No tires las botellas de plástico. Así puedes usarlas para fabricar sistemas de riesgo para las plantas de casa

Una botella de plástico y como mucho, el cordón de una zapatilla y ya tenemos un sistema de riego por capilaridad

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Se acerca el calor y las plantas de casa son uno de los elementos que más padecen la llegada de las altas temperaturas. En el mercado hay soluciones para montarse un sistema de riego en casa y alguna de ellas se integran además en el hogar conectado. Pero esto que te vamos a proponer es más sostenible y además gratuito.

Se trata de aprovechar las botellas de plástico que usamos en casa. Además de reciclarlas y así solucionar uno de los graves problemas de nuestro planeta, podemos ser aún más sostenibles y aprovecharlas para fabricar sistemas de riego para las plantas de casa. Y ojo, porque es mu fácil de hacer.

Con cosas que tenemos en casa

Pexels Steve 1000084 Foto de Steve Johnson

En casa siempre llegamos al contenedor amarillo las botellas de plástico de todo tipo que gastamos y así ponemos un granito de arena para intentar que luego no terminen en mitad del campo, en playas o en el fondo del mar. Hay que tener en cuenta que el plástico puede tardar hasta 1.000 años en degradarse. Concretamente, estas botellas tardan entre 100 y 500 años. Pero además, pueden reutilizarse de otras formas en casa y por eso este uso, coincidiendo con la llegada de las altas temperaturas, es de lo más llamativo.

Se trata de fabricar un sistema de riego y aquí existen tres posibilidades: montar un sistema de riego por goteo, subterráneo o por capilaridad. Elegir uno u otro depende sobre todo del tamaño de la planta y del tiesto que vamos a surtir de agua.

Para construir un sistema de riego automático casero no hacen falta bombas, programadores de riego, tubos, mangueras... para el primer ejemplo sólo hace falta una botella de agua.

Si la maceta es suficientemente grande, basta con coger una botella de agua de un litro o litro y medio (si cabe una garrafa genial) y hacer dos agujeros muy pequeños en el tapón. Con los agujeros hechos, llena la botella o la garrafa de agua y entiérrala boca abajo, de forma que el agua irá humedeciendo la tierra de forma progresiva. A más tamaño de la botella o garrafa, más tiempo para tener las plantas bien regadas.

Una variante del anterior pasa por colgar la botella o la garrafa de agua y hacerle un agujero en el tapón. Luego, introduce un tubito y entiérralo en la tierra y así las plantas tomarán el agua conforme les haga falta.

Pero quizás la opción que más me gusta sea esta. Se trata de montar un sistema de riego por capilaridad (funciona aprovechando la capacidad natural de los materiales porosos para absorber y transportar agua) Para hacerlo vamos a necesitar una botella, un cordón de zapatos o zapatillas y un pequeño alambre. En este vídeo lo explican genial, pero te lo resumo.

En una botella de agua se hace un pequeño agujero en un lateral y metiendo la cuerda, se hace un nudo en una de las puntas y se introduce por el agujero de forma que llegue al fondo de la botella. Se llena de agua y se cierra el tapón para evitar que entren bichos. Ahora, se enrosca el alambre alrededor de la boca de la botella y se hace una especie de soporte para colocarlo a la altura del tiesto de la planta y se lleva la cuerda por el mismo. De esta forma y gracias al principio de capilaridad se irá regando la planta según sus necesidades.

Este sistema me gusta más, porque se puede usar una botella sin depender del tamaño de la planta e incluso se puede usar una garrafa y sacar distintas cuerdas de forma que con un solo recipiente se pueden regar varias plantas.

Foto de portada | Daan Stevens

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