La nevera es uno de los electrodomésticos marcados en rojo en nuestra factura de la luz porque es uno de los que más consumen. No es porque sean los que más energía demandan, si no porque han de estar siempre encendidos. Por eso es normal que cuando salte un rumor como que los imanes que pegamos en la puerta aumentan su gasto, ante la duda nos despidamos de ese recuerdo de Torrevieja. Nada más lejos de la realidad: los imanes de nevera no afectan en absoluto ni al rendimiento del frigorífico, ni a los alimentos de su interior... pero hay otras costumbres que sí. Si quieres reducir el consumo energético de tu nevera, es mejor que trates de evitar estas malas prácticas.
Antes de nada, una obviedad: vivo en un piso de alquiler que ya traía la nevera, pero si comprase un frigorífico para mí, lo suyo sería invertir en un modelo que tuviera la mejor eficiencia energética posible, pero si no hay necesidad de comprar uno nuevo porque ya tenéis una nevera que funciona bien, mejor no poner el piloto automático de meter y sacar cosas de la nevera sin pensar para evitar algunas de estas malos hábitos desde el punto de vista energético.
Mantén la temperatura a raya. Hay quien piensa que cuanto más frío, mejor, pero no es lo mismo tener una nevera con mantequilla, unos refrescos, una caja de leche y algunos vegetales que tenerla repleta de productos perecederos y críticos, como por ejemplo carnes y pescados. En este sentido lo ideal será tenerla a 4 - 5 grados como norma general y, en situaciones excepcionales y puntuales (por ejemplo, antes de la cena de nochebuena y la comida de Navidad), bajarla si es necesario. Para el congelador, lo suyo es tenerla a entre -16 y -18 grados.
El mantenimiento es fundamental tanto por dentro como por fuera. Descongelar la nevera y limpiar las rejillas de la parte trasera no están entre los planes favoritos de nadie para un sábado por la mañana, pero teniendo en cuenta que estas operaciones van a optimizar el funcionamiento de esta, mejor hacerlo de vez en cuando. Ten en cuenta que una nevera es un intercambiador de calor, por lo que interesa que la circuitería responsable de la disipación térmica han de estar en perfectas condiciones para rendir mejor. Por otro lado, unas paredes con escarcha se traduce en un consumo eléctrico extra del 30% según la OCU.
Hay una mala costumbre de la que soy culpable: la de depositar los alimentos de cualquier manera dentro de la nevera. Esto es un error ya que existen compartimentos específicos más allá de las estanterías como las baldas de las puertas, las hueveras o los cajones para frutas y verduras que están para algo. Además, no necesita tanto frío una malla de naranjas como un kilo de langostinos. Cada alimento en su lugar y para optimizar su funcionamiento, lo ideal es tener la nevera llena pero sin comprimir alimentos.
La vida con prisas no es buena, y aplicada a la cocina menos si cabe. Si eres de esas personas que hacen batch cooking o simplemente practican la buena costumbre de cocinar de más para tirar de tuppers, mucho cuidado con meter comida caliente dentro. La nevera funciona como una intercambiador de calor y con los alimentos hace lo mismo: si los metes calientes, estos aumentarán la temperatura del interior y el aparato tendrá que trabajar más para alcanzar nuevamente la temperatura consigna. Así que lo ideal es tenerlo en cuenta para introducirlos cuando ya estén a temperatura ambiente o incluso, en estos meses fríos, aligerarle el trabajo a la nevera dejándolos en la ventana o la terraza para que bajen de temperatura gracias al ambiente.
Si tienes una segunda residencia, un huerto o similar, soy consciente de que cuando llegas quieres meter todo en la nevera y a funcionar, lo que puede llevarte a tener tu nevera siempre encendida incluso aunque solo tengas dos botellas de agua. La realidad es que estarás despilfarrando energía: si no vas a usar la nevera en semanas, lo suyo es tenerla limpia, vacía y desenchufada.
Que levante la mano quien nunca haya abierto la nevera por puro aburrimiento. Quizás para picar algo, para saber qué tienes para cenar, para la compra...aunque salvo que tengamos un frigorífico de diseño de esos con puerta transparente, a veces será inevitable tener que abrir la puerta y tenerla un ratito abierta, pero que esto suceda cuanto menos mejor: cada vez que lo hacemos entra aire caliente del exterior, lo que se traduce en que luego tendrá que trabajar para volver al nivel de frío establecido.
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