El instalador nos recomendó ajustar la temperatura del agua a 55ºC
He bajado la temperatura del agua en la caldera y he logrado gastar menos gas sin pasar frío en la ducha
Hace unos años, tras realizar una reforma en casa, instalamos una caldera de condensación a gas (ya sabemos que van a ser reemplazadas) para el suministro de agua caliente sanitaria y calefacción. En ese momento, el instalador nos recomendó ajustar la temperatura del agua a 55ºC. Al principio, esta temperatura parecía elevada.
Sin embargo, con el tiempo, el costo del gas (y de la electricidad) ha aumentado considerablemente, por lo que cualquier medida de ahorro en la factura energética es bienvenida. Por esta razón, decidí investigar y realizar pruebas hasta encontrar un método eficaz para reducir mi consumo de gas y aliviar la factura.
Menos grados, menos consumo
En medio del debate sobre la futura prohibición por parte de la Unión Europea del uso de calderas de gas en nuevas edificaciones, he estado investigando cuál es la temperatura ideal del agua caliente en la caldera para ahorrar gas sin comprometer el confort durante la ducha.
Es importante tener en cuenta que reducir la temperatura del agua en la caldera puede ser una medida eficaz para ahorrar gas y energía, ya que el calentamiento del agua es una de las principales fuentes de consumo energético en muchos hogares. En mi caso, la tenía ajustada a 55ºC.
Por eso, decidí calcular si la temperatura que tenía configurada era realmente la adecuada. Noté que, al usar el agua en el fregadero o en la ducha, terminaba mezclándola con agua fría porque salía demasiado caliente, lo cual supone un gasto innecesario de energía.
Consulté las recomendaciones del fabricante de la caldera para obtener orientación y, además, investigué más a fondo leyendo documentación y hablando con un técnico. La temperatura ideal del agua en la caldera puede variar según el uso. Por ejemplo, para el agua caliente de uso doméstico, se suele recomendar una temperatura de alrededor de 45°C. Sin embargo, esta temperatura no es fija y puede ajustarse a un nivel más bajo para evitar la necesidad de mezclar con agua fría.
En muchos medios se indica que la temperatura adecuada es de 45°C, pero al ajustar el termostato a esa temperatura, el agua seguía saliendo demasiado caliente. Esto podría deberse a la proximidad de los grifos (duchas y fregadero) a la caldera, lo que provoca una menor pérdida de calor en el recorrido. Por ello, decidí bajar la temperatura a 41°C (14°C menos que la original). Para ajustar la temperatura, simplemente utilicé los botones de control de la caldera; sin embargo, es recomendable tener el manual de instrucciones a mano para hacerlo correctamente.
Tras realizar las pruebas, he notado que el agua ahora tiene una temperatura adecuada, sin necesidad de mezclarla con agua fría, y sigue siendo cómoda de usar. Es cierto que aún no han llegado los meses más fríos, lo que podría requerir un reajuste de la temperatura, pero con una media de 22ºC en casa, esta configuración es suficiente por ahora.
En cuanto al consumo energético, ya hemos notado una ligera reducción en la factura mensual. Ajustar la temperatura del agua en la caldera es una de las muchas medidas que se pueden implementar para reducir el consumo energético en el hogar, aunque no es la única.
Otras medidas para ahorrar
Puedes utilizar un termostato programable que permita establecer diferentes temperaturas del agua para distintos momentos del día. Por ejemplo, es posible reducir la temperatura cuando no estás en casa o durante la noche, y aumentarla antes de ducharte o lavar los platos. Esta estrategia no solo optimiza el confort, sino que también contribuye al ahorro energético.
Aprovechar la temperatura ambiente. Además, es importante aprovechar la temperatura ambiente. Si vives en un clima cálido, puedes beneficiarte de la temperatura natural del agua. Por ejemplo, dejando correr el agua fría durante un tiempo antes de que se caliente (utilizando un cubo para recogerla y reutilizarla para limpiar o regar plantas), la caldera necesitará menos energía para elevar la temperatura, ya que el agua estará menos fría al entrar en el sistema.
Aísla las tuberías y la caldera. Asegúrate de que las tuberías y la caldera estén bien aisladas para evitar la pérdida de calor. Un buen aislamiento ayudará a mantener el agua caliente por más tiempo, reduciendo la necesidad de recalentarla constantemente y mejorando la eficiencia energética del sistema.
Algunas calderas permiten la instalación de un sistema de calefacción de doble temperatura. Esto significa que puedes calentar el agua a diferentes temperaturas para distintos usos, como agua más caliente para duchas y agua más templada para la calefacción central. Esta configuración puede ser más eficiente en términos de consumo de energía, ya que optimiza la temperatura del agua según la necesidad.
Es fundamental recordar que reducir la temperatura del agua en la caldera debe hacerse con precaución para no comprometer la comodidad y la seguridad en el hogar. Asegúrate de que la temperatura del agua sea lo suficientemente alta para satisfacer tus necesidades de agua caliente y, al mismo tiempo, prevenir problemas como el crecimiento de bacterias en el sistema de tuberías. Si tienes dudas, consulta a un profesional en calefacción y refrigeración para obtener orientación específica sobre tu sistema.
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