Internet de las cosas y hogar inteligente

50 mil millones de dispositivos conectados. Lo que también se conoce como “internet de las cosas” supondrá una nueva revolución en nuestras vidas. Y no penséis que queda mucho para ello. Los expertos dicen que alcanzaremos esa cifra de dispositivos conectados formando su propia internet en el año 2020. Todo lo que pueda estar conectado entre sí lo estará, con la sana intención de que los dispositivos puedan tomar decisiones propias. No, no os preocupeis, no estamos hablando de Skynet ni de universos distópicos. Estamos hablando de la posibilidad de que la internet de las cosas mejoren nuestra calidad de vida, ahorren energía, y nos hagan la vida más sencilla, incluso en nuestra propia casa.

En Xataka Home vamos a dedicar un par de entradas para ver qué es la internet de las cosas y cómo puede revolucionar nuestro futuro más cercano.

Los motores del cambio

En el primer párrafo ya apuntaba algunos de los motivos que van a hacer que la internet de las cosas sea una realidad. Alguno de vosotros ya contaréis en vuestras casas con reguladores de calefacción o aparatos de aire acondicionado programables. En este caso la inteligencia la ponéis vosotros, al ser los que decidís cuándo se encienden y se apagan los dispositivos y cuál va a ser la temperatura ideal. Os habréis dado cuenta de que esto no es lo más eficiente si no estamos en casa, ya que las condiciones pueden variar y el programa sigue “a piñón fijo” independientemente de lo que pase. Un ejemplo puede ser un sistema de riego, el cual programamos para que actue a una determinada hora cada día. Pero si llueve estaremos desperdiciando agua.

La primera razón de ser para que los dispositivos inteligentes y conectados entre sí se hagan un hueco en el hogar va a ser el ahorro energético. En los últimos años se ha producido un aumento de los costes energéticos bastante importante, con una fuerte repercusión en los bolsillos del consumidor. Por ello merece la pena pensar en dispositivos que, aunque resulten algo más caros, puedan compensar en el medio y largo plazo el sobreprecio de los mismos. Y no me refiero a electrodomèsticos clase A, sino a elementos en el hogar que puedan tomar decisiones combinadas entre ellos.

Un ejemplo puede ser una estación meteorológica en casa que indique la temperatura y las condiciones a los aparatos de climatización y a la persiana eléctrica, de forma que se cierre si hace mucho calor y si no estamos en casa. Con ello reduciremos el consumo eléctrico. ¿Cuesta mucho hacer que un dispositivo “tonto” se convierta en inteligente? Mucho menos de lo que imagináis, al menos en cuanto a hardware se refiere.

Y es que una Raspberry Pi, una tarjeta con un procesador ARM y memoria básica de 256MB, cuesta alrededor de 25 euros para el usuario final sin WiFi, algo más si lo hacemos inalámbrico. Y estamos hablando de una tarjeta con una potencia de proceso bastante elevada (es capaz de reproducir vídeo a 1080p). También contamos con placas Arduino y con evoluciones del mismo, bastante interesantes y que permiten el control directo de otros elementos. Como veis integrar inteligencia en cualquier dispositivo tiene un coste muy bajo para cualquier fabricante de dispositivos.

El segundo motivo y probablemente el más importante para tener una casa conectada es la comodidad. La misma persiana eléctrica que comentábamos antes podría levantarse 30 minutos antes de sonar el despertador, de forma que nos despertemos con la luz del día (eso si no madrugamos mucho), o la luz del dormitorio se iría encendiendo poco a poco si no hay luz exterior. Entramos en la ducha y recibimos la información de lo que vamos a hacer hoy y del tiempo que hará, y cuando salimos del baño automáticamente se pone a hacerse nuestro café gracias a un interfaz WeMo para acabar de despertarnos. Al salir de casa el paraguas se encenderá para recordarnos que nos lo tenemos que llevar. Y si nos dejamos alguna cosa el teléfono móvil nos avisará y nos ayudará a localizar dónde lo hemos puesto.

Inteligencia distribuida o centralizada

Hablábamos antes de la comodidad. Creo que un factor fundamental para que la internet de las cosas entre en nuestra casa es que la interacción humana sea la mínima imprescindible. Pero, ¿quién tomará las decisiones? ¿Habrá un elemento inteligente (un PC, un tablet, o un smartphone) que tome las decisiones y mande sobre todos los dispositivos, o la inteligencia estará distribuída y los dispositivos tomarán las decisiones entre sí (como por ejemplo el despertador y la persiana)? Probablemente sea una mezcla de ambas, ya que si bien es cierto que habrá acciones simples que sólo involucren a dos dispositivos, habrá acciones más complejas o que precisen la coordinación de un elemento más inteligente, como luego veremos.

También es cierto que no sólo habrá dispositivos que realicen determinadas acciones, sino que tendremos elementos que detecten comportamientos, situaciones o condiciones y que sean capaces de distribuir dicha información a otros. Así, sensores de presencia en cada habitación posibilitarán que la luz, calefacción, climatización, etc se desconecten si salimos para no seguir gastando energía. Los sensores de sonido adecuarán el volumen de la música si suena el teléfono. Sensores que nos avisarán por Wi-Fi o activarán el riego para las plantas de interior. O un sensor por habitación se encargará de identificar qué elementos se encuentran en la misma. Así, nunca más perderemos las llaves o el móvil (o al menos tendremos más pistas de dónde los hemos dejado).

¿Cómo se conectarán los dispositivos?

El hogar nos brinda la posibilidad de que los dispositivos se conecten via Wi-Fi. Probablemente sea la opción más usada, ya que en casa no tendremos problemas de alimentación de los mismos. Otra posibilidad es la interconexión vía Bluetooth. En su versión 4.0 ganamos un mejor consumo de energía, mejores tasas de transferencia y alcance. Para conectar los mismos sin necesidad de interactuar con ellos, NFC gana bastantes puntos y garantiza la seguridad de la conexión gracias a la necesidad de aproximar los dispositivos a menos de 10 cm para su interconexión, mucho menos que Bluetooth (10m, 100m para Bluetooth 4.0)o Wi-Fi (50 a 150m). Para dispositivos fuera del hogar se apuesta por comunicaciones vía redes 3G o LTE.

Hasta aquí esta primera entrada. En la próxima entradas veremos hasta donde llegará la inteligencia de los dispositivos, quién tomará las decisiones y la interacción del ser humano con los elementos que compondrán la internet de las cosas en el hogar y la interacción entre sí de dichos dispositivos.

En Xatakahome | Internet de las cosas y hogar inteligente (II)

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