Cuando hablamos de las zonas más problemáticas de la casa en cuanto a la acumulación de suciedad, casi siempre pensamos en los mismos lugares: el baño suele ser el protagonista. Sin embargo, más allá de lo que pueda parecer, hay un rincón específico de la casa donde el moho y las bacterias encuentran su paraíso particular.
La cocina vuelve a ser el centro de atención y, como en tantos otros casos, la humedad continua se convierte en el caldo de cultivo ideal para que aparezcan moho y bacterias. Una zona a la que no se le suele prestar suficiente atención es el lugar donde guardamos el estropajo de fregar. En mi caso, estos son los pasos que sigo para mantenerlo lo más limpio posible.
Humedad y falta de ventilación. Los motivos que hacen que esta área sea especialmente problemática están relacionados con la acumulación de humedad. Normalmente, el estropajo de fregar queda húmedo después de usarlo, y si no se seca adecuadamente, los restos de agua se mezclan con restos de alimentos y grasas, creando el ambiente perfecto para el crecimiento de moho y bacterias.
Los estropajos están en contacto constante con restos de alimentos y jabón que se quedan atrapados en las fibras del material. Estos residuos orgánicos se descomponen con el tiempo y, junto con la humedad, favorecen la proliferación de moho y bacterias. Con el tiempo, estos microorganismos se acumulan en el estropajo y pueden propagarse a la superficie donde se guarda.
Además, el hecho de guardarlo húmedo, en un lugar que suele ser un espacio cerrado (en mi caso, un soporte debajo del fregadero), una jabonera o junto al fregadero, donde hay poca circulación de aire, dificulta que el estropajo se seque por completo.
Si no se realiza una limpieza regular, el moho termina apareciendo en el recipiente donde se guarda el estropajo, manifestándose en forma de esas antiestéticas manchas oscuras. Por eso, es fundamental desinfectar o reemplazar los estropajos con la frecuencia necesaria.
Mi truco infalible. Para mantener el cesto en el que guardo el estropajo siempre limpio y desinfectado es poner un poco de lejía con agua en un recipiente (también sirve el fregadero) y dejar el cesto sumergido durante una o dos horas (asegurándome de que la mezcla de agua y lejía cubra toda la superficie sucia). Si deseas ahorrar agua, puedes girar el cesto cada hora para limpiar todas las caras.
Pasado ese tiempo, saca el cesto y asegúrate de que no queden restos de moho (en mi caso, al ser un cesto blanco, es fácil comprobarlo). Verás cómo cualquier rastro ha desaparecido. Ahora sécalo bien y el cesto estará limpio y desinfectado, listo para volver a usarlo con total seguridad.
Soluciones para evitar la acumulación de moho y humedad
• Secado: Después de cada uso, enjuaga bien el estropajo, elimina el exceso de agua y colócalo en un lugar bien ventilado donde pueda secarse completamente.
• Utilizar soportes con drenaje: Usa jaboneras o soportes con ranuras que permitan el drenaje del agua, evitando la acumulación de humedad.
• Desinfectar regularmente: Limpia el estropajo frecuentemente, ya sea con lejía diluida, vinagre, o metiéndolo en el microondas (si es seguro hacerlo) para matar bacterias y hongos.
• Reemplazar con frecuencia: Cambia el estropajo cada pocas semanas para evitar la acumulación de moho y bacterias.
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