Durante el Evento Blog España celebrado este fin de semana en Sevilla, tuve la oportunidad de probar Windows 8, que aúna estéticamente tanto Windows Phone, Xbox y Windows con su interfaz Metro. Con esa pequeña prueba y la pseudo charla comercial que dio el Mago More para convencer a los presentes de sus bondades, hoy os traigo mis primeras impresiones enfocadas al hogar.
Windows 8 supone sin duda un cambio radical con respecto a todos sus anteriores sistemas operativos para sobremesa, y también con respecto a los demás. Es el primero en trasladar al ordenador lo que hasta ahora habíamos visto en móviles y tabletas, y lo hace bastante bien, aunque en el fondo sigue siendo Windows, y la novedad es más bien la capa de la interfaz Metro y sus aplicaciones.
Aún así, es un avance significativo para el hogar, porque nos permite olvidarnos del ratón y el teclado, gracias a las pantallas táctiles de los nuevos sobremesas, portátiles, e híbridos entre portátiles y tabletas, que son a los que más futuro les veo en el hogar, capaces de asumir ambas funciones bastante bien. De esta manera, el ordenador se puede acercar al salón sin tener que renunciar a un sistema operativo completo como Windows.
Podremos estar en el sofá cómodamente recostados mientras enviamos contenido a la televisión desde el portátil con unos simples gestos con las manos gracias a Smart Glass, sin tener que apoyar el ratón en el reposabrazos, reclinarnos a intentar manejarnos con el trackpad o tener que levantarnos para pausar una película con la tele conectada al ordenador, porque los hay que aún no tenemos televisores inteligentes. Aunque para esto último hay apaños como VLC remote, lo que estaría bien sería poder controlar el ordenador con Kinect, un poco como la Xbox, pero con la potencia, versatilidad y capacidad de almacenaje que puede ofrecer Windows.
Se nota el esfuerzo que Microsoft ha puesto en que la interfaz sea limpia e intuitiva, que las aplicaciones nativas ofrezcan bastantes funcionalidades para que no tengamos que salir de ella en nuestro día a día. Correo, contactos, fotos, vídeos, música, juegos, navegadores, Twitter… todo a golpe de dedo y en una pantalla inicial personalizable y con ventanas multitarea, para que podamos por ejemplo estar leyendo o viendo algo y twittear sobre ello en la misma pantalla.
A la que te haces con los gestos principales, se maneja con facilidad y sencillez. La velocidad es una de las cosas que más sorprende, así como la ligereza visual. Una interfaz muy agradable para manejar de forma táctil, lo que le permite colonizar zonas de la casa en el que el uso de un sistema operativo tradicional resultaba poco operativo, como la cocina, el dormitorio o el salón, donde las tabletas habían extendido su dominio.
Su principal ventaja, y a la vez su principal hándicap, es que debajo sigue estando el Windows de siempre. Choca un poco que cuando queremos editar un archivo en Word salgamos de la interfaz para aparecer en algo que nos parece anacrónico en ese momento, pero por otro lado nos permite tener una interfaz fácil, rápida y cómoda de manejar con los dedos sin tener que asumir que ese ordenador se quede "capado" por un sistema operativo completamente cerrado.
Habrá que ver las aplicaciones que se desarrollan para esta nueva interfaz que propone Windows 8, que es lo que hará que se quede en una mera baratija estética que al final nadie use --como algunas interfaces que añaden los fabricantes en tabletas Android-- o realmente convierta nuestro ordenador portátil en una máquina capaz de conquistar el salón.
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