Hasta hace unos años si querías una pantalla grande tenías que recurrir a un proyector. Ahora la decisión no está tan clara y contamos con múltiples opciones en el mercado
A la hora de montarnos un sistema de cine en casa, de ver deportes en pantalla gigante o jugar a nuestros títulos favoritos con la máxima diagonal posible, dos tendencias tecnológicas son las opciones que nos ofrece actualmente el mercado: los televisores de gran formato y los proyectores.
Hasta hace unos años las teles quedaban muy, muy lejos en cuanto a dimensiones de pantalla se refiere, teniendo únicamente los usuarios la opción de apostar por un proyector si queríamos lograr diagonales de 80 o más pulgadas. Sin embargo, con la evolución de las tecnologías de fabricación de paneles tanto LCD como OLED hoy en día es posible encontrar en las tiendas teles gigantes que compiten casi de tú a tú con los proyectores.
Si nunca hemos podido comparar ambos tipos de dispositivos puede que nos surja la duda: ¿qué me ofrecerá una mejor calidad y se adaptará más a mi forma de uso? A continuación vamos a hacer un repaso por las ventajas e inconvenientes de ambas opciones para ver si realmente los televisores son una opción realista en comparación con los proyectores.
Índice de Contenidos (2)
Una competencia justa: un proyector necesita una buena pantalla
Antes de comenzar con las ventajas e inconvenientes hay que recalcar que para que la comparativa sea justa los proyectores necesitan contar con una buena pantalla para poder extraer todo su potencial.
Las sábanas, estores, cortinas y la mayoría de tejidos que tengamos en casa no son una buena opción si queremos que nuestro proyector muestre toda su calidad, ya que aparte de ser translúcidas y perder parte de la luz emitida, con la consecuente reducción en el brillo y contraste, tendrán texturas y/o colores o pliegues que empeorarán la calidad de imagen y puede que no reflejen la luz en el ángulo correcto ofreciendo peores imágenes.
Tampoco suele ser recomendable usar cualquier pared sin tratar que tengamos en casa por muy lisa que sea. Es una solución rápida pero si queremos optar por esta opción necesitaríamos que fuese sin defectos, texturas, gotelé o similares, y por supuesto debe estar pintada uniformemente de un tono blanco o gris.
Además, hay que tener en cuenta que pintar la pared para usarla con el proyector no es tan sencillo como si lo hacemos para decorar el salón. Es necesario no dejar rastro del rodillo o brocha (mejor usar pistola si podemos) y darle un acabado muy uniforme. De lo contrario la luz se reflejará de forma desigual y tendremos manchas de tonalidad en la imagen o bandas que empeorarán la calidad percibida.
Por todo ello, la mejor opción para poder aprovechar al máximo un proyector es que lo acompañemos de una buena pantalla que nos permita extraer el máximo contraste, brillo y detalle en los píxeles, especialmente si queremos un modelo 4K.
Proyectores vs televisores: ventajas e inconvenientes
La diferencia más importante entre ambos tipos de dispositivos es la relacionada con la luz ambiental. La principal restricción de los proyectores con respecto a un televisor es la de necesitar una sala dedicada o semidedicada con control absoluto de la luz ambiental.
El proyector tradicionalmente ha requerido oscuridad a diferencia de los televisores, que pueden usarse en salas con luz natural y artificial, aunque en los últimos años cada vez más fabricantes (como por ejemplo Epson o Hisense) están apostando por sistemas de proyección completos con pantallas de rechazo a la luz ambiente que permiten la utilización del proyector sin tener que estar completamente a oscuras y manteniendo un estupendo contraste, algo a lo que también ayuda la iluminación láser o LED con mayor potencia lumínica que las lámparas clásicas.
A pesar de ello, los televisores son todavía los reyes de la potencia luminosa. Si queremos usar la pantalla en una habitación con ventanas que no podemos tapar, de día y con luz, los proyectores siguen siendo una opción no recomendable y deberemos optar por un televisor de gran formato. Incluso en situaciones de baja luz donde los proyectores pueden funcionar relativamente bien, los televisores nos ofrecerán mejor contraste y sobre todo una mayor calidad en el alto rango dinámico o HDR si optamos por un modelo OLED y LCD FALD con muchas zonas de control.
El tamaño de diagonal máximo que podemos conseguir es la principal ventaja clásica de los proyectores. Si buscamos una diagonal por encima de las 100 pulgadas nuestra elección seguirá estando casi por completo limitada a los proyectores, salvo que contemos con un enorme presupuesto y podamos optar por algún televisor de gran formato que ya ha salido a la venta con panel miniLED como este modelo de TCL.
Un derivado de la característica anterior es la relación tamaño de pantalla-precio. Los proyectores siguen ofreciendo en general la mejor relación diagonal-precio con respecto a los televisores. Las teles de más de 75 pulgadas incrementan considerablemente su precio obligándonos a optar por una gama más baja si no nos queremos gastar una fortuna.
La sensación de inmersión en la película que consigue darnos un proyector con respecto a un televisor, aunque sea de gran formato, es una de las principales ventajas de estos sistemas. El proyector es claramente superior pero no solo por el mayor tamaño, sino porque la luz nos llega de forma indirecta, reflejada en la pantalla, resultando para muchos usuarios más natural y produciendo menor fatiga visual que la ofrecida por los televisores.
El siguiente punto a considerar es la durabilidad del equipo. Los proyectores han utilizado tradicionalmente lámparas con poca vida útil que nos obligaban a comprar un recambio bastante caro cada 1.500 o 2.000 horas reales de uso.
Afortunadamente la situación ha cambiado considerablemente y las lámparas clásicas ya ofrecen tiempos de vida media superiores a las 5.000 horas (incluso algunas tienen modos especiales que extienden este tiempo por encima de las 10.000). Pero es que además en los últimos años han llegado al mercado proyectores con sistemas de iluminación basados en LEDs o láser con tiempos de vida que rondan las 20.000 o 30.000 horas.
Sin embargo, en este sentido los televisores superan ampliamente esta cifra y algunos fabricantes sitúan la vida media de sus paneles en las 100.000 horas, lo que debería garantizar décadas de uso con buen nivel de luminosidad.
Otros defectos clásicos en los proyectores han sido el "efecto rejilla" y el "efecto arcoíris". El primero hace referencia a la visualización de la estructura de los píxeles a distancias cortas y medias. Con los modelos HD-Ready e incluso algunos Full HD esta situación podía echarnos para atrás hace años, pero con las nuevas tecnologías y las mejoras en la resolución con modelos 4K (ya sean reales o por desplazamiento de píxel) esto ya no es un problema.
El efecto arcoíris hace referencia a la aparición de artefactos de color en los proyectores con tecnología DLP. Es un problema innato a esta tecnología producido por los giros de las ruedas de color. Sin embargo en los últimos años se ha mejorado considerablemente con mayor cantidad de filtros de color, aunque no obstante es conveniente probar este tipo de modelos antes de comprarlos para ver si somos sensibles a este defecto, ya que no todo el mundo es capaz de percibirlo.
Foto portada| Alex Litvin
En Xataka Smart Home | Comprar la tele más grande que quepa en el salón no siempre es la mejor opción: inconvenientes de tener un modelo demasiado grande
Ver todos los comentarios en https://www.xatakahome.com
VER 0 Comentario