Cuando llegó el CD a nuestras vidas, a finales de 1982, casi todos agradecimos de inmediato ese sonido tan limpio y libre de los chasquidos del vinilo a los que estábamos acostumbrados. Sin embargo, las compañías discográficas tardaron varios años en dominar la tecnología digital, por lo que muchos nos percatamos también de que aquellos primeros discos compactos nos ofrecían un sonido frío y metálico.
Poco a poco su sonido fue mejorando, y a finales de la década de los 80 empezaron a llegar a las tiendas CD con una calidad sonora realmente lograda que permitió a este formato conseguir nuevos adeptos. Pero algo más tarde, a mediados de los 90, empezaron los problemas. Las discográficas se dieron cuenta de que sus clientes asociaban un volumen más alto a una mayor calidad de sonido. En ese momento empezó «la guerra del volumen».
¡Esto es la guerra!
En principio que una compañía discográfica decida incrementar el volumen general de sus grabaciones no parece importante porque nosotros siempre podemos adaptarlo a nuestro gusto ajustando el volumen de nuestro equipo. Pero realmente importa. Y mucho. El problema es que la música digital tiene un volumen máximo, al que los ingenieros de sonido llaman «cero digital». Y, si se sobrepasa, se incrementa seriamente la distorsión.
La competencia entre discográficas ha provocado que el volumen general de los CD se haya seguido incrementando paulatinamente hasta llegar a nuestros días, superando el cero digital. Por esta razón era necesario encontrar la forma de evitar que la distorsión se cargase las grabaciones, y los ingenieros de sonido encontraron la forma de hacerlo, pero pagando un precio muy alto: recortando los picos de agudos que sobresalían más allá del cero digital.
El problema es que este recorte reduce claramente el rango dinámico debido a que se acorta la «distancia» que existe se reduce la diferencia de volumen entre el sonido más grave y el más agudo. Y esto provoca que la música sea mucho más plana y menos emotiva. Afortunadamente, no todas las discográficas utilizan esta estrategia para competir. Algunas cuidan mucho la calidad sonora de sus discos; de hecho, hoy en día sellos como Fonè, Tacet, Chesky o Reference Recordings, entre muchos otros, nos ofrecen unos CD con una calidad sonora realmente extraordinaria.
Si queréis conocer más acerca de este interesante tema os sugiero que leáis el post que han publicado en Sound & Pixel Planet, una entrada muy didáctica que me ha inspirado este artículo. Y, sobre todo, recordad: más volumen no equivale necesariamente a más calidad.
Más información | Sound & Pixel Planet
En Xataka Smart Home | Conoce mejor los formatos de audio digital con y sin pérdida de calidad con esta infografía
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