Trata de evitar que nos pueda la pereza a la hora de realizar las tareas básicas del hogar
Mantener una casa limpia y ordenada puede ayudar a mejorar el bienestar, la impresión general de la vivienda y a que nos sintamos más cómodos disfrutando de los espacios en nuestro hogar.
Sin embargo, aunque hay muchos trucos y consejos que podemos aplicar para realizar las tareas básicas en diferentes partes de la casa, la realidad es que la mayoría de humanos tenemos un enemigo común que hace que dichas tareas tiendan a postergarse hasta que no queda más remedio.
Es la pereza que lleva a la procastinación o el dejar para un "luego" que a veces nunca llega algunas obligaciones cotidianas, especialmente las que son aburridas y repetitivas, como por ejemplo la limpieza y la organización del hogar.
Al fin y al cabo, ¿tampoco pasa nada por dejar esa bolsa de la compra en la entrada un rato, o la mancha de café en la encimera, los platos sucios en el fregadero o por no limpiar el polvo ahora mismo, no?
Acabar con la tentación de procastinar con la regla de los dos minutos
Si somos de ir dejando tareas sin hacer como en los párrafos anteriores, probablemente el resultado, salvo que tengamos a alguien más en casa que se encargue de resolvernos la papeleta, será de una vivienda que va creciendo en suciedad y desorden con el paso del tiempo. ¿No hay nada que podamos hacer?
Pues para darle una oportunidad a nuestra fuerza de voluntad podemos hacer uso de la conocida como "regla de los dos minutos", que se puede aplicar no solo a la limpieza y organización del hogar, sino a otras tareas "molestas" de hacer como el estudio, trabajo, etc.
Acuñada por David Allen en su metodología de Gestión del Tiempo y Productividad Personal (GTD) y recogida en su libro 'Organízate con eficacia', la idea es sencilla: si una tarea puede ser completada en dos minutos o menos debemos hacerla de inmediato.
Lo que exceda esa duración ya deberá ser anotado, procesado, clasificado, etc. en nuestro sistema de gestión para hacerlo en otro momento o subdividir las tareas en otras más sencillas. Pero si es así de breve e inmediato, no hay que malgastar ni un segundo en pensar sobre ello, simplemente hay que ponerse y hacerlo.
¿Cómo aplicamos esto a la limpieza de la casa y a tenerlo todo en orden? Pues mentalizándonos de que si hay algo que podamos recoger, limpiar, doblar, guardar, ordenar, etc. en menos de dos minutos, lo haremos inmediatamente pensando mientras lo hacemos que: no vamos a tardar casi nada, será solo un momentito y ese rollo de tarea se terminará con un gran resultado.
Por ejemplo, que vemos un cerco dejado por una taza en la mesa, pues lo recogemos en menos de un minuto, y la taza no tardamos ni 30 segundos en llevarla al lavavajillas. Tampoco tardamos ni dos minutos en doblar las bolsas de la compra o en meter la ropa sucia en la lavadora en vez de dejarla en la habitación.
¿Los platos sucios de la comida? No tardamos nada en meterlos en el lavaplatos en vez de dejarlos en el fregadero, y tampoco se tardan ni dos minutos en recoger las migas de la alfombra después de comer o en doblar y guardar el jersey en el armario.
El resultado de aplicar esta regla de los dos minutos es que, cuando la interiorizamos logramos reducir el número de tareas que solíamos postergar por ser aburridas, incómodas o desagradables, aunque no todas, solo las más cortas. Por ello el siguiente paso consiste en aprender a subdividir las largas para que nos parezcan más cómodas y accesibles.
Imagen portada | PXHere
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