A la hora de escoger un gran electrodoméstico para nuestro hogar como es el frigorífico y/o congelador, muchas son las variables que conviene sopesar para comprar un modelo adecuado para nuestro tipo de uso y que no suponga un gasto importante en la factura eléctrica cada mes.
Según el Instituto para la Diversificación y ahorro de la Energía (IDAE), un hogar medio en España consume unos 4.000 kWh al año en electricidad, siendo la mayor parte debido al uso de grandes electrodomésticos con alrededor del 61,8% del total y el resto a otros pequeños dispositivos de uso diario y al "consumo fantasma" o de equipos en modo de espera, que supone hasta un 6% del total.
Entre los electrodomésticos típicos del hogar podemos diferenciar claramente dos clases de equipos en función de su tiempo de uso y del gasto energético. En primer lugar tenemos a los que habitualmente prestamos atención, que son los que consumen mucha potencia de forma puntual (típicamente más de 1.000 vatios) necesitando gran energía durante periodos cortos, como por ejemplo el horno, la plancha, la vitrocerámica o la lavadora.
Cuánta electricidad gasta un frigorífico
En segundo lugar nos encontramos con aquellos electrodomésticos que tienen un bajo consumo (muy por debajo de 1.000 vatios) pero su tiempo de utilización es de muchas horas a lo largo del día, como por ejemplo sucede con los frigoríficos, congeladores o la televisión. Además, como en el caso de los frigos, no se pueden apagar para ahorrar, lo que nos obliga a tenerlos encendidos todo el día.
Sus consumos máximos rara vez superan los 200 vatios por hora, teniendo valores medios totales de entre 500 y 1.100 vatios al día, aunque éstos dependen mucho del tamaño del frigo, de la carga que tenga y de la zona ambiental donde vivamos.
La clave con estos electrodomésticos es que están encendidos las 24 horas del día, lo cual supone hasta el 18,9% del total del gasto eléctrico de las viviendas según IDAE o hasta un 31% según estudios de la OCU.
Este consumo depende en gran medida de la eficiencia energética del aparato, dato que podemos conocer mirando las nuevas etiquetas de eficiencia que han entrado en vigor en marzo de 2021, donde además se muestra una estimación del consumo eléctrico en kWh por año.
Así, los modelos que hasta ahora pertenecían a la clase A+++ quedan asignados ahora a la clase B, para dejar un espacio de mejora a la eficiencia energética de los nuevos productos. La clase A, la más eficiente, ha quedado inicialmente desierta. Y no solo cambia la letra de la etiqueta, la nueva normativa también modifica el sistema de cálculo, por lo que no hay una correspondencia directa entre las etiquetas antiguas y las nuevas.
Teniendo en cuenta los consumos medios antes citados y los precios diarios medios de la electricidad para tarifas PVPC, esto puede suponer fácilmente un gasto de entre 20 céntimos y 50 céntimos al día por cada frigo o congelador que tengamos (por ejemplo tendríamos que multiplicar por dos en los modelos side by side o si tenemos un arcón sumar su gasto aparte), lo que a final de mes puede resultar en un importe considerable de entre 6 y 15 euros.
Consejos para ahorrar en el consumo eléctrico del frigo
Aunque lo ideal para ahorrar al máximo es adquirir un frigorífico que cuente con la mejor eficiencia energética posible, si nuestro modelo todavía funciona bien y no estamos pensando en comprar uno nuevo, todavía hay trucos y consejos que podemos seguir para reducir su gasto eléctrico:
En primer lugar, conviene elegir una temperatura que se mantenga entre los 4-5 grados, aunque de forma puntual, si queremos guardar algún alimento más delicado podemos bajarla ligeramente o mejor aún colocar ese alimento en la parte baja de la nevera que es donde hay siempre más frío.
En cuanto al congelador, depende del tipo de alimentos que almacenemos, pero en general con tenerlo a unos -16 o -18 grados es más que suficiente, a pesar de que nuestro modelo pueda alcanzar los -22 o -24 grados no es necesario ponerlo a tales temperaturas.
Pensar qué queremos sacar y dónde está antes de abrir la puerta. Cada vez que abrimos la puerta entra aire caliente del exterior y necesitaremos más gasto energético para volver al nivel de frío que teníamos antes.
Hacer un buen mantenimiento externo. El frigorífico es básicamente un intercambiador de calor. Genera frío dentro a costa de emitir calor al exterior por medio de unos disipadores que generalmente están situados en la parte trasera del aparato.
Los modelos más modernos vienen con estas rejillas cubiertas por un plástico y no hay mucho que limpiar, pero los antiguos y los de gamas más bajas suelen tener bien visibles estas rejillas traseras que tienden a llenarse de suciedad dificultando la tarea de emitir el calor generado por el compresor.
Descongelar de vez en cuando sin nuestro modelo no es No Frost. Según en estudio de la OCU, tres milímetros de escarcha en las paredes del congelador aumentan el consumo eléctrico un 30%.
Comprobar que la bombilla interior es de tipo LED. Esta tecnología además de consumir menos, apenas genera calor y por lo tanto no reducen el frío interno de la nevera cada vez que se encienden.
Si te vas a ausentar de casa una larga temporada, conviene dejarlo limpio, vacío y desenchufado para evitar gastos innecesarios y problemas.
Ordenar bien los alimentos en su interior es fundamental. Es recomendable tenerla lo más llena posible pero sin que estén comprimidos los paquetes, haciendo uso de los compartimentos especiales que nos ofrezca cada modelo para alimentos que requieran temperaturas concretas.
Por supuesto, hay que tratar de evitar meter alimentos calientes en la nevera o el congelador. Es preferible que se refresquen antes al aire o mediante un baño en agua fría que introducirlos nada más cocinarlos, ya que podemos estropear los alimentos que ya había dentro y además incrementaremos el consumo eléctrico.
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