Llega la época de frío y tras revisar los equipos y hacer las tareas de mantenimiento previas toca encender la calefacción en casa. Entonces nos surge la duda: ¿qué temperatura es más recomendable poner en el termostato para lograr un ambiente confortable sin gastar una fortuna en electricidad o combustible para la caldera?
No hay una respuesta única, ya que la temperatura ideal dentro de casa dependerá de múltiples factores, como quién vive en ella, si somos muy frioleros o calurosos, la edad de los habitantes, la humedad ambiental, el tiempo que vamos a pasar en su interior, etc. Sin embargo, sí hay una serie de rangos recomendados que podemos tomar como referencia para lograr una calefacción más eficiente en casa.
Temperatura ideal: lo que dice la ciencia
Según un estudio del IDAE (Instituto para la Diversificación del Ahorro y la Energía) y teniendo en cuenta criterios normalizados de ergonomía del ambiente térmico, la temperatura de confort en un ambiente cerrado como es una vivienda y de actividad "pasiva", es decir, cuando no estamos realizando ninguna actividad física, se sitúa en invierno entre los 21°C y los 23°C para el horario diurno y entre 15°C y 17°C en horario nocturno.
Si superamos estos 23 grados tanto de día como de noche, el aire estará más reseco y aumentará la incomodidad dentro de casa, además del consumo energético y con ello el gasto a final de mes. De hecho, los cálculos generales para el coste energético para cada grado que elevamos la temperatura (o que la reducimos en verano con el aire acondicionado) con respecto al valor óptimo puede suponer un 7% de incremento en el consumo de energía, como por ejemplo de electricidad.
¿Es esto mucho? Pues si consideramos para hacer unos cálculos rápidos que vamos a gastar unos 100 euros al mes en calefacción poniendo los termostatos a 21 grados, un grado que incrementemos en la temperatura nos supondrá 7 euros adicionales. Con uno o dos grados no se notará mucho a final de mes, pero si somos de poner la casa a 26-28 grados para poder esta tranquilamente en camiseta, esto puede suponer un incremento cercano al 50% en el coste total que tendremos que pagar cada mes, cifra que deberemos multiplicar por los meses de otoño e invierno en los que encendamos la calefacción.
Otro factor que interviene en el confort de la vivienda y que puede influir en cuánto gastamos en calefacción es la llamada sensación térmica, término que hace referencia a la capacidad de los humanos para percibir ante una misma temperatura externa objetiva distintas sensaciones de frío o calor.
Y uno de los culpables de que esta sensación térmica varíe dentro de casa es el porcentaje de humedad relativa o relación entre la presión parcial del vapor de agua y la presión de vapor de equilibrio del agua a una temperatura dada. Por encima de valores del 50% de humedad relativa en el hogar suele aumentar la sensación de calor y al contrario, con valores inferiores solemos tener la sensación de que hace más frío y tenderemos a subir la calefacción gastando más.
El IDAE recomienda una humedad relativa de un 40%-50% para dentro de casa y, en caso de que queramos variar este porcentaje sin recurrir a subir la calefacción o aire acondicionado, podemos optar por utilizar algún humidificador o deshumidificador que nos permitirá modificar la cantidad de agua presente en el aire de la vivienda.
Temperatura en las diferentes habitaciones
Por supuesto, como comentábamos al principio esta temperatura ideal dependerá de factores como de la habitación en la que la apliquemos. Por ejemplo, no es lo mismo un cuarto de baño donde queremos momentáneamente un ambiente más cálido para no pasar frío al salir de la ducha que un dormitorio donde solo entramos a dormir por la noche o el cuarto de estar.
En el baño, por ejemplo, para periodos cortos de tiempo podemos usar un calefactor eléctrico portátil de acción rápida que nos permitirá alcanzar esas calorías extra en un espacio corto de tiempo sin tener que esperar a que toda la vivienda incremente unos grados la temperatura.
Otro caso aparte es la cocina, donde el calor de los fogones va a incrementar la temperatura media mientras cocinamos y donde en general pasaremos poco tiempo y tenemos además equipos de refrigeración que funcionarán mejor con temperaturas bajas o moderadas, como frigoríficos y congeladores.
Por ello es recomendable o bien contar con sistemas de calefacción que podamos controlar de forma independiente en cada habitación, o si tenemos un termostato unificado para toda la casa, que esté instalado en una zona céntrica y de uso medio donde vayamos a pasar la mayor parte del tiempo, como por ejemplo un salón.
Variaciones de la temperatura óptima con la edad y estado de salud
Estos valores generales que hemos comentado están recomendados para personas medias con buena salud, pero hay situaciones en las que probablemente será más adecuado subir un par de grados el termostato para lograr mejorar el confort dentro de casa.
Es por ejemplo el caso de los bebés, niños, ancianos y personas enfermas o que por su situación física no puedan realizar muchos movimientos a lo largo del día, teniendo un metabolismo más lento.
En estos casos por ejemplo los pediatras recomiendan que la temperatura del hogar para un bebé oscile entre los 22-24°C por el día y los 18-20°C por la noche, algo que podemos aplicar al resto de habitantes con salud más delicada.
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