El Internet de las Cosas, (IoT, por sus siglas en inglés), es un concepto que se refiere al uso de dispositivos conectados a Internet para recopilar y compartir datos. Algo que cada vez está más presente en nuestras vidas. Lavadoras, frigoríficos, hornos, lavavajillas, robots de limpieza... casi no hay aparato que no tenga una versión conectada.
Electrodomésticos de todo tipo que cuentan con un chip de computación y conectividad incorporado y que hace posible y facilita el que los dispositivos se comuniquen entre sí y con usuarios, y que se puedan recopilar y utilizar datos para mejorar la eficiencia, la seguridad y la comodidad. El problema viene cuando quizás lo de conectado sea sólo el gancho.
La desconexión de lo conectado
Y es que eso es lo que asegura Henry Kim, director de ThinQ en declaraciones a Wall Street Jorunal, en las que afirma que menos del 50% de los electrodomésticos inteligentes se mantienen conectados a Internet. Y es que aunque que sean anunciados como electrodomésticos inteligentes, realmente no se aprovechan esta ventaja.
"El consumidor no ve el verdadero valor que los fabricantes vemos en cómo estos datos pueden ayudar a largo plazo. Por ello no emplean tiempo en conectarlas".
Pese a contar con la etiqueta "smart", no aprovechamos muchas de las capacidades que ofrecen este tipo de dispositivos. Si lo pensamos fríamente... ¿quién consulta a distancia el estado del frigorífico o el estado del plato que ha dejado cocinando en el horno? Eso, al menos en aquellos hogares en los que esté presente un dispositivo de este tipo y si lo están, en los que estén conectados.
Y es que más allá de un primer momento en el que la curiosidad nos empuja a realizar alguna función a distancia con electrodoméstico de turno, con el paso del tiempo esto es algo que se vuelve meramente anecdótico. O eso, o ni siquiera han llegado a conectarlos a la red.
Un problema que puede tener sus raíces en los usuarios, que en muchas de las ocasiones no realizan los pasos necesarios para conectar su electrodoméstico a Internet, pese a que esa sea su característica más importante.
Las marcas quieren que pensemos en las posibilidades que pueden ofrecer por ejemplo, una lavadora conectada, desde la descarga de nuevos programas, realización de diagnósticos que analicen cualquier fallo de funcionamiento o análisis de uso para determinar por parte de la marca, cuáles son las funciones más usadas. Y lo mismo se puede extender frigoríficos, hornos, lavavajillas...
Pese al crecimiento del hogar conectado, en el mercado, siguen todavía vendiéndose una gran cantidad de electrodomésticos tradicionales, que no ofrecen conectividad Wi-Fi. Aparatos que suelen ser más baratos que los que llevan la etiqueta "smart" y que siguen gozando de gran popularidad.
Debemos acudir a la gama más top, como por ejemplo la familia Bespoke de Samsung o ThinQ de LG por citar sólo dos marcas, para encontrar modelos se conectan y en los que el móvil puede ser usado como mando a distancia.
Según Kim, trabajan para invertir esta situación a medida que llegan nuevos dispositivos para formar parte del hogar conectado, pero por ahora su uso no pasa por ser muy puntual. Y LG no es la única marca que tiene esta opinión, pues desde Whirlpool apuntan que buena parte de los electrodomésticos conectados están "desconectados".
Para revertir esta situación, las marcas tienen todavía mucho trabajo por delante. Intentar convencer a los usuarios de las bondades que ofrece la conectividad permanente en un electrodoméstico que hasta ahora hemos venido usando de forma tradicional. Todo un mundo de posibilidades que quieren explotar de forma similar a otras industrias como el automóvil, donde las suscripciones a servicios y funciones ya son una realidad y un nuevo negocio que explotar.
Vía | WSJ
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