Estamos en verano y es posible que no nos apetezcan demasiado las bebidas calientes, precisamente, pero hay que tener visión de futuro: tarde o temprano volverá el frío. Y cuando llegue el momento seguro que nos acordaremos de la Burning Cup, una concepto de taza capaz de calentar el líquido contenido de una forma bastante curiosa.
Tanto si queremos calentar una bebida por primera vez como si lo que queremos es recuperar su temperatura tras haberse enfriado, la Burning Cup pinta bastante útil. Cuenta con un par de botones (uno a cada lado) y cierta cantidad de acetato de sodio entre las paredes exteriores e interiores de la taza, en su propia cámara.
El acetato de sodio, inicialmente en estado líquido, pasa a sólido al recibir el impacto de los botones de la taza cuando los pulsamos. Lo que sucede es que en el paso de líquido a sólido se genera una cierta cantidad de calor, la justa para calentar de nuevo la bebida. Una vez que esta se ha calentado, el acetato de sodio, con el calor, vuelve a estado líquido. Podemos repetir el proceso tantas veces como sea necesario.
La Burning Cup, además, cuenta con un anillo plástico que recorre toda su base y que está pintado con un pigmento termocrómico, lo cual le permite cambiar de color en función de la temperatura de la bebida. Así, de un vistazo, podremos saber si está fría (color azul) o caliente (color rojo).
Vía | Yanko Design
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