es más importante de lo que parece.
Así, un buen router para el hogar inteligente debería contar con las siguientes tecnologías:
- Wi-Fi 6, más adaptado para la conexión de múltiples dispositivos. No obstante, si buscas algo más a futuro y encuentras un modelo que te encaje por precio, opta por uno con su evolución, el Wi-Fi 6e.
- Si tienes una casa grande y/o con varias plantas, es esencial contar con uno con tecnología Wi-Fi mesh.
- Con segmentación de red, lo que te permitirá diferenciar tus dispositivos domésticos inteligentes de ordenadores y móviles.
- Una buena gestión de dispositivos y monitorización, para vigilar qué está conectado y a dónde.
- Con priorización inteligente para proporcionar a cada dispositivo el ancho de banda que necesita.
- Con control parental y VPN para una experiencia más segura para todos los miembros de la casa.
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