En los últimos años muchos hogares españoles han ido sustituyendo los antiguos fogones de gas butano o natural por placas eléctricas, ya sea de tipo vitrocerámica o de inducción, unas tecnologías más sencillas de manejar y que no requieren del suministro continuo del preciado combustible fósil.
En teoría son equipos más limpios que los clásicos fogones de gas, ya que no hay combustión que emita hollín ni ennegrezca las ollas y sartenes o la propia placa. Basta con pasar un paño húmedo o usar los productos de limpieza específicos y listo.
Sin embargo, en la práctica el recubrimiento de cristal de las placas se suele manchar con solo mirarlo, de ahí que estén proliferando por redes diferentes trucos para mantenerlas siempre limpias sin necesidad de esforzarnos.
Un truco viral que puede resultar peligroso
Como acaba de publicar la OCU en su página web, en los últimos meses se han hecho populares en redes sociales y diferentes páginas web tutoriales donde se aconseja un aparente inofensivo y sencillo método para mantener la placa de inducción (y en algunos casos también lo recomiendan para la vitro) sin esfuerzo.
Consiste básicamente en colocar un papel de cocina entre la placa y la olla o sartén de forma que cualquier salpicadura que pueda surgir o cualquier raya que podamos ocasionar al mover el metal sobre el cristal queda directamente amortiguado por dicho papel.
Al acabar de cocinar solo hay que quitar el papel de cocina, tirarlo y la placa estará como nueva. Como en teoría la placa de inducción no se calienta en sí misma, se supone que no es peligroso.
Sin embargo, la realidad es que interponer un papel entre la sartén y la placa sí puede llegar a ser peligroso, puesto que el papel puede arder a pesar de que no haya llama directa como sucede en el caso de los fogones de gas.
Si bien las placas de inducción utilizan ondas electromagnéticas para calentar lo recipientes que colocamos sobre ellas, siempre que el fondo sea magnetizable, la realidad es que el calor está ahí, ya que la base del recipiente metálico sí se calienta aunque la placa en sí no lo haga.
De hecho, si tenéis una de estas placas os habréis dado cuenta de que suelen contar con un aviso de alta temperatura una vez que las apagamos en aquellos fogones que hemos estado usando. Esto es porque el calor del recipiente metálico se transmite también al cristal de la placa y, por tanto, si ponemos algún elemento entre medias también recibirá calor.
Dependiendo del papel de cocina que usemos, hay algunos que pueden llegar a arder a unos 200 grados centígrados sin necesidad de llama, por lo que puede que en ciertos casos donde alcancemos dichas temperaturas en el cocinado mientras freímos o si nos dejamos un fogón encendido mucho tiempo el papel salga ardiendo.
¿Y el papel de aluminio? Pues tampoco es recomendable usarlo, ya que contiene partículas metálicas que como comentan desde la OCU pueden calentarse por el mecanismo de la inducción o interferir en el proceso.
En todo caso la única opción que aguanta mejor el calor son los papeles de hornear preparados para altas temperaturas, algunas láminas especiales de silicona o materiales preparados específicamente para esta tarea de cocinar en placas de inducción.
Vía | OCU
Imagen | Hisense
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