Aunque se han vuelto muy populares, los modelos de aire acondicionado portátiles no siempre son los que menos energía consumen
El aire acondicionado es probablemente el sistema más efectivo y rápido para refrigerar la vivienda de forma sencilla, logrando alcanzar la temperatura ideal para estar bien confortables en pocos minutos, aunque esta comodidad tiene un coste que viene dado por el elevado consumo eléctrico de los aparatos.
Sin embargo, este consumo energético no es igual en todos los modelos ni en todos los tipos de aires acondicionados, y es una de las características que diferencia a un equipo barato de uno caro. De hecho, podemos llegar a plantearnos qué gasta más, un modelo portátil de tipo pingüino o uno de pared.
Ambos producen aire frío y/o caliente mediante un sistema de compresión, pero la forma en que lo hacen, la situación y las características de este sistema hacen que el consumo eléctrico pueda ser muy diferente entre ellos.
Una cuestión de eficiencia
Una de las principales claves del asunto está en la eficiencia de funcionamiento, en la que influye dónde está situado el compresor. En los modelos portátiles está integrado en la propia carcasa, mientras que en los de pared se encuentra en un aparato adicional que está colocado en la fachada.
Esto hace que en los portátiles sea necesario instalar uno o varios tubos para expulsar el aire caliente sobrante al exterior, dispositivo que también radia parte de ese calor dentro de la habitación, al ser generalmente un conducto de plástico sin ningún tipo de aislamiento.
Además, aunque suele venir algún adaptador para tapar el espacio de la ventana o puerta entreabierta donde instalamos el equipo portátil, siempre quedan huecos por los que se escapa el frío, entrando aire del exterior por lo que necesitaremos más frigorías o calorías de lo normal.
De hecho, este es uno de los puntos clave del asunto, ya que si con un aire convencional de pared necesitamos por ejemplo generar 2.000 frigorías para enfriar una sala, con uno portátil esta cifra probablemente se incremente a más de 3.000 dadas sus ineficiencias, lo que aumenta el coste final de la electricidad a pagar.
Además, en la mayoría de modelos de aire acondicionado portátil del mercado con un único tubo al exterior, el sistema recoge el aire ya enfriado o calentado de la sala y lo usa para el ciclo de intercambio de calor expulsándolo al exterior, por lo que estamos desperdiciando una buena parte de la energía que ya hemos gastado en enfriar el aire.
Es decir, gastamos electricidad en enfriar un aire de la habitación que el equipo va expulsando a la sala por la rejilla principal, pero que por otro lado lo va recogiendo por otra de las rejillas para que pase por todo el sistema y es posteriormente expulsado fuera de la sala.
Por último tenemos en asunto de la tecnología del compresor, que en la mayoría de modelos de pared suele ser de tipo inverter, mientras que en los portátiles contar con este sistema no es tan común. Con un aire acondicionado no inverter, una vez alcanzada la temperatura ideal el motor de compresión se apaga y vuelve a encenderse cuando pasamos de un rango especificado por cada fabricante (por ejemplo uno o dos grados), activándose se nuevo su funcionamiento al 100% y repitiendo el ciclo cuantas veces sea necesario.
Esto hace que el aire necesite a la larga más potencia eléctrica con un pico de consumo cada vez que se enciende, siendo menos eficiente que los equipos más modernos con tecnología inverter. En estos últimos, una vez hemos alcanzado la temperatura óptima deseada el equipo va a bajar de potencia y a situarse en un rango de muy bajo consumo durante el cual es capaz de mantener la temperatura con un gasto mínimo, subiendo y bajando en la capacidad de refrigeración si lo necesita.
Imagen portada | Cecotec
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