Si abres la nevera de alguien y encuentras un corcho de vino sin su correspondiente botella, hay una buena razón para ello
La nevera es uno de esos sitios más críticos en cuanto a olores, y no necesariamente porque la comida que alberga está en mal estado (llegado el caso, con más razón todavía) o porque queden restos o manchas, sino que simplemente por tener preparaciones y alimentos con olores fuertes como cebollas o pimientos durante cierto tiempo, estos van dejando olores. Y como además están en un lugar cerrado, la acumulación y mezcla puede hacer que el frigorífico huela mal.
Métodos para tratar de mejorar el olor de la nevera hay unos cuantos, desde el clásico limón con clavos pasando a otros más modernos como usar un rollo de papel higiénico. Una de las últimas tendencias está en colocar un elemento que de por sí puede estar ya dentro de la nevera: un corcho de vino, pero desprovisto de la botella. ¿Por qué colocar un corcho de botella de vino dentro de una nevera con mal olor? Y lo más importante, ¿verdaderamente funciona?
El corcho, un absorbedor de malos olores casero
Vaya por delante que que una nevera acumule olores es lo más normal del mundo y no, no es buena idea meter ambientadores en el frigorífico: añadir olores artificiales en un lugar donde acumulas comida por un lado y por otro, porque aunque el olor del ambientador tuviera un origen natural, al final lo que haces es enmascararlo. Así que lo mejor es tratar de minimizar esos olores mediante la absorción, evitando así que impregnen el resto de elementos y alimentos.
Aquí es cuando entra en acción el corcho de una botella de vino. La clave está en que el corcho es un material poroso, por lo que entre sus propiedades está la de absorber, lo que viene genial para atrapar esos malos olores. Hacer la prueba y comprobar su efectividad es muy fácil, ya que es relativamente común tener uno a mano, por lo que no hace falta gastar dinero para conseguir un neutralizador de malos olores de la nevera casero: basta con reciclar uno o varios. Después solo hay que cortarlo en un par de trozos y dejarlos esparcidos en diferentes baldas y compartimentos, preferiblemente cerca de las fuentes más potentes de olor.
Pasado el suficiente tiempo como para que haya absorbido parte de ese mal olor, por ejemplo al día siguiente, podemos comprobar los resultados al abrir la nevera, descubriendo así que la intensidad es menor e incluso puede que haya desaparecido.
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