Los humanos no nos caracterizamos precisamente por nuestras buenas dotes adivinatorias, y sobre todo en aspectos tan complejos como la evolución de la tecnología, sus usos futuros y su impacto en nuestras formas de vida.
Si además tomamos periodos de tiempo relativamente amplios (de varias décadas), las previsiones se desdibujan en un halo de ficción y deseo que muchas veces no llega a cumplirse o que incluso lo hace de formas inesperadas. En este artículo trataremos de aventurar algunas de las tecnologías, sistemas y usos que las diferentes redes de datos nos proporcionarán en nuestros hogares inteligentes en los próximos años.
Para ello nos basaremos en proyectos e investigaciones que ya están en marcha y cuya aplicación a nuestras vidas cotidianas parece sólo cuestión de tiempo.
Imaginando un futuro ya sobrepasado
Pero antes de comenzar a hablar del futuro vamos a ponernos un poco nostálgicos con el pasado. ¿Cómo se imaginaban hace unas décadas el hogar del futuro? Pues a grandes rasgos dotando de conectividad a los voluminosos aparatos de la época.
Cuando Internet era poco menos que un cuento de ciencia ficción que sólo los más soñadores podían imaginar, poder tener un televisor conectado a una red informática sería algo propio del futuro más innovador. Algo así como enviar mensajes a través de un primitivo sistema de mensajería basado en el fax, que por supuesto podríamos imprimir para visualizarlos correctamente.
Y, ¿qué hay de la telefonía y las comunicaciones interpersonales? Pues en este campo el rey del futuro sería el teléfono con pantalla incorporada (fijo y con panel de tubo, por supuesto) que nos permitiría hacer videollamadas a nuestros familiares y amigos.
Por supuesto, el centro de todo este hogar del futuro sería un supercomputador (probablemente con unos 640 KB de memoria, ¿para qué más?) ocupando casi completamente una de las habitaciones de la casa y que nos permitiría desde ver la cotización de nuestras acciones hasta incluso conocer la previsión meteorológica e incluso consultar una base de datos sobre mapas. Todo un adelanto de la ciencia!
Superando todas las previsiones: Un hogar hiperconectado
Los hogares del futuro más cercano serán el hábitat de un enjambre de objetos y sensores inteligentes capaces de interactuar entre sí con diferentes grados de autonomía. Todo estará conectado a Internet y/o entre sí a través de nuevos protocolos como WiFi Direct y derivados que serán capaces de establecer redes ad-hoc interoperables, flexibles y adaptables.
Estos objetos interconectados es lo que se ha venido a denominar la Internet de las cosas, nuevo paradigma que para 2020 se espera esté formado por más de 50.000 millones de dispositivos y objetos domésticos conectados a diferentes redes.
Casi cualquier dispositivo, electrodoméstico y objeto mundano que compremos y llevemos a casa tendrá, queramos o no, capacidades de interconexión con diversas redes. Teléfonos, libros, vehículos, bombillas, sistemas de domótica y seguridad, contadores de consumo (agua, gas, electricidad), agendas, videoconsolas, equipos de audio y vídeo, ropa, complementos decorativos, incluso paquetes de comida y bebida, todo llevará algún tipo de sistema (posiblemente la evolución de tecnologías como RFID, NFC y BlueTooth) que les dotará de conectividad.
A estos dispositivos habrá que sumar los múltiples sensores que se irán instalando en todo tipo de objetos para registrar diferentes aspectos de la realidad física, que se comunicarán con Internet y otras redes de forma fija o inalámbrica, utilizando protocolos IP (o no), funcionando en muchos casos de forma autónoma, sin interacción del usuario, y que necesitarán transmitir sus datos a sistemas inteligentes capaces de interpretarlos y analizarlos.
Y, ¿cuáles serán estos sistemas inteligentes que interpretarán los datos? Pues hay varios candidatos. Desde ordenadores domésticos siempre encendidos pasando por smartphones y centralitas inteligentes hasta puede que humanoides capaces de recibir los datos directamente en formatos digitales y presentarlos al usuario a través de interfaces más amigables.
