Se trata de precalentar el horno, algo que no siempre es necesario y que podemos sustituir por el uso del calor residual
Seguro que más de una ocasión, a llegado el momento de preparar un plato en la cocina usando el horno y te has encontrado ante la necesidad, a veces siguiendo las instrucciones, de poner el horno a precalentar antes de iniciar la cocción del alimento. Es algo que todos hemos hecho en alguna ocasión y que ahora, descubrimos que se trata de un error.
Tengo que reconocer que yo mismo he usado esta práctica de forma habitual al elaborar distintos platos, sin saber que precalentar el horno es algo que puede estar haciendo que consuma más energía de la necesaria. Por eso vamos a repasar cuál es el motivo y como podemos solucionarlo.
Energía que se pierde
Precalentar el horno antes de cocinar es una práctica común en la mayoría de las recetas de cocina. Sin embargo, en ciertos casos, precalentar el horno puede ser considerado un error o innecesario por varias razones. En ese caso sin embargo queda la duda de cómo podemos proceder sin que el horno ya esté caliente antes de introducir el plato.
Evitar precalentar el horno es algo que desde el IDAE, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de Energía, establecen como una práctica poco recomendable. Esto es lo que dicen:
Haga del precalentamiento del horno una excepción, no una regla. Para tiempos de cocción largos, puede apagar el horno 10 minutos antes del final de cocción y utilizar el calor residual para que se termine de cocinar.
En lugar de precalentar el horno, sugieren aprovechar el calor residual. Cuando el plato esté apunto de terminar de prepararse, se puede apagar el horno y de esta forma se aprovecha el calor residual para terminar la cocción.
De esta forma evitamos que por ejemplo se pierda el calor cuando abrimos la puerta para introducir el alimento mientras el horno se está precalentando. Este tiempo que se abre la puerta, provoca una bajada la temperatura y que por lo tanto el horno tenga que trabajar más para volver a recuperarla.
Si tenemos el horno apagado en el momento en el que introducimos el plato o el alimento, no vamos a perder calor cuando se abre la puerta y por lo tanto esto se traduce en un ahorro de energía.
Y es que precalentar el horno supone un gasto energético importante sobre todo cuando se usa en periodos prolongados y en recetas que requieren largos tiempos de cocción. En tiempos de cocción más cortos, precalentar el horno además no suele ser una práctica necesaria.
Eso por no decir que algunos alimentos no requieren precalentamiento. Es el caso de algunos alimentos, como pasteles o galletas, pueden no necesitar que el horno esté precalentado. La diferencia de tiempo entre hornear en un horno precalentado versus uno que no lo está puede ser mínima.
Aunque en la mayoría de los casos precalentar el horno es una práctica habitual, hay circunstancias específicas en las que puede no ser necesario o incluso desaconsejable. En cualquier caso, seguir las instrucciones específicas de la receta y entender las necesidades de cocción de los alimentos es fundamental para determinar si precalentar el horno es necesario o no.
Foto de portada | Cottonbro studio
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