Vamos a narrar una historia. Un viaje apasionante a través de uno de los electrodomésticos más importantes de nuestro tiempo. Varios siglos de historia concentrados en un rectángulo metálico que tiene en consideración desde el valor con el que la gravedad nos atrae como la responsabilidad civil de economizar agua y energía.
Aunque cuesta creer que todo empezó con un tambor de madera lleno de ropa retorcida con rodillos manuales, más parecido a un silo de molienda que a la máquina actual, la realidad es que la lavadora siempre se ha mantenido a la vanguardia tecnológica.
Y lo siguen haciendo, como demuestran las lavadoras de Samsung con hitos tecnológicos como AddWash™, que permite añadir ropa en cualquier momento del ciclo de lavado; QuickDrive, que reduce en un 50% el tiempo de lavado y en un 20% el consumo energético; o sistemas de autodiagnóstico como Smart Check.
Primera parada: el siglo XVI
Si obviamos que las primeras máquinas usadas para lavar eran las palas de los barcos, debemos remontarnos hasta varios documentos del inventor Jacopo Strada. Tanto él como su hijo Ottavio presentaron prototipos para máquinas de lavado antes del año 1600.
Ideas que quedaron congeladas hasta 1691, con la primera patente inglesa, más un gesto de validación que otra cosa, firmada como Washing and Wringing Machines, haciendo referencia a un motor con distintos usos. Entre ellos, lavar ropa.
Por aquel entonces, la ropa era lavaba no más de una vez al mes, o bien en arroyos frotando con guijarros o en tinajas llenas de agua, implicando horas de esfuerzo invertido. Desde luego, la colada siempre fue considerada tarea ingrata; como ya señaló el célebre diarista británico Samuel Pepys «cuando toca colada cenamos carne fría».
Segunda parada: primeras máquinas “reales”
Y saltamos del prototipo al aparato físico, al modelo alemán registrado por Jacob C. Schäffer en 1766. El inventor supervisó la fabricación de 60 máquinas y logró un importante éxito histórico. Inspirado en la danesa “Yorkshire Maiden” de una popular revista, desarrolló una bañera que ahorraba lejía y combustible para calentar el agua, gracias a un rudimentario sistema de rodillos.
Habría más, por supuesto: las máquinas de Rogerson (1780) y Sidgier (1782), la de Thomas Todd, más un acto de popularidad del actor y publicista Edward Beetham que otra cosa. Todd, Beetham and Co invirtió más dinero y recursos, llegando a anunciar en The Times su “lavado a la perfección”. «Lavará tantas sábanas como seis u ocho de las lavanderas más hábiles, sin el uso de heces (lejía), y con solo un tercio del fuego y jabón».
Beetham siguió fanfarroneando durante años. Dijo haber vendido 1.121 máquinas desde mayo de 1790 a 1791. Se ofreció a la Marina una versión que ahorraría “15 chelines en cada guinea”. Humo puro y duro. No fue sino otro estadounidense, Nathaniel Briggs, quién presentó el 28 de marzo de 1797 su “Clothes, Washing”. Esta era una versión a vapor de la caja mangle, que también escurría y planchaba mediante rodillos accionados por una manivela, como ya explicamos aquí.
De aquello no recordamos mucho: las primeras 10.280 patentes registradas entre 1790 y 1836 fueron destruidas en un grave incendio. Y de las X-patent saltamos hasta 1850, con méritos por partida doble: primera lavandería comercial y primer modelo modelo de tambor giratorio patentado por James King, lo que facilita el escurrido.
La próxima parada es 1855. A Josee Johnson se le concede patente para su Metropolitan, que permitía un lavado corto de unas veinte camisas o equivalente. Los años trataron bien a la Metropolitan y esta fue recibiendo importantes revisiones en su diseño.
Y el 1 de julio de 1874, el inventor William Blackstone fabrica con sus propias manos y regala a su esposa la considerada por muchos primera lavadora moderna, al reducir sus dimensiones para convertirla en una pieza indiscutible del hogar.
Tercera parada: en los albores del siglo XX
Tal vez hoy demos por seguro innovaciones alucinantes como la tecnología EcoBubble™ (tecnología que inyecta en el tambor el agua y el jabón ya disuelto en burbujas), pero las cosas no siempre fueron tan fáciles.
Antes de cerrar el siglo nos encontraremos con Margaret Colvin y su Triumph Rotary Washer. En 1871 la patentó y puso a su señor marido a diseñarla para tenerla lista para el Women’s Pavilion en el Centennial International Exhibition de 1876. Entre 1862 y 1894 al menos 48 mujeres americanas patentaron lavadoras o artículos relacionados como escurridores, escurridores y filtros.
El negocio tampoco iba a quedar fuera las grandes mentes del nuevo siglo: Alva J. Fisher patenta en 1901 una de las primeras lavadoras eléctricas. Fisher no dejó de implementar mejoras: coloca en la parte superior una puerta con dos bisagras para evitar que la ropa salpicara al dar vueltas; una caja de cambios que gira por sí misma, lo que hacía que el tambor cambiase de sentido para evitar que la ropa se apelmazara; incluso presentó diagramas con válvulas de presión.