Fibra óptica y LiFi por doquier
Todo este enjambre de máquinas y objetos comunicándose entre sí necesitarán nuevos protocolos y tecnologías capaces de mantener la conectividad sin problemas de saturación. Para ello será necesario el uso de soluciones mixtas que utilicen varios rangos del espectro electromagnético de forma simultánea y que vendrán de la mano de los actuales desarrollos en comunicaciones ópticas, tanto guiadas como en campo libre.
La fibra óptica llegará a nuestras casas para traernos la conectividad con el exterior (redes FTTH y variaciones de éstas), pero también en el interior, gracias a los desarrollos en cables de fibra óptica de plástico, baratos de producir, sencillos de instalar y con excelentes cualidades frente al ruido electromagnético.
Pero también necesitaremos comunicaciones inalámbricas, que se apoyarán en WiFi y en un nuevo candidato que en pocos años será común en nuestros hogares: El LiFi.
Conocido también como Optical WLAN o Visible Light Communications (VLC), estas comunicaciones por luz visible lograrán transmitir información en nuestras casas a alta velocidad con elementos de iluminación (bombillas LED) al mismo tiempo que se da luz a una sala.
También se puede usar para transmitir grandes volúmenes de datos entre equipos o a dispositivos multimedia. Por ejemplo suponed que queremos enviar un vídeo del móvil a un televisor de forma rápida o copiarlo a un disco duro de red. Bastaría con apuntar el teléfono a la tele o al disco duro durante unos segundos, como ahora hacemos con el mando a distancia para cambiar de canal.
Y todo ello sin interferir con las redes WiFi (ya que funcionan en otro rango de frecuencias) ni con nuestra visión, ya que la modulación será tan rápida que pasará desapercibida para nuestros sentidos.
Un mundo de descargas de objetos físicos
Cada vez pasaremos más tiempo comunicándonos de forma remota mediante tecnologías de telepresencia y realidad virtual, lo que en algunos casos implicará salir menos al exterior, o por lo menos suprimir parte de nuestras salidas para tareas mundanas y aburridas como realizar cierto tipo de compras.
Aquí tendremos otro de los aspectos clave de los próximos años: las descargas de objetos físicos, que supondrán un avance cuyas repercusiones aún son difíciles de predecir.
Las impresoras 3D de las que tantas veces hablamos por aquí evolucionarán y se convertirán en dispositivos clave de nuestros hogares del futuro. No sólo para crear pequeños objetos tridimensionales como sucede ahora, sino para fabricar nuestros propios electrodomésticos, dispositivos, recambios, paneles energéticos e incluso comida.
Para que esto sea posible se necesitarán nuevos materiales capaces de constituir la materia prima de los objetos del futuro. Materiales como ‘carbomorph’ y sus próximas evoluciones, que permiten crear elementos como pistas de circuitos eléctricos y en poco tiempo también estructuras de cableado complejas e incluso se piensa ya en poder imprimir pequeños circuitos conectables a una CPU.
Es decir, llegaremos a casa, elegiremos un dispositivo que nos guste en alguna página web y nuestra impresora 3D será capaz de imprimirlo, totalmente funcional. Ni que decir tiene que aquí la piratería dará un paso de gigante, por lo que la industria deberá establecer nuevas reglas de protección anticopia si no quieren quedarse fuera del mercado.
Como veis, muchas son las posibilidades del hogar del futuro en cuanto a conectividad se refiere. Un hogar en el que todo estará conectado, o casi todo, ya que de momento seremos nosotros, los humanos, los que nos estaremos empezando a quedar obsoletos con tanta máquina y dispositivo inteligente a nuestro alrededor.
¿Tendremos entonces que actualizar nuestros sentidos y estructuras nerviosas al nuevo mundo digital interconectado que nos aguarda? Probablemente sea sólo cuestión de tiempo.
En Xataka Smart Home | Especial Retro Futuro
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