Dejar la calefacción siempre a la misma temperatura o estar tocando el termostato todo el rato: qué es lo mejor si queremos ahorrar

Muchas veces nos olvidamos que podemos variar la temperatura a voluntad en diferentes momentos del día

Con la llegada del frío y toca volver a encender nuestros sistemas de calefacción para estar bien calentitos en casa, lo que supondrá un incremento en el gasto familiar a final de mes con independencia de que nuestro equipo sea más o menos eficiente y funcione con electricidad, leña, gasóleo o pellets.

Optimizar el uso de la calefacción es una buena opción si no queremos gastar una fortuna y en anteriores artículos hemos visto algunos consejos generales y variados para bajar el gasto energético en casa durante el invierno.

Hoy nos centraremos en optimizar el uso de un elemento que la mayoría de nosotros tenemos en casa pero al que no solemos prestar mucha atención: el termostato de la calefacción.

El termostato: un elemento clave para ahorrar

El termostato es un elemento clave a la hora de estar confortables y ahorrar energía, ya que controla cuánto y con qué potencia va a funcionar nuestra calefacción y por tanto cuánto va a gastar.

Puede estar directamente integrado en el equipo de calefacción, como un radiador eléctrico con la clásica rueda de temperatura o en la bomba de calor de un aire acondicionado, pero también estar instalado en la pared de la vivienda para controlar la calefacción central.

El primer consejo y el más importante para mantener los gastos de calefacción a raya es seleccionar en nuestros equipos una temperatura óptima que permita tener una buena sensación de confort, pero de forma eficiente, algo que queda reflejado en este estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) y que la sitúa entre los 21°C y los 23°C .

Para cada grado que elevamos la temperatura con respecto al valor óptimo el consumo de energía se incrementa entre el 5-10%, dependiendo de la vivienda y el sistema de calefacción. Muy bien, pues seleccionamos un valor óptimo de la temperatura, como por ejemplo 22 grados y ya está ¿no? Pues no. Esto es solo el punto de partida si queremos ahorrar lo máximo posible.

Muchas veces por comodidad encendemos la calefacción y la mantenemos de forma constante todo el día o incluso por la noche. Sin embargo, con la llegada de los tramos horarios en la factura de la luz, podemos jugar con el gasto eléctrico subiendo la temperatura dos o tres grados grados en las horas más baratas, así como apagando algún equipo y bajando la temperatura en los tramos más caros.

Estas variaciones podemos hacerlas de forma manual o, si no queremos estar pendientes, aprovechar los temporizadores y programadores que incluyen muchos equipos de calefacción. Y, ¿qué sucede si nuestro equipo no cuenta con un termostato donde se marquen los grados, sino directamente la clásica rueda de potencia?

Esto es muy habitual en los radiadores eléctricos, donde no se suelen indicar grados sino varias marcas a lo largo de un potenciómetro. En estos casos lo que podemos hacer para averiguar si tenemos la sala a la temperatura ideal es usar un termómetro externo situado en la zona donde vayamos a estar sentados y variar la potencia de los equipos de calefacción hasta que dicho termómetro marque la temperatura deseada, por ejemplo esos 22 grados.

Ajustar el termostato en función de las horas del día es esencial, ya que no solo los precios de la energía pueden variar, sino que no en todos los tramos necesitaremos tener la misma temperatura. Por ejemplo, el rango de temperaturas óptimo según el IDAE que hemos visto antes se sitúa alrededor de los 22 ºC, pero eso para el día, ya que por la noche la recomendada está entre 15°C y 17°C.

Aquí es posible usar programadores con diferentes tramos si es que nuestros equipos lo permiten, o si no nos tocará cambiarla a mano todos los días, una tarea molesta pero que nos ayudará a ahorrar en la factura.

Tampoco es necesario tener el mismo calor en todas las habitaciones, puesto que hay zonas de la casa que no solemos habitar y podemos mantener más frías o algunas que están más calientes de por sí, como la cocina mientras guisamos, por lo que podemos ahorrar energía en ellas.

Por ello contar con la posibilidad de ajustar la temperatura por zonas con un termostato que lo permita o con varios de ellos es ideal si queremos optimizar al máximo el gasto de calefacción en casa.

Otra situación frecuente es cuando queremos salir de casa un rato y no sabemos si apagar o no la calefacción por completo. En estos casos podemos dejarla conectada bajando el termostato tres o cuatro grados para ahorrar, puesto que no necesitaremos tener la temperatura "ideal" mientras estamos fuera, sino una mínima de mantenimiento.

La clave aquí está en que así nos evitaremos que al volver a casa y querer recuperar la temperatura de confort los equipos tengan que arrancar de cero y necesitar de nuevo un consumo energético puntual o de pico más elevado, algo clave por ejemplo en los sistemas eléctricos si estamos en las horas de mayor coste en nuestra tarifa eléctrica que generalmente se sitúa por la tarde.

Imagen portada | PxHere

En Xataka Smart Home | Tengo varios sistemas de calefacción diferentes en casa: combinarlos es la clave para ahorrar en la factura a final de mes

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