La Gran Depresión azotó el progreso y congeló parte de la infraestructura eléctrica de EEUU, pero el inventor no se detendría: su éxito final llevaría el nombre del dios del rayo. Thor fue introducida en 1908 por la Hurley Machine Company (Chicago). La suya era una máquina de lavado de tambor con bañera galvanizada y motor eléctrico. Una patente que se emitiría el 9 de agosto de 1910.
Constituida como Hurley Electric Laundry Equipment Company, la empresa abriría instalaciones por todo el estado a partir de 1936. Thor ya copaba la publicidad de los periódicos. El éxito de Thor atrajo a más de 700 empresas y en 1928 se vendieron 913.000 lavadoras sólo en Estados Unidos.
Cuarta parada: lavado a máquina
Estamos en 1937 y con más de 60 patentes en apenas un año, nos encontramos con un modelo de John W. Chamberlain que lava, enjuaga y extrae el agua de la ropa en una sola operación. Un año después, en Dakota del Norte, el inventor y agricultor J. Ross Moore desarrolla un sistema de secado automático; y ya en 1941 el diseñador industrial Brooks Stevens, especialista en automoción, desarrolla la primera secadora eléctrica con ventana de cristal.
En 1947, 1900 Corporation distribuye la primera lavadora automática de carga superior y una década después se presenta la primera con carga frontal. Entretanto ya contábamos con un programa específico de escurrido (1953), con los primeros ciclos programados (1958) y con la mayoría de fabricantes añadiendo dispensadores automáticos para suavizante y blanqueador.
Es entonces cuando se empiezan a estandarizar las medidas del electrodoméstico. Distintas medidas para Estados Unidos y Europa: en Alemania se determinan los 85 cms de alto por 59 cms de ancho y 60 cms de profundidad. El resto de Europa sigue esta pauta para las lavadoras compactas.
Francia, que contaba con mercado de lavadoras desde 1929, fue el más reticente. Al mercado español no llegarían hasta 1966. Es en esta década cuando los costes se reducen y la lavadora llega a estar presente en el 60% de los hogares europeos.
Quinta parada: electrónica de consumo
La tecnología seguiría su curso hasta llegar a las obleas semiconductoras. En 1977 se incorpora por primera vez un chip microprocesador, lo que optimiza los distintos temporizadores y controles de uso. Los avances ya no eran tanto mecánicos como electrónicos. No olvidemos que la lavadora es, en términos industriales, el electrodoméstico más complejo del hogar. EN 1980 llega la RAM a las lavadoras.
Samsung ya era entonces un fabricante de prestigio. La pelota ya no estaba en el tejado de la innovación técnica, sino en la miniaturización. Cada luz en los leds de programa —prelavado, lavado, aclarado y centrifugado— nos recuerda un escollo superado en la fabricación de la lavadora moderna. En 1991 nos encontramos con los primeros microcrontroladores con temporización y en 1994 la primera lavadora con calificación Energy Star.
En los “dosmiles”, la lavadora se convierte en un habitual de departamentos científicos. ¿La meta? Reducir al máximo el consumo de agua y energía. En 2006 aparecen las primeras lavadora con función ‘Air wash’ —desinfección de agua de enjuague— y dos años después, la Universidad de Leeds diseña luna avadora que sólo requiere 250ml de agua para cada lavado.
La industrialización trajo consigo una concienciación: mientras en 2010 nos topamos con las primeras pantallas táctiles en lavadoras, en 2012 se especifican los primeros indicadores de responsabilidad ecológica. El nuevo etiquetado se convirtió en obligatorio y los fabricantes volcaron recursos en producir electrodomésticos más eficientes.
Samsung fue una de las fabricantes que no se conformó con lo obvio y patentó nuevos avances: Vent Sensor, un detector de obstrucción en los respiraderos; MultiStream, un sistema de secado a vapor para reducir arrugas, eliminar malos olores y rehidratar los tejidos de las prendas; o Eco Dry, una modalidad de “secado ahorro”, hasta un 50% más eficiente.
Pero también programas como Super Speed, logrando coladas diarias en apenas 39 minutos; Digital Inverter, un sistema con menor desgaste por fricción y ruido que mejora el rendimiento y la vida útil del electrodoméstico; o VRT Plus, la tecnología que reduce ruido y vibraciones durante lavado. Y sin olvidar la característica luz LED azul en el tambor las actuales lavadoras Samsung, iluminando el interior de la colada.
La historia de la lavadora se construye a partir de unas manos. Muelles, palancas y rodillos que fueron sustituidos por la electricidad y los microprocesadores. La lavandería fue la tarea de los lunes durante siglos, una asignación específica para cada semana. Hoy, gracias a las QuickDrive de Samsung disponemos de nuestra ropa limpia a cualquier hora del día.
Y más gracias a apps para smartphone como SmartThings™, con la cual no sólo podemos programar el lavado, sino conocer la salud del electrodoméstico y dejarnos aconsejar por el tipo de programa según las indicaciones de color o nivel de suciedad. Un sistema que está al alcance de cualquiera y que viene a sumarse al empuje innovador que Samsung que está transformando a uno de los electrodomésticos más importantes del hogar.
Samsung QuickDrive Serie 6 AddWash WW80M645OPW/EC
799€ Comprar ahora
Producto disponible en El Corte Inglés. Descubre todas las ventajas que ofrecen los Tecnoprecios.