Una planta que crece en tu acera puede cambiar la vida de tu familia y solo necesitas unas hojas

A la hora de movernos por la ciudad, es posible que en alguna ocasión hayas visto una planta silvestre que crece en parterres e incluso en los huecos entre las aceras. Se trata de la ortiga (Urtica dioica), conocida por sus destacadas propiedades medicinales.

La ortiga crece en prácticamente toda España y, aunque a menudo se la considera una mala hierba, posee grandes beneficios. Sus hojas y flores tienen un potencial medicinal notable, y a continuación explicaremos cómo se puede aprovechar.

Una planta medicinal infravalorada

La ortiga (Urtica dioica) es una planta perenne que prospera en suelos ricos en nitrógeno, alcanzando alturas de entre 50 y 150 cm. Se distingue por sus hojas ovaladas y dentadas de color verde intenso, sus tallos delgados con sección cuadrangular, y sus pelos urticantes que liberan sustancias irritantes al contacto.

Florece en primavera y verano con discretas flores verdes agrupadas. Aunque es una planta silvestre, se puede cultivar fácilmente en casa en un lugar con buena iluminación y suelo húmedo pero bien drenado. Su propagación, mediante semillas o esquejes, es sencilla.

Propiedades medicinales: la ortiga destaca por ser antiinflamatoria, antioxidante y antibiótica, además de ser una auténtica bomba de nutrientes gracias a su contenido en flavonoides, taninos, vitaminas y minerales.

Antiinflamatoria: se utiliza tradicionalmente para aliviar dolores articulares, musculares y enfermedades inflamatorias como la artritis artritis, artrosis y otras enfermedades inflamatorias crónicas. Sus propiedades antiinflamatorias ayudan a reducir el dolor y el malestar asociados con estas afecciones.

Efecto diurético y depurativo: el uso de la ortiga tiene efecto diurético estimula la eliminación de líquidos y toxinas, lo que es beneficioso para combatir la retención de líquidos y prevenir problemas renales como cálculos o infecciones. Dicho de otra forma, promueve la desintoxicación del organismo.

Antioxidante: gracias a los flavonoides y la vitamina C, protege a las células del daño oxidativo, retrasando el envejecimiento celular y ayudando a prevenir enfermedades crónicas.

Mejora la salud del cabello y la piel: tradicionalmente, se usa para combatir la caída del cabello, fortalecerlo y mejorar su brillo. Además, su uso tópico ayuda a tratar afecciones de la piel como el acné, eccemas y psoriasis.

Antibiótica: sus extractos han mostrado actividad antimicrobiana contra bacterias y hongos, ayudando a combatir infecciones.

Fortalece el sistema inmunológico: sus vitaminas (A, C y K) y minerales (hierro, magnesio y zinc) contribuyen a mejorar la función inmune. La ortiga favorece la recuperación de anemias leves debido a su alto contenido en hierro.

Mejora la salud digestiva: sus propiedades astringentes y antioxidantes ayudan a aliviar trastornos como diarreas, dispepsias y problemas intestinales.

Apoyo a la salud cardiovascular: sus antioxidantes ayudan a mejorar la circulación sanguínea y a reducir la presión arterial en algunos casos.

Cómo usar la ortiga

La ortiga puede consumirse en infusiones, extractos, suplementos o incluso en recetas culinarias (previa cocción para eliminar sus propiedades urticantes).

La ortiga se puede probar de distintas formas para sacarle todo el partido y por ejemplo se puede usar para tomar infusiones que ayudan a desintoxicar el organismo, combatir la retención de líquidos y reducir inflamaciones.

Además, aplicadas en la piel en forma de cataplasmas se puede emplear para aliviar dolores musculares o articulares.

Y en la cocina, se puede usar como un ingrediente más. Las hojas jóvenes pueden usarse como un sustituto de las espinacas en sopas o guisos.

Precauciones

Dicho todo esto y aunque la ortiga es una planta versátil y muy nutritiva, hay que tener en cuenta que debido a sus propiedades urticantes, es importante manipularla con guantes hasta que se haya cocido o procesado correctamente.

Entre las observaciones, la ortiga debe consumirse con precaución, sobre todo en el caso de personas con problemas renales, hipertensión o que toman medicamentos anticoagulantes. Siempre hay que consultar a un médico antes.

Foto de portada | Ellie Burgin

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