Hace un par de décadas resultaba imposible pensar que hablaríamos con nuestros teléfonos móviles. Hace diez años, hablar sobre comunicarnos con los coches hubiese dado el mismo resultado. Hoy día hay quien opina que no hablaremos con nuestra casa a través del móvil, a pesar de que ya está ocurriendo.
Hemos venido a afirmarlo, a hablar de domótica, las técnicas orientadas a automatizar una vivienda, y a hablar de climatización, de ahorro energético, controladores inteligentes, y la calidad de vida que traen este tipo de dispositivos. Porque sí, ya puedes hablar con tu casa por el móvil, y te lo demostramos.
¿Cómo llegó la domótica al móvil?
Ya en los 70 la climatización, primer servicio domotizado, se extendió por toda España (vía cable) y los activadores de pared eran meros interruptores. Algo que cambió en los 80, cuando estos se transformaron en paneles más o menos complejos donde programar horarios. Diez años más tarde, en los 90, aparecieron las pantallas LCD a modo de termostato y un gran invento aplicado al manejo de electrodomésticos: el mando a distancia por radiofrecuencia.
Por su automatización, en su momento era llamado domótica. Sin embargo, hoy entendemos la domótica como automatización conectada para la vivienda.
Casi 40 años después de que los primeros climatizadores empezasen a instalarse en nuestro país, llegó Internet, y con él la posibilidad de manejar nuestra vivienda a distancia. En este momento surgieron dos alternativas:
- Hacerse con algún electrodoméstico (nevera, lavadora, aire acondicionado) inteligente y con conexión directa a Internet vía WiFi o cable.
- O aprovechar el electrodoméstico anterior e instalar un puente entre este y el router. Mucho más asequible, de rápida instalación y con menos impacto ambiental.
Entre 2007 y 2010 los smartphones proliferaron justo en el momento en que la burbuja inmobiliaria explotaba (esto será importante). Los móviles pasaron de ser completos desconocidos a herramientas imprescindibles con las que conectarnos con todo. ¿Cómo no iba a estar nuestra vivienda?
La mayoría de las personas que habían instalado domótica en su vivienda entre 1992 y 2007 había sido a través de obra nueva (cerca de un 85%), y una domótica conectada directamente con el router. Sin embargo, tras 2008 hubo un cambio en la sociedad española, y el número de instalaciones domóticas en vivienda ya existente se dispararon.
Esto es, aprovechando los electrodomésticos existentes y conectándolos al router a través de los llamados hubs (_concentradores_). Estos _hubs_ se convertían en una suerte de routers para dispositivos domóticos.
En climatización, por ejemplo, los mandos a distancia para aire acondicionado fueron sustituidos por dispositivos de radiofrecuencia que se colocaban en pared; y en calefacción se empezaron a instalar cabezales termostáticos.
En seguridad, se empezaron a conectar sensores en puertas y ventanas.
En ahorro energético, las pinzas amperimétricas conectadas al _hub_ por radiofrecuencia se instalaron en el cuadro eléctrico de la vivienda.
Y todo quedaba conectado al teléfono móvil, vía WiFi. Pero entre 2010 y 2015, las aplicaciones para teléfonos móviles resultaban bastante limitadas. El servidor que manejaban se encontraba en el domicilio, en el _hub_, y resultaba complejo conectarlo al móvil si este no estaba cerca del rango del WiFi de la vivienda. Esto significaba que había que estar en la vivienda para controlar su domótica desde el móvil.
Sin embargo, desde 2013 se estaban haciendo experimentos para alojar este tipo de servicios en la nube, por lo que hacia 2015 (en Japón, mayoritariamente) ya era posible controlar algunas áreas de la vivienda desde el teléfono móvil. Hoy día, esto está al alcance de todos, y sin necesidad de comprar nuevos aparatos de aire acondicionado, instalar nuevos radiadores, cambiar la puerta de acceso o acometer una reforma eléctrica.
El ahorro económico y alivio para el medio ambiente que supone la domótica moderna
Uno de los pilares de la domótica e inmótica (aplicación pero a nivel industrial) es el ahorro energético que supone su uso, incluso en estados tecnológicos más bien básicos. Por ejemplo, los primeros aires acondicionados no disponían de temperatura objetivo, y uno los encendía si tenía calor y los apagaba si tenía frío.
Con la llegada de la programación horaria básica llegó también la temperatura objetivo, y los aparatos de aire acondicionado empezaron a gastar menos energía. Con la programación inteligente (con los electrodomésticos conectados al WiFi y al smartphone), en la que el dispositivo de control tiene cierto poder de decisión, va varios pasos más allá.
Si programamos el aire acondicionado para llegar y que la vivienda se encuentre a 28ºC, desde el punto de vista del confort térmico nos da igual usar tecnología de los años 90, que era reactiva, a tecnología hiperconectada, que es predictiva. Pero la factura de la luz y el medio ambiente tienen mucho que decir al respecto.
La tecnología reactiva adapta su funcionamiento minuto a minuto en base a las condiciones externas del momento, sin importarle demasiado términos como _picos de potencia_ o _previsión_.
Hoy día esto es considerado una locura, y la domótica es predictiva. La aplicación en la nube que usamos para controlar nuestro aparato de aire acondicionado se nutre de las previsiones climáticas para operar, por llevar el ejemplo a la climatización.
Es el caso de Novo, una solución domótica orientada a la producción de frío. Cuando elegimos una temperatura objetivo, ya sea desde el hogar o antes de salir del trabajo, el servidor de Novo calcula cuál sería el minuto perfecto para arrancar el aire acondicionado en base a la temperatura interna y externa prevista (predictiva), minimizando el uso de energía.
Esto sería imposible sin la conexión a Internet y el uso de las bases de datos de clima. Por ejemplo, si el sistema de control de Novo sabe que la temperatura bajará tres grados en los próximos minutos debido a una tromba de verano, ¿para qué empezar a enfriar la vivienda antes pudiendo aprovechar este fenómeno para bajar un poco la temperatura?
El aumento en la calidad de vida y la independencia que aporta la domótica
La bajada de la factura y el alivio para el medio ambiente no son las únicas ventajas de usar domótica en el hogar. La calidad de vida de las personas que habitan la vivienda también se ve aumentada de manera directa, ya que hoy tenemos mucho más control sobre este tipo de dispositivos gracias a los smartphones.
Imaginemos otro ejemplo: habíamos programado nuestra llegada a casa a las ocho de la tarde. Sin embargo, esta vez hemos tenido un pico de trabajo y hasta las nueve no vamos a llegar. Como no sirve de mucho enfriar una vivienda vacía, basta con abrir la aplicación (como Novo App) y modificar el calendario de encendido.
Este gesto tan sencillo hace años hubiese necesitado el llamar a un vecino o familiar para que se pasase por la vivienda y cambiase manualmente el control de tiempo, algo que muy pocos hubiésemos hecho. La mayoría hubiésemos optado por dejar el aire encendido una hora entera, enfriando una casa en la que no hay nadie. En otras palabras, la domótica aporta independencia y una mayor libertad para las personas que viven con ella en casa.
Además, frente a la domótica de obra nueva, la domótica adaptativa hace uso de los electrodomésticos que ya tenemos en la vivienda, reduciendo mucho el coste de instalación y haciendo posible que podamos acceder a esa tecnología. En otras palabras, este tipo de soluciones domóticas nos permite conservar nuestros splits sin tener que cambiar nada de la instalación.
La domótica avanza paso tras paso hacia la automatización de nuestra vivienda haciéndola más eficiente energéticamente, menos costosa de climatizar a nivel económico y mucho más confortable. Se trata de es una inversión muy asequible y rápidamente amortizable que nos permitirá tener más autonomía personal y un mayor control sobre nuestra vivienda.
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