Vivo en Estados Unidos y alucinan con lo que hacemos en España para que la ropa dure más. Me miran como a un loco

"¿Qué haces?" "Se llama tender" 

Llevo desde finales de julio en Dallas, Texas. La experiencia está dando mucho de sí, y muchas costumbres estadounidenses me hacen flipar tanto como las nuestras a ellos, para bien y para mal. Hoy voy a contar algo curioso que vivo casi a diario.

2024 está siendo un año especialmente caluroso aquí, aunque era algo esperado. Lo que no esperaba es que lloviera tan poco (si nos vamos a los datos, ha sido un agosto especialmente seco). Desde que llegamos, ha chispeado algunos días, pero solamente hemos vivido un par de días verdaderamente agobiantes en lo que respecta al agua. Eso ha hecho que, para mí, andaluz, acostumbrado al sol y a tendederos y azoteas, un electrodoméstico haya quedado prácticamente en desuso. Sí, hablo de la secadora.

Secadora como modo de vida

Incluso en un apartamento pequeño, la secadora no puede faltar.

En nuestra urbanización, las casas equipadas con electrodomésticos vienen con secadora. Yo, con este calor, he optado por tender siempre en un tendedero portátil en el balconcito que tenemos: no me quita apenas tiempo tender y destender, ahorramos energía (aunque aquí es especialmente barata) y, sobre todo, respeto el consejo de la industria textil.

Porque sí, son muchísimas (pero muchísimas) las prendas que recomiendan en su etiqueta que no utilicemos secadora. Lo hacen por un tema muy sencillo: el calor puede dañar las telas delicadas (al igual que el calor extremo andaluz ha dañado telas que han estado expuestas al sol muchas horas). Yo intento e intentaré respetar ese consejo, especialmente en ropa deportiva, porque el elastano/licra lo llevan especialmente mal. Por otra parte, no soporto el ruido continuado de la secadora. Ruido que puede ser silencio durante y tras los 10 minutos que tardo tendiendo.

Después de unos tres meses, este tendedero portátil sigue siendo nuestra alternativa "loca" a la secadora.

Mis vecinos no lo ven igual. Cuando me ven tendiendo, algo común dado que mi balcón es visible desde la calle, y vivo en un primero, me hacen bromas o símbolos de estar loco tras preguntar por qué tiendo. Les digo mis motivos y les dejo incluso más descolocados. Aquí la ropa y muchas otras cosas preocupan poco: la mentalidad es "cuando se desgaste o rompa del uso, compro de nuevo", que viene a ser la misma que conozco de España, con la diferencia de que allí tratamos de ser cuidadosos para alargar más la vida útil de todo. El presupuesto de las familias tiene mucho que ver, claro.

Para mí, la secadora son casi todo desventajas (con buen clima y sin hijos): ruido, consumo energético y ropa que sufre más.

Evidentemente, cuando lleguen las lluvias, tendré que cambiar de hábitos en los peores días, pero hasta ahora no ha habido problemas ni un solo día. Incluso sin mucho sol directo, la ropa se ha secado de forma natural en pocas horas, sin dejar olores ni rastro de humedad. De momento, un vecino ya me ha confesado que ha dejado de meter en la secadora la ropa deportiva.

Yo, por otra parte, sigo siendo consciente de que en algún momento la secadora vendrá muy bien, como viene bien en España en los casos que conozco: zonas muy húmedas, o en zonas secas pero donde la familia tiene varios niños que ensucian mucho la ropa, y no se da abasto con un secado natural.

Imágenes | Artificial Photography en Unsplash, Antonio Sabán

En Xataka Smart Home | Endesa lo deja claro: estas son las ventajas de tender la ropa a la manera tradicional


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