Con este sensor me he de los asistentes de voz y la aplicación, de modo que solo tengo que acercarme al sensor para que entre en acción
Con la domótica es como el rascar: todo es empezar. Hay dispositivos que por lo asequibles que son y lo fácil que es entender su funcionamiento y posibilidades, entran por los ojos y por la puerta de casa. Así, lo normal es que el primer dispositivo inteligente para iniciarse en la domótica sea una bombilla inteligente. Los enchufes, más de lo mismo porque no cuesta demasiado encontrarles un montón de aplicaciones. No puede decirse lo mismo de los sensores.
A título personal, en mi casa hay bombillas, enchufes, regletas, altavoces y pantallas inteligentes, Smart TV, calefactor y robot aspirador, pero todavía no había encontrado un uso práctico para los sensores. Como consecuencia, no había dado el paso: he tenido que probar un sensor de movimiento para descubrir lo útil que es (en realidad dos, también uno de puertas y ventanas).
Un sensor de movimiento es el mejor amigo de la bombilla
Hace unas semanas probé los sensores de movimiento y puertas/ventanas de IKEA, los Parasoll y Vallhorn respectivamente y tras leerme a fondo las instrucciones e inspeccionar mi casa con su instalación y mis hábitos, le encontré un sitio ideal: en mi escritorio, vinculado a una bombilla inteligente. De hecho, la bombilla es su mejor aliada para exprimir su funcionalidad, aunque no la única.
Vaya por delante que un sensor de movimiento es susceptible de colocarse en sitios como un hall sin iluminación natural emparejado con una bombilla, para que ilumina nuestras entradas y salidas, también en un pasillo sin ventanas, en un sótano, en el garaje, en un vestidor o directamente hasta en un armario. La idea es la siguiente: cuando detecte que hay algo moviéndose, avise a una bombilla para que esta se encienda.
Aunque este sensor Vallhorn de IKEA se puede emparejar a pelo con una bombilla de la casa sin necesidad de usar el hub Dirigera(que abre las puertas a rutinas más complejas, visualización del estado en la app, conectar más bombillas o manejo desde el móvil), pero hay otros fabricantes que tienen sensores de movimiento y bombillas u otros dispositivos para vincular, como por ejemplo un enchufe inteligente que tiene un ventilador de los antiguos o una lámpara (ambos con mecanismo de regulación manual).
¿Cómo lo uso? Lo tengo colocado en una esquina de mi escritorio, apuntando a la zona del teclado y ratón. De este modo cuando estoy trabajando y hay poca luz, enciende la bombilla. Pero si me levanto a hacer cualquier cosa: puede ser algo largo como que ha terminado mi jornada o el descanso para comer, pero también algo corto como irme al baño o abrir la puerta, en un minuto al detectar inactividad, la bombilla del flexo se apaga. Así veo bien cuando trabajo y ahorro electricidad.
Mi vida después de tener un sensor de movimiento en casa. Reconozco que mi uso de la domótica es más bien básico, ya que apenas hago rutinas, reduciendo la experiencia a controlar los dispositivos desde el móvil o con Alexa, el asistente de voz que he elegido para mi casa. Pero con un sensor, yo no tengo que hacer nada: basta con acercarme para que me "vea" y comience la secuencia. Parece una tontería, pero la conveniencia y el ahorro ha hecho que en pocos días me haya acostumbrado.
Es importante tener en cuenta que los sensores de movimiento son dispositivos muy sensibles a la luz y que tienen un radio de alcance limitado, por lo que no siempre van a rendir todo lo bien que cabría esperar. En el caso del Valhorn tiene un alcance de hasta 10 metros y reacciona al movimiento con un radio de cinco metros y ángulo de 120 grados.
Portada | Eva Rodríguez de Luis
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