Muchos aires acondicionados fijos y portátiles tienen bombas de calor, pero hay grandes diferencias que hacen que no sean igual de eficientes
La bomba de calor es una de las tecnologías actualmente más efectiva y rápida para calentar la vivienda de forma sencilla, logrando alcanzar la temperatura ideal para estar bien confortables en pocos minutos. Y de hecho se han postulado como la opción preferida por la Unión Europea en detrimento de las calderas de combustibles fósiles como el gas y el gasóleo.
Es un sistema que está presente en grandes equipos de aerotermia pero también en dispositivos como en los clásicos aires acondicionados fijos y portátiles que muchos tenemos en casa y que además de generar frío para el verano son capaces de producir calor para el invierno.
Sin embargo, el contar con una bomba de calor en un equipo portátil, como puede ser el clásico pingüino no quiere decir que vaya a consumir la misma energía que si disponemos de ella en un modelo de pared. De hecho, aunque la tecnología es similar la eficiencia final de los aparatos es muy diferente.
Ambos producen aire frío y/o caliente mediante un sistema de compresión, pero la forma en que lo hacen, la situación y las características de este sistema hacen que el consumo eléctrico pueda ser muy distinto entre ellos.
Fijo o portátil: qué es más eficiente
Una de las principales claves de las diferencias en el consumo eléctrico está en la eficiencia de funcionamiento, en la que influye dónde está situado el compresor del equipo. En los modelos portátiles está integrado en la propia carcasa, mientras que en los fijos se encuentra en un aparato adicional que está colgado de la fachada o colocado en el suelo.
Esto hace que en los portátiles sea necesario instalar uno o varios tubos para expulsar el aire frío sobrante al exterior, dispositivo que también radia parte de ese frío dentro de la habitación, al ser generalmente un conducto de plástico sin ningún tipo de aislamiento.
Además, aunque suele venir algún adaptador para tapar el espacio de la ventana o puerta entreabierta donde instalamos el equipo portátil, siempre quedan huecos por los que se escapa el calor, entrando aire frío del exterior por lo que necesitaremos más calorías de lo normal para calentar la casa.
De hecho, este es uno de los puntos clave del asunto, ya que si con un modelo de bomba de calor convencional de pared necesitamos por ejemplo generar 2.000 frigorías para calentar una sala, con uno portátil esta cifra probablemente se incremente a más de 3.000 dadas sus ineficiencias, lo que aumenta el coste final de la electricidad a pagar.
Además, en la mayoría de modelos portátiles del mercado con un único tubo al exterior, el sistema recoge parte del aire ya calentado de la sala y lo usa para el ciclo de intercambio de calor expulsándolo a la calle, por lo que estamos desperdiciando una buena parte de la energía que ya hemos gastado en calentar el aire.
Es decir, gastamos electricidad en calentar un aire de la habitación que el equipo va expulsando a la sala por la rejilla principal, pero que por otro lado lo va recogiendo por otra de las rejillas para que pase por todo el sistema y es posteriormente expulsado fuera de la sala.
Otro problema de los modelos portátiles es el relacionado con las corrientes de aire. Al tener que sacar un gran tubo fuera siempre quedan rendijas por las que ya hemos dicho que entra parte del frío. Pero es que, además los días que hace viento se van a generar importantes corrientes de aire que enfriarán la casa rápidamente haciendo que el consumo eléctrico se dispare.
Por último tenemos en asunto de la tecnología del compresor, que en la mayoría de modelos de pared suele ser de tipo inverter, mientras que en los portátiles contar con este sistema no es tan común en los modelos de gama media.
Con un equipo no inverter, una vez alcanzada la temperatura ideal el motor de compresión se apaga y vuelve a encenderse cuando pasamos de un rango especificado por cada fabricante (por ejemplo uno o dos grados), activándose se nuevo su funcionamiento al 100% y repitiendo el ciclo cuantas veces sea necesario.
Esto hace que a la larga se necesite más potencia eléctrica con un pico de consumo cada vez que se enciende, siendo menos eficiente que los equipos más modernos con tecnología inverter. En estos últimos, una vez hemos alcanzado la temperatura óptima deseada el equipo va a bajar de potencia y a situarse en un rango de muy bajo consumo durante el cual es capaz de mantener la temperatura con un gasto mínimo, subiendo y bajando en la capacidad de refrigeración si lo necesita.
Imagen portada | Xataka Smart Home
En Xataka Smart Home | Aire acondicionado portátil: qué mirar antes de comprar uno de estos dispositivos para combatir el calor
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