Desde el punto de vista de las posibilidades de acceso a los contenidos, la música está atravesando un momento extraordinario. La abundancia de formatos y vías de acceso nos permite a los aficionados elegir tanto la calidad de sonido que debe tener nuestra música como la forma en la que la conseguimos. Y eso es muy bueno.
Los usuarios que prefieren la comodidad e inmediatez de las descargas digitales tienen a su disposición desde archivos con calidad de CD hasta ficheros con calidad de máster de estudio. Quien se queda con los formatos físicos puede optar por el CD, el SACD, el Blu-ray Pure Audio, los discos de vinilo, etc. Todos estos formatos pueden sonar de maravilla, pero en este post me gustaría reflexionar acerca de una peculiaridad de los discos de vinilo que puede arruinarnos la experiencia si no estamos atentos: el máster del que procede.
No todos los discos de vinilo son iguales. Ni mucho menos. Su calidad de sonido depende de tres factores esenciales: de la toma de sonido (al igual que cualquier otro formato), del máster del que procede y del prensado y proceso de fabricación del disco. Si alguno de estos eslabones de la cadena falla, su calidad de sonido se resentirá.
Los mejores sellos discográficos suelen producir sus discos de vinilo a partir de másters analógicos y utilizan equipos completamente analógicos, como las consolas de masterización Neumann. Por supuesto, estos son mis vinilos favoritos, y pueden ofrecernos una calidad de sonido excepcional que suele destacar por un menor ruido de fondo, una mayor relación señal/ruido, una reproducción más precisa de las altas frecuencias y una respuesta a los transitorios de gran nivel. Podemos encontrarlos en los catálogos de Speakers Corner, Tacet, Fonè y Analogue Productions, entre otros sellos.
Otras compañías, sin embargo, utilizan másters procedentes en el mejor de los casos de grabaciones digitales en alta resolución (192/96 KHz y 24 bits), pero también pueden proceder de un CD. Muchos de estos discos de vinilo no suenan mal, pero, en mi opinión, son claramente inferiores a los que se producen a partir de un máster analógico y mediante una fabricación y un prensado muy cuidados. Así que, si sueles comprar vinilos, tenlo en cuenta. De lo contrario puedes llevarte una sorpresa desagradable.
Imágenes | Duncan Harris | GZ Vinyl
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