Si alguna vez habéis visto una lavadora por dentro os habréis fijado en que llevan uno o varios enormes bloques de cemento que sirven de contrapeso para equilibrar el tambor durante los giros sobre todo al centrifugar.
Unos investigadores de la Universidad de Nottingham Trent han observado y calculado los costes para el medioambiente que este simple bloque de cemento, de unos 25 kilos en algunos casos, produce debido al peso adicional que es necesario transportar de aquí para allá con la lavadora hasta la tienda y luego hasta casa, y se han preguntado si no habría otra forma de de hacer las cosas.
La conclusión ha sido que sí, y la idea que se les ha ocurrido es de lo más simple pero efectiva. Consiste en sustituir las pesadas piedras por agua. Más concretamente por un depósito de agua colocado en el lugar del cemento y que hará la misma función.
Como la densidad del agua es menor que la del cemento el depósito ha de ser más voluminoso para albergar más cantidad de agua. Y, ¿Cómo ayuda esto a ahorrar energía en el transporte? Pues la clave es que el depósito está vacío al salir de la fábrica y se rellena al instalar la lavadora en casa, con lo que se consigue reducir hasta en un 30% el peso que hay que transportar.
Según sus creadores con este sencillo cambio es posible reducir hasta 45.000 toneladas de CO2 y 184.000 litros de combustible cada año solo en Reino Unido. ¿Interesante verdad? Lo que no se si se ha tenido en cuenta es el coste de generar y transportar el agua con la que se rellenan los depósitos y si se hace con agua potable, el desperdicio que supondría en países con escasez del preciado líquido.
Vía | Telegraph
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