Cada vez tenemos más objetos conectados en casa que se comunican usando redes inalámbricas, en segundo plano, enviando información de múltiples sensores, imágenes, vídeos de vigilancia, temperaturas, datos sobre humedad, calidad del aire o simplemente pequeños mensajes de estado.
Con el desarrollo de la Internet de las cosas esta situación crecerá todavía más y lo habitual en un hogar medio será contar con decenas o incluso cientos de objetos conectados que de vez en cuando enviarán algún dato a la red local o a Internet.
Uno de los principales retos que tendrán que superar estos dispositivos conectados será el relacionado con la alimentación de sus circuitos. Los más grandes podremos tenerlos enchufados a la red eléctrica de casa, pero habrá muchos sensores que requerirán de baterías internas y aquí el bajo consumo y la posibilidad de recarga inalámbrica será un punto a valorar para no tener que andando recargando manualmente decenas de equipos cada pocos días.
Investigadores de la Universidad de San Diego en California han estado trabajando en estos problemas y su apuesta ha sido el chip que vemos en las imágenes, más pequeño que un grano de arroz y cuya misión es dotar de conectividad inalámbrica a los dispositivos domésticos del futuro. La novedad con respecto a los sistemas actuales es que ha sido diseñado para un extremadamente bajo consumo energético.
De hecho, el circuito necesita solo 28 microvatios para funcionar como transmisor WiFi, lo que según sus creadores es hasta 5.000 veces menos que los equipos actuales, y es capaz de enviar datos a velocidades de 2 Mbps en un radio de 21 metros, suficiente para transmitir información de estado, imágenes, música e incluso secuencias de vídeo de baja resolución.
Para ello utiliza una técnica denominada backscattering, que recoge una señal WiFi ya existente y la modifica agregando pequeños paquetes de datos adicionales, aprovechando así una gran parte de la energía que ya tenía la señal original pero que ahora llevará también los nuevos datos hasta el dispositivo destino.
Lo interesante del invento es que abre las puertas a un futuro en el que podamos tener miles de sensores por todo el hogar que apenas consumirían energía para comunicar su estado a un hub central o directamente a nuestros móviles. Incluso puede resultar interesante para posibles aplicaciones en ropa y tejidos inteligentes o cuantificadores de actividad.
Más información | Universidad de San Diego
